El evangelista frustrado

Samuel García González

26 DE SEPTIEMBRE DE 2013 · 22:00

<p>
	Evangelismo Frustrado</p>
,

Evangelismo Frustrado

Es un hecho que evangelizar fue uno de los mandatos en los que más enfatizó Jesús. Evangelizar a todos, sin importar la raza, el estatus social o la religión del individuo. Evangelizar, ya que toda persona necesita de Cristo para ser salvo. Por ello, aparte de que es un mandato divino (principal razón por la cual deberíamos hacerlo), deberíamos de ser conscientes de que la gente se va al infierno y que, por amor a ellos, habríamos de hacerlo. Sin embargo, es un dato verificable que, cuando observamos que nuestro trabajo “no tiene frutos”, caemos en una gran frustración. Vemos como, a pesar de que evangelizamos cada sábado junto con la iglesia local, como individuos en los sitios que estamos, etc. y que lo hacemos con fe y amor, así como dependientes de Dios, nadie acepta a Cristo. Sin embargo, podemos encontrar varias razones por las cuales no debemos parar nunca de evangelizar. Como dijimos antes, es un mandato. No importa el resultado, Jesús dijo “Id y predicad el evangelio”. Si hubiera dicho algo como “Id y predicad el evangelio. Si al intento 100 no se ha arrepentido nadie, no volváis a evangelizar” entonces podríamos excusarnos. Pero no podemos añadir nada a las palabras del Mesías. ¿Es que acaso cuando Él nos mandó no sabía que muchos nos rechazarían? Sólo cree que Dios es tan grande que Él tiene un propósito en todo lo que nos manda. Además nosotros, seres finitos, desconocemos los corazones de los hombres. Muchas veces, por la apariencia que da alguien pensamos cosas que difieren totalmente de lo que está ocurriendo dentro de Él. Gente que aparentemente nos rechazan tajantemente pero que después, sola en su casa, se pregunta “¿Y si era verdad? ¿Y si Dios existe y me ama tanto como me han dicho?”. Y puedo aseguraros que cualquier persona que oye de Cristo, en alguna vez de su vida, eso que oyó volverá a golpearle. También podemos hablar de amor al prójimo. Imagina que en toda tu vida le evangelizas a un millón de personas y sólo se convierte una, la número 1.000.000 además. ¿No habrán merecido la pena todas las anteriores veces que has evangelizado por saber que has sido parte de la salvación de un alma? Además, si amas a tu prójimo, no puedes dejarlos sabiendo que tienes el mayor remedio (Jesús) para el mayor mal del ser humano (la muerte eterna). Cristo murió por todos, por la salvación de cada ser humano. Si tú sabes que la gente se va al infierno y no les dices nada, ni les amas ni estás totalmente muerto a ti mismo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Magacin - El evangelista frustrado