¿Por qué sufren los bienaventurados?

Los que reciben la doctrina de Cristo sufren algún tipo de discriminación, dependiendo de la cultura donde vivan. También sufren persecuciones, encarcelamientos, torturas y muerte a manos de los poderosos de turno. Todo ello por no negar el nombre de Jesucristo bajo ninguna circunstancia1.

08 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 06:05

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Venimos de considerar que las bienaventuranzas constituyen el comienzo de las enseñanzas de Jesús; que ser bienaventurado significa poseer la naturaleza y carácter del que ha recibido el Evangelio por fe en la persona de Jesucristo y vive en comunión con Dios y Su palabra.

En el Sermón del Monte el Maestro enfrenta a gente cuya cultura tiene sus propias ‘bienaventuranzas’.

Son las que recompensan a los ricos, a los sanos, a los religiosos y a los que están en el poder terrenal2.

Insistiremos sobre un punto doctrinal muy importante. Los que 'aquí y ahora' viven la certeza de su salvación y esperan dichosos la gloria que todavía no se ha manifestado son parte de la minoría que conforma la iglesia de Cristo a lo largo de la historia.

Los que reciben la doctrina de Cristo sufren algún tipo de discriminación, dependiendo de la cultura donde viva. También sufren persecuciones, encarcelamientos, torturas y muerte a manos de los poderosos de turno. Todo ello por no negar el nombre de Jesucristo bajo ninguna circunstancia.

Existen divergencias respecto del significado de los sufrimientos de la iglesia de Jesucristo. Por un lado están los que extrapolan el término 'gran tribulación'3 para diferenciarlo de toda otra tribulación y ubicarlo después de lo que denominan 'El Rapto de la Iglesia'4. Por el otro, están los que esperan el regreso del Señor Jesucristo para unirse a los que Él resucitará primero por haber dormido creyendo en Él5. Pasan como peregrinos por este mundo esperando ser transformados para participar en Su reino; motivo por el cual soportan con gozo los sufrimientos aferrándose a todo el consejo de Dios6, no a un versículo aislado de las Escrituras.

También vimos que las mayorías rechazan a Jesucristo como Hijo de Dios; no creen en Él. No conocen la dicha verdadera pues no son bienaventurados y están condenados eternamente.

DOS MUJERES BENDECIDAS QUE SUFRIERON

Dentro de la histórica pequeña minoría bendecida hay dos mujeres. Casi dos mil años atrás, una de ellas era la joven prometida de José. Hija de Joaquín y Ana -según versiones extra bíblicas - estaba emparentada con Elisabet - esposa de Zacarías - la mujer elegida por Dios para ser madre de Juan, el precursor de Jesús7.

Según un breve pero extraordinario relato del médico Lucas - una de las piezas más hermosas de la literatura, para quien escribe - las dos embarazadas primíparas se encuentran. No se nos informa sobre qué pasó en los tres meses que María se hospedó en casa de Zacarías (enmudecido por entonces) y Elisabet; pero, no es necesario poseer gran imaginación para suponer que ambas mujeres estarían compartiendo todas sus expectativas respecto del nacimiento de sus ansiados hijos. Aún más, no nos excederíamos si las imagináramos orando y alabando al Señor por haber sido elegidas para traer esos niños al mundo en circunstancias tan especiales para ambas como por ellos cuando fueran mayores.

El Espíritu le reveló a Elisabet quién sería el ser que estaba gestando María. Por eso la llamó 'bienaventurada'8. Otra mujer - cuyo nombre no trascendió - llamó bienaventurada a María después que Jesús devolviera el habla al mudo poseído por un espíritu satánico. Así lo narra Lucas:

"Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan."9

Jesús nació de una madre bienaventurada en opinión de una mujer fiel a Dios10. En opinión de Jesús muchas mujeres son bienaventuradas cuando oyen la palabra de Dios y la guardan, pues comprueban que Jesucristo está vivo en ellas; esto es cierto también con los varones.

Pero María enfrentó mucha tribulación y angustia. ¿Qué madre puede ser feliz viendo sufrir a un hijo, o una hija? ¿Qué mujer que ama y es fiel a su marido es feliz cuando enviuda?

