Mucho que aprender
Varias veces te he contado algunas de las historias que mis amigos me envían a través del correo electrónico. Esta que escribo ahora, que me encanta, nos explica lo que vamos adquiriendo a lo largo de los años…
16 DE DICIEMBRE DE 2010 · 23:00

“A los 5 años, aprendí que a los pececitos dorados no les gustaba la gelatina.
- A los 9, aprendí que mi profesora sólo me preguntaba cuando yo no sabía la respuesta.
- A los 12, aprendí que, si tenía problemas en la escuela, los tenía más grandes en casa.
- A los 13, aprendí que, cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería, mi madre me mandaba ordenarlo.
- A los 15, aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano, porque mi padre tenía frustraciones mayores...y la mano más fuerte.
- A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños, y que siempre es mejor no alimentarlos para que crezcan.
- A los 25, aprendí que nunca debía elogiar la comida de mi madre cuando estaba comiendo algo preparado por mi novia.
- A los 27, aprendí que el título obtenido en la Universidad, no era la meta soñada.
- A los 28, aprendí que se puede hacer en un instante, algo que te va a hacer doler la cabeza la vida entera.
- A los 30, aprendí que cuando mi mujer y yo teníamos una noche sin chicos, pasábamos la mayor parte del tiempo hablando de ellos.
- A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.
- A los 38, aprendí que puedes saber que tu esposa te ama cuando quedan dos milanesas y elige la menor.
- A los 40, aprendí que, si estás llevando una vida sin fracasos, no estás corriendo los suficientes riesgos.
También aprendí...
- Que puedes hacer que tu amigo tenga un buen día, si le llamas y le dices que le quieres.
- Que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.
- Que las relaciones se basan en la confianza y no en el control.
- Que no puedo cambiar lo que pasó, pero puedo dejarlo atrás.
- Que si las cosas van mal, yo no tengo por qué ir con ellas.
- Que es razonable disfrutar del éxito, pero que no se debe confiar demasiado en él.
- Que la mayoría de las cosas por las cuales me he preocupado, nunca suceden.
- Que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida, esperaste demasiado tiempo.
Aprendí que envejecer es importante. Aprendí que amé menos de lo que hubiese querido.
Y hoy... hoy me doy cuenta que todavía tengo mucho por aprender....”
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Mucho que aprender