El evangelio según Nadia Bolz Weber

El corazón de la doctrina de Jesús está en su pasión y muerte, la cual constantemente comunicó el Señor como una necesidad y parte de su naturaleza mesiánica.

México · 08 DE MAYO DE 2019 · 11:31

Imagen de Free-Photos en Pixabay ,
Imagen de Free-Photos en Pixabay

Algunos esfuerzos editoriales emergentes recientemente están promocionando libros de autores extranjeros traducidos al español. Uno de estos es el de Nadia Bolz Weber[i] teóloga y ministra queer luterana, que está siendo promovida entre evangélicos hispanohablantes como “una literatura muy necesaria en Latinoamérica”.

La cruz

Uno de los temas fundamentales de la fe cristiana es la cruz (Crux sola est nostra theologia). El corazón de la doctrina de Jesús está en su pasión y muerte, la cual constantemente comunicó el Señor como una necesidad y parte de su naturaleza mesiánica (cfr. Lc. 9.22;17.25). Morris ha escrito con mucha razón que “los Evangelios son libros sobre la expiación” (1965, p.13).

Sin embargo, entre emergentes la expiación tiene un significado metaescritural. Los comunicadores emergentes más cobardes no niegan abiertamente el sentido bíblico de la cruz pero le restan importancia a la muerte de Jesús y dicen que lo que es más importante es su vida. Pero la Escritura enseña que la muerte era la misión y el propósito de la venida de Cristo. Jesús se vio a sí mismo como el Siervo Sufriente de Isaías 53 (cfr. Mt.8.17, Is.53.4; Mc.10.45;Mt.9.15;Mc. 2:19 y ss.). Siervo substitutorio que sufre vicariamente en la tesitura de Is.53.10-11. Pero vamos a revisar la doctrina de Bolz Weber para descubrir si se trata del verdadero evangelio o de una peligrosa herejía que está bajo maldición (Gál.1:8-9).

Dios: abusador de niños y prestamista de dientes afilados

Bolz Weber se preguntaba el “cómo la cruz -un instrumento de tortura y muerte del Imperio Romano- tenía que ver con el amor de Dios”. Dice que la doctrina de la expiación penal substitutoria consiste en que “Dios estaba furioso contra nosotros” y que “nosotros debíamos ser 100% buenos, y que aunque no podíamos teníamos que intentarlo”; entonces vino “el pequeño hijo de Dios -porque solo tenía un uno” y “Dios tenía que asesinar a su propio hijo porque nosotros éramos malos”. Según Bolz, esta doctrina “presenta a Dios como un abusador divino de niños” y Jesús “es un personaje secundario en este drama abusivo entre Dios y la humanidad”.

En su segunda ilustración Bolz habla de una “transacción legal divina” en donde existe “un documento celestial” en el que “son anotadas todas las veces que nos portamos mal” y que cada una de ellas registra una deuda a pagar. Al final, la cuenta es demasiado alta por lo que solo la puede pagar “un chico que no está en la lista y que nunca ha pecado”. Es aquí donde presenta la substitución penal y el sufrimiento vicario de Jesús como la doctrina de “El Dios prestamista de dientes afilados quien, molesto, demanda su pago”.

Dios: una proyección de nuestra maldad

La líder emergente entonces dice que el problema con “el Dios abusador de niños” y “el Dios prestamista enojado de dientes afilados” consiste en que “tomamos estas perturbadoras características humanas que nosotros poseemos -violencia, venganza, codicia- y las proyectamos a lo grande diciendo: “Así es como Dios debe de ser...” Opina así que la doctrina que encontramos en la Biblia, las explicaciones del mismo Jesús y sus apóstoles, y sus profetas, son en realidad un reflejo de la monstruosidad de la que es capaz el ser humano. Para Bolz todo esto es hacer de Dios un ser sádico. 

En la misma tesitura desorbitante Bolz dice que Dios nos grita: “¡Presta atención! Esta es la lógica de tus valores, NO DE LOS MÍOS”. La cruz de Bolz no es cumplimiento de profecía ni necesidad de la culminación de la actividad mesiánica de Cristo para expiación de los pecados. Es el sistema de valores corrupto de la humanidad que Dios viene a desbaratar: “La cruz es Dios diciendo: ‘Prefiero morir a llevar la cuenta de tus pecados”.

Jesús no murió para pagar nuestra deuda, nos salva de nosotros mismos

Bolz insiste en que “en la cruz no vemos una transacción legal en donde Jesús paga nuestra deuda”, pero el apóstol Pablo reveló, según la doctrina que el propio Jesús le comunicó (Gál.1.11), que “Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y ANULAR LA DEUDA que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz” (Col.2:13-14, énfasis añadido). Aquí hay una diferencia enorme que considerar.

Bolz dice que “en la cruz hay juicio, pero el juicio es el perdón”. Es decir, la cruz no es juicio de Dios sobre el pecado sino una sentencia final de perdón porque el amor de Dios “probablemente nos salve de nosotros mismos”. A diferencia de todo esto, la Biblia indica que el amor de Dios Padre es la causa de la expiación (Jn.3.16): Jesús muere porque Dios nos ama. Efesios 1:4-5,9 sostiene que fue por el beneplácito del Padre que su plan de salvación fuera de ese modo. A Bolz no le gusta que en la cruz esté presente tanto el amor de Dios como la ira de Dios. Stott lo pusó de esta forma: “Si fue la ira de Dios lo que requería la propiciación, fue el amor de Dios mismo el que obró la propiciación (1996, p.94).

¿Pero qué significa que Dios esté airado? En principio, la propiciación es necesaria NO para hacer que Dios quiera perdonarnos. No es Jesús diciendo: “Padre, mírame, te suplico que desees tener misericordia”. De hecho, porque Dios tiene misericordia es que envía a Jesús. Dios no es un “Dios enojado” que necesita que alguien lo aplaque al estilo de los dioses paganos como Moloc a quien debían sacrificarse niños. “Aplacar la ira de Dios” es hacer satisfacción, por medio de la expiación, del pago y castigo que merece el pecado. La ira de Dios es su aversión judicial a todo tipo de mal. Así, cuando Cristo expía los pecados, la justicia de Dios, que es perfecta, queda sin comprometerse y ninguna parte de su santa ley es anulada.

Para los apóstoles de Cristo la cruz significó el cumplimiento que Jesús hizo del sistema levítico de sacrificios, al ofrecerse a sí mismo a Dios como aquel que cumplió la ley (cfr. Ef.5.2, Gn8.20; Éx.29.41; Heb.9.22).

 

Conclusión

La doctrina de Bolz Weber podrá ser popular entre jóvenes por sonar a novedad. Pero lo será solo hasta que esos jóvenes abran sus Biblias y revisen si eso que les han dicho es consistente con lo que está escrito.

 

Juan Paulo Martínez Menchaca – Teólogo y escritor – España


[i] Fuente de las citas de Bolz Weber: https://www.youtube.com/watch?v=UIpg9XFirUI

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - JUAN PAULO MARTÍNEZ MENCHACA - El evangelio según Nadia Bolz Weber