María enfrentó estas y muchas otras tribulaciones. Su hijo soportó un juicio viciado de nulas pruebas y falsos testimonios en su contra, el escarnio de la asalariada soldadesca romana y el furor de las enardecidas hordas vergonzosamente aleccionadas por los líderes religiosos y políticos corruptos de Israel. La madre de Jesús estaba acompañada del pequeño grupo de amigos que no podía creer hasta dónde llegaba el poder arbitrario de una nación sojuzgada por el imperio romano. Violaron la Ley mosaica pactando con sus enemigos con tal de eliminar a un inocente judío que había desnudado su mortal hipocresía. No solo eso, también vieron cómo liberaban a cambio un criminal que les venía bien a los intereses políticos espurios de sus verdugos.

Vivo en una villa turística en la que se guardan muchas tradiciones. En las fiestas patronales de San Mateo, celebrada por una multitud, falleció accidentalmente un joven que acabaría de cumplir años hace una semana. El dolor y la indignación causados por esa muerte - que bien pudo impedirse- motivaron que su madre liderase un movimiento de protesta apoyado por familiares y amigos para reclamar justicia. Es que la muerte de un inocente es un dolor desgarrador para cualquier madre.

Esto mismo le pasó a María, la bienaventurada madre de Jesús, que presenció la horrorosa muerte de su hijo. Esto le había sido predicho cuando José y ella presentaron al niño en el templo:

Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”11

De hecho, las bienaventuranzas crearon y siguen creando muchos tropiezos a la gente; por esa causa, Jesús le envió un claro mensaje a Juan 'el bautizador', encarcelado por su prédica y a punto de ser asesinado por orden del lujurioso rey de los judíos:

"Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí." 12

Los que siguen esclavos de las apariencias y de las doctrinas de hombres, como aquella solitaria y anónima mujer en la multitud y los ultras religiosos dominadores de mayorías, nunca perciben las verdades de las bienaventuranzas de Cristo. Tropiezan con una idea falsa de Jesucristo hecha al poner patas arriba el orden establecido por Dios, y se lanzan violentamente contra los bienaventurados.

El Señor se haga cargo de los que maltratan a sus hijas e hijos justificando sus acciones en el hecho de ser mayoría, y nos libre de hacer tropezar a nadie mientras vivimos conforme a la voluntad de Dios.

 

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En nuestra próxima veremos la primera de las Bienaventuranzas en la que Jesús promete ¡Un Reino para pobres! Hasta entonces, si el Señor lo permite.

 

Notas

1. Una forma de negar a Jesucristo es ocuparse solo de uno mismo y no mover un dedo a favor de los demás. No se necesita emular a seres maravillosos como Teresa de Calcuta y sus colaboradoras; pero el mundo sería muy distinto si las imitásemos, aunque sea en la medida de nuestras posibilidades. Todo lo que se haga es poco, pero será mucho si se hace como para el Señor. Colosenses 3:23

2. Los fariseos, los escribas y doctores de la Ley enseñaban una doctrina basada en la tradición religiosa. Fueron añadiendo, a lo largo de los siglos, mandamientos de hombres con los cuales señalaban a la pobreza, la enfermedad y la falta de escrupulosa religiosidad como signos de maldición divina. El Evangelio va a contramano de esta tradición.

3. Mateo 24:1; 1 Tesalonicenses 1:6; Apocalipsis 2:22; 7:14. Esta enseñanza se basa en aislar el adjetivo ‘gran’.

4. Doctrina basada en un solo versículo del NT, 1ª Tesalonicenses 4:17. Enfatizan el verbo ‘arrebatar’ y no toman en cuenta el verbo ‘recibir’; deduciendo de allí que Jesucristo regresa al cielo de inmediato llevando consigo a la iglesia.

5. 2ª Tesalonicenses 4:13,14. Es importante notar que el bienaventurado al pasar de este mundo ‘duerme’ en el Señor; y que será ‘traído’ con Jesús cuando regrese. Este pasaje demuestra el error de la falsa enseñanza del ‘rapto’ (llevar).

6. Hechos 20:27; comparar con Jeremías 26:2.

7. Lucas 1:5-80. Se propone leer todo el relato porque es un documento con gran cantidad de importante información.

8. Ibíd. 1:45.

9. Ibíd. 11:27,28

10. Ibíd. 1:45-55

11. Ibíd. 2:34,35

12. Mateo 11:5,6; Isaías 8:14,15

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - ¿Por qué sufren los bienaventurados?