El tweet de Dios sobre las canas

La edad y los años van tejiendo en la persona un ornamento que es de gloria.

04 DE JUNIO DE 2020 · 10:15

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Foto de Simon Godfrey en Unsplash.n Unsplash.

En el pasado las canas tenían un plus de prestigio y credibilidad casi automático, que convertía a sus poseedores en gente elevada por encima del resto. De hecho, la palabra senado viene de senex, que significa anciano, de modo que el senado es la asamblea de ancianos, es decir el cuerpo gubernamental que dirige los destinos de una nación, al suponerse que la gente de edad es la mejor capacitada, por experiencia y sabiduría, para tan alto menester. 

Pero no solamente entre los romanos los ancianos gozaban de tal posición sino que otros pueblos, incluso más antiguos, hicieron suya esa definición. Y así tenemos que entre los hebreos la ascendencia de los ancianos ya se reconoce  cuando ese pueblo estaba en Egipto, hace casi cuatro mil años, al constituirse en representantes de dicho pueblo (Éxodo 3:16). La institución de los ancianos que perduró en Israel, pasará directamente a la Iglesia, formada en su origen por judíos, y de esa manera los ancianos o presbíteros serán el cuerpo pastoral de cada asamblea cristiana local. También en otros ambientes y culturas antiguos la institución de los ancianos será la entidad suprema, ya sea en África, Asia, América o Europa, habiendo un natural consenso generalizado, por el que los de mayor edad tienen algo que no poseen los más jóvenes.

A este respecto, resulta instructivo comprobar que hay un texto en la Biblia en el que se describe a Dios en términos de ancianidad, al llamarle Anciano de días (Daniel 7:9). Anciano de días es una denominación única en la Biblia para referirse a Dios, que lejos de ser derogatoria es reveladora de su eternidad y majestuosa magistratura. No se trata de un anciano débil y escaso de facultades, sino del venerable y soberano Juez que va a emitir sentencia final.

Pero volviendo a la estimación pasada hacia los ancianos, actualmente la situación es totalmente distinta, en el sentido de que se les arrincona, se les ignora o incluso se les considera una rémora difícil de sobrellevar, al ser un estorbo, desprovistos de energía y fuerzas, sin nada que aportar, salvo sus vetustas y obsoletas ideas, que mueven más a conmiseración y sonrisa que a otra cosa. Porque lo que está en su apogeo, como nunca antes, es la prevalencia de lo joven, con su vigor, plenitud, facultades y empuje. A esa edad van dirigidas las apelaciones de la publicidad, que glorifica su potencial, mimando y acunando en sus brazos el lozano esplendor de la edad juvenil. Si acaso, a los ancianos se les tiene en cuenta simplemente porque, al ser tantos en nuestras sociedades occidentales, son un caladero de votos muy importante en las elecciones. Pero poco más.

Así pues, se ha pasado de dar por sentado que la ancianidad es un estado de influencia y autoridad a ser una condición de decrepitud, de la que hay que huir por todos los medios. Y por eso muchos se afanan por disimular que están entrando o han entrado en esa fase, mediante operaciones de cirugía estética, que, en ocasiones, convierten al sujeto en un patético ejemplo, por el ridículo rictus adquirido, de un querer y no poder, o mediante implantes de cabello o simplemente tintes, en la esperanza de conjurar o retardar la vejez.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de la justicia.’ (Proverbios 16:31). El texto enseña que efectivamente las canas son una corona de honor. Se trata de una corona natural, no artificial, formada por el cabello blanco. Es decir, la edad y los años van tejiendo en la persona un ornamento que es de gloria. Pero para que nadie imagine que ese ornamento se consigue simplemente por el paso del tiempo sin más, se añade la importante condición de que es así siempre y cuando la persona ande en el camino de la justicia. Porque pudiera suceder que, como en el caso de Salomón, sea precisamente en la vejez donde se eche a perder toda una buena trayectoria y de esa manera la vejez y las canas se conviertan en señal de vergüenza y deshonor.

‘La arruga es bella’ fue el rompedor lema que lanzó en los años ochenta un modisto, para definir su línea de ropa. Pero la frase tiene un sentido mucho más profundo, que está presente en este tweet de Dios, donde se afirma que las arrugas, las canas y la ancianidad poseen una belleza y una hermosura sin par, cuando esas arrugas están curtidas en la fidelidad de una vida consagrada a Dios, cuando esas canas son testimonio de la devoción a Dios y cuando esa ancianidad es expresión del amor a Dios. Y todo ello porque previamente la persona ha sido receptora de la fidelidad de Dios, depositaria del amor de Dios y objeto de la salvación de Dios. Entonces es cuando verdaderamente la ancianidad es la culminación de una bienaventurada carrera, que anuncia una coronación trascendental, en una excelencia inmortal.

¡Qué preciosa es la ancianidad, en el camino de la justicia, más allá de las dificultades físicas que conlleva!

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