Recordando a Lawrence y su legado

Breve crónica de una visita muy especial al cementerio donde se encuentran los restos de uno de los principales sembradores del evangelio en España a finales del XIX.

CALDES DE MONTBUI · 18 DE JUNIO DE 2014 · 22:00

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	Grupo de hermanos barceloneses acompa&ntilde;ados de algunos de Caldes, en el cementerio visitando la tumba de George Lawrence.</p>
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Grupo de hermanos barceloneses acompañados de algunos de Caldes, en el cementerio visitando la tumba de George Lawrence.

Cuando Pedro Puigvert, anciano de la iglesia evangélica en Avenida Mistral de Barcelona, que me conoce -utilizando sus propias palabras- “desde que yo llevaba pantalones cortos” me envió un mail en el que me pedía si les podía hacer de guía a un grupo de la misma que querían visitar Caldes y el cementerio disidente donde está enterrado Lawrence y otros fieles al Evangelio, me dio un sobresalto el corazón. ¡Es sobre lo que llevaba tiempo orando y esperando, aunque ignoraba por donde empezaría! Y es que una calle con el nombre del misionero que trajo el Evangelio de Salvación a muchos lugares de nuestro país y a mi pueblo en concreto, y el que su biznieta Christina se desplazara desde Inglaterra expresamente para visitar el lugar que pisó su familia ocasionando con ello un homenaje a su antepasado más recordado, con el consiguiente revuelo que se formó en el tranquilo lugar donde resido, no podía quedar ahí. Aquello era solo el principio. En esta ocasión, también Dios se había salido con la suya. Eran 26, uno más de los que se desplazaron hace 120 años, concretamente el 11 de enero de 1894, también desde Barcelona, para asistir a las exequias de su querido hermano en la fe, George Lawrence, que había fallecido dos días antes en Caldes de Montbui. Aquellos llegaron en tren, estos en autobús. Aquellos traían dolor en el alma, estos la alegría de ver que no ha quedado en el olvido. Pero todos con el gozo de saber que la verdadera fe en Cristo no se vive en vano, que cumple el propósito de Dios, y que trasciende a lo que vemos, e incluso a lo que ni tan siquiera llegamos a percibir con nuestro sentir y pensar. En el grupo también había una pareja de la iglesia evangélica en Paral.lel, y una hermana de la de Valldoreix. Desde la estación de autobuses encaminamos nuestros pasos hacia la calle que lleva el nombre del colportor, pasando por delante de uno de los lugares donde hubo la escuela que fundó, y que por un buen número de años trajo cultura y evangelio a los más desfavorecidos. Algunos del grupo habían venido hace años a cantar con el coro de la suya a la iglesia que fundara Lawrence en su día, y que casualmente se encuentra en dicha calle, y querían visitarla de nuevo para rememorar viejas y buenas experiencias. Allí fueron recibidos por el anciano de la misma Moisès Banyuls y por las más veteranas de la comunidad, Enriqueta Codina y Lidia Gol. Seguidamente, con la ayuda de algunos hermanos evangélicos de la localidad que ofrecieron sus vehículos, nos trasladamos al cementerio que, como muy bien dijo el otro anciano de la iglesia visitante, Àlvar Palau, dicha palabra tiene un significado espiritual muy distinto a lo que se conoce como necrópolis. Después de recibir la explicación histórica sobre los avatares del cementerio, y la discriminación sufrida desde tiempos inmemoriales por los disidentes, tuvo lugar un sencillo y emocionado acto de recuerdo a Lawrence y a los hermanos/as que como a él, no se les concedió en su día una sepultura digna debido a la discriminación interesada y maléfica de los estamentos dominantes de la época. Hubo reflexión bíblica relacionada con los héroes de la fe, oraciones impregnadas de reverencia a Dios, cánticos de afirmación cristiana que exaltan la obra redentora de Jesús escritos por Elisabeth Lawrence, y ofrenda floral que, recordando a Campo de Criptana, lugar en el que también dejó huella el misionero galés, contó con la intervención de una hermana oriunda de Ciudad Real. Acabado el acto nos dirigimos al museo de la localidad para visitar una exposición relacionada con un episodio de nuestra historia nacional y local. Después de la comida, y a pesar de las múltiples cosas que hay por visitar en Caldes de Montbui, los excursionistas optaron por disfrutar de la sobremesa que fue larga y muy interesante, y en la que algunos estuvimos repasando antiguas fotos en las que había creyentes de la iglesia barcelonesa. Finalmente nos dirigimos al lugar donde estuvo ubicada la estación de ferrocarril que en tiempos de Lawrence servía de enlace entre Barcelona y Caldes, y que sin duda utilizó. Allí se les informó del porqué de la existencia de la misma así como del de su desaparición, puesto que ahora está ocupada por un sencillo pero hermoso y concurrido parque. Prometieron regresar con más tiempo en otra ocasión, siendo instados por el guía a compartir con creyentes y no creyentes la experiencia vivida en ese 14 de junio, para que más personas e iglesias se sientan con deseos de conocer Caldes y profundizar en el conocimiento de los valores espirituales de uno de sus ilustres ciudadanos de adopción.

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