El presente es un regalo

Anclarse en el pasado es un modo de cobardía, miedo a continuar, pensar que ya nada de lo que pueda suceder vale la pena y que como aquél tiempo no habrá otro.

08 DE ENERO DE 2014 · 23:00

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Ancla, en Porto de Galinhas (Brasil). / fael_m (sxc.hu)

Dice el refrán que cualquier tiempo pasado fue mejor. Recordar experiencias de otros años es agradable, reconforta, nos llena de ternura. Sin embargo, quedarse anclados en él, rememorar todo aquello que se vivió es agarrarse a un falso y deprimente presente. Si se lo permitimos, el pasado se hará dueño de nuestro ahora y podrá convertirse en una cárcel en la que seremos esclavos sin deseo alguno de salir. Si nos dejamos abrazar por sus dulces tentáculos, si miramos siempre hacia atrás, nos impedirá avanzar. Hagamos uso de la libertad de vivir el día a día y alzar el vuelo, libertémonos. Aferrarse al pasado, idealizarlo, es perder la vida, es no vivir el presente ni desear el futuro. Es desaprovechar oportunidades. Es ir marcha atrás. Es morir en vida. Anclarse en el pasado es un modo de cobardía, miedo a continuar, pensar que ya nada de lo que pueda suceder vale la pena y que como aquél tiempo no habrá otro. De esta manera no disfrutamos de las bendiciones que nos llegan o están por venir. No nos ilusionamos o animamos a abrir nuevos senderos, a explorar. Tenemos que reconciliarnos con las horas regaladas, la madurez. Arriesgarnos. Enfrentar situaciones. Aprender. Siempre aprender. Cada día aprender. Y enseñar a otros eso que sabemos para que también avancen en su proceso de vida. El pasado no se olvida, no podemos cambiarlo, pero sí tenemos que liberarlo. Luchar, soltarnos. Si no lo hacemos, nuestra mente se parecerá a un objeto encontrado en algún yacimiento arqueológico, algo que existió y está en desuso sin ninguna utilidad. Quedarse en el pasado, enclaustrarse en él, es como quedarse encadenados en aquél puerto que nos pareció divino, en aquella isla paradisíaca que nos enamoró sin darnos cuenta de que hay otros mares, otras islas, otros puertos, otras personas por conocer. Otros sueños que esperan ser hechos realidad. Pararse en el pasado es envejecer a destiempo. Es despreciar la vida que el Señor nos da y quedarnos sólo con una parte que hace años nos gustó. Es como querer continuar degustando el sabor de aquella guinda del pastel que hace años digerimos sin atrevernos a probar tantas otras que pueblan los pasteles que la vida nos ofrece. El pasado es una historia. El futuro es un misterio. Y este momento es un regalo. Por eso se llama Presente. Deepack Chopra.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - El presente es un regalo