La inerrancia según Máximo García

Esta hipersimplificación del significado de inerrancia se antoja para creer de ella que invita a una lectura pueril de la Sagrada Escritura. Porque en su artículo Máximo García no se detiene a esclarecer que “lectura literal” y “literalista” son cosas diferentes.

México · 14 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 17:10

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El autor amplitudista Máximo García escribió en el portal progresista “Lupa Protestante” un artículo titulado Inerrancia Bíblica (ver aquí). En el mismo expone una crítica a la Declaración de Chicago sobre la Inerrancia Bíblica de 1978, documento que fue preparado por el Dr. R.C. Sproul y signado por 240 teólogos cristianos.

Máximo García dice en su artículo que inerrancia “significa que la Biblia no contiene error alguno, palabra a palabra, desde el inicio del Génesis hasta el último capítulo del Apocalipsis, por lo que es preciso aceptar literalmente todo su contenido”. Esta hipersimplificación del significado de inerrancia se antoja para creer de ella que invita a una lectura pueril de la Sagrada Escritura. Porque en su artículo Máximo García no se detiene a esclarecer que “lectura literal” y “literalista” son cosas diferentes.

Una lectura literalista es aquella que no toma en cuenta los contextos históricos, las fórmulas literarias y los aspectos lingüísticos a la hora de interpretar y leer el texto revelado. En cambio, una lectura literal, en el sentido que lo aprecian los inerrantistas de la Declaración, exige que todo lo anterior sea minuciosamente revisado y tomado en cuenta en el trabajo exegético. Quizá García no ha revisado con mayor cuidado los documentos Chicago Statement on Biblical Hermeneutics y Chicago Statement on Biblical Application que son fundamentales para comprender la Declaración. Este ha sido uno de los más comunes errores de los progresistas cristianos: creer que una lectura literal de la Biblia significa que uno no lee la Biblia atendiendo a las Ciencias Bíblicas.

García acusa de los inerrantistas de leer descontextualizadamente la Biblia, los padres de la Iglesia y la historia del pensamiento cristiano en general. Argumenta que una cosa es la inspiración y otra la inerrancia. Lastimosamente, no aborda el tema de la infalibilidad. Pero de lo dicho se podría conjeturar que Máximo aboga por la idea de que Dios inspiró a los escritores de la Biblia de una forma imperfecta. En cualquier caso, aborda la Declaración diciendo que tratará “los aspectos más radicales o contrarios a la enseñanza de Jesús de Nazaret, pero en realidad toda ella adopta un lenguaje radical, exclusivo y excluyente, en un tono marcadamente intolerante que hace muy difícil entresacar frases o afirmaciones concretas”. Vamos a revisar brevemente estos aspectos “radicales y contrarios a la enseñanza de Jesús de Nazaret”, según Máximo García.

Empieza por citar el artículo 7 de la Declaración que dice:

Afirmamos que la inspiración fue la obra divina mediante la cual Dios, por medio de su Espíritu, nos dio su Palabra a través de escritores humanos. El origen de la Escritura es divino. El modo de la inspiración divina sigue siendo, en gran parte, un misterio para nosotros.

Dice que esto es “radicalmente contrario a la enseñanza de Jesús de Nazaret”. Empero, se limita a inconformarse por la redacción que dice que “el modo de la inspiración divina es en gran parte un misterio para nosotros”. Él interpreta esto como una incongruencia de los inerrantistas porque dicen que “no saben en qué consiste la inspiración” al mismo tiempo que sostienen “el dictado de Dios” o “inspiración mecánica” en su artículo 8.

En primer lugar, Máximo García exagera con que este asunto es “radicalmente contrario a la enseñanza de Jesús de Nazaret”. Y me he detenido a anotarlo porque esta es parte de la práctica que los progresistas tanto critican en lo que denominan “fundamentalismo”: posiciones extremistas, sin bases ni documentación adecuada. En segundo lugar, García está entendiendo completamente al revés el artículo 8 de la Declaración. Y esto se puede observar fácilmente si se lee con atención el Explaining Biblical Inerrancy que es el comentario oficial del ICBI.

El artículo 8 de la Declaración dice:

Afirmamos que en su obra de inspiración, Dios utilizó las personalidades y estilos literarios diferentes de los autores que Él había escogido y preparado de antemano. Negamos que Dios haya anulado la personalidad de los autores cuando hizo que escribiesen las mismas palabras que Él había escogido.

En este Comentario oficial se lee que “lo que está claramente a la vista es la negación de cualquier clase de inspiración mecánica. La inspiración mecánica reduciría a los autores humanos al nivel de autómatas, tipo máquinas robots”. Dice el Comentario que “cualquiera que sea la clase de inspiración que haya ocurrido, no implica la cancelación de la personalidad de los escritores mientras escribían”. Entonces, Máximo García está caricaturizando la Declaración sin asistirse antes de los documentos asociados que la explican a detalle.

Después pasa al artículo 9 de la Declaración diciendo del mismo que “compromete al lector de la Biblia”. Este artículo –otro que García identifica como “radicalmente contrario a la enseñanza de Jesús de Nazaret”- dice:

Afirmamos que la inspiración, aunque no confirió omnisciencia a los autores, sí garantizó que sus declaraciones en cuanto a cualquier tema sobre el cual hablaron o escribieron fueran veraces y fidedignas.

García se incomoda cuando lee que las declaraciones de los profetas y demás autores inspirados fueron “veraces y fidedignas”. Para ilustrar su punto evoca las masacres y muerte del Antiguo Testamento. Explica: “Véase con cuidado y detenimiento el Antiguo Testamento y repárese en la falta de ética de algunos relatos, los crímenos (sic) masivos, la venganza con los pueblos vencidos, etc.”, y concluye que después de Jesús hay herramientas hermenéuticas que nos obligan a “desechar la interpretación literal”. En este punto sobra repetir lo ya dicho sobre la clásica confusión que padecen los progresistas al no distinguir el literalismo de la lectura literal según lo explican los documentos oficiales que preparó el ICBI, precisamente para educar al respecto.

Pero además, Máximo García malinterpreta el significado de “veraces y fidedignas” entendiendo estas palabras como sinónimo de aprobación ética y moral de todo aquello que declararon las personas inspiradas por Dios, o bien, está abonando a la lectura emergente que no puede sufrir la lectura bíblica de pasajes sangrientos, que juzga con los lentes del derecho-humanismo de nuestra época. Un error exegético garrafal que responde a una agenda política más que a una lectura científica de la Biblia. El Comentario explica con claridad que “veraces y fidedignas” significa que los escritos bíblicos “no son falsos, engañosos o fraudulentos en lo que comunican”. Eso es todo. Una persona con conocimiento limitado puede hacer declaraciones infalibles si es que se puede asegurar su confiabilidad. Eso es lo que logró la inspiración del Espíritu Santo en los autores. Nada que ver con cuestiones relativas a la ética o moral de los acontecimientos fidedignamente relatados.

García quiere que el “oíste… pero yo os digo” de pasajes como Mt.5-7 rija nuestra lectura de la Palabra de Dios. Por supuesto que sí. Pero no se debe invocar esto de forma indiscriminada pues entonces acabaremos diciendo eso colocándonos en el lugar de Jesús y leyendo al antojo la Biblia. Eso fue dicho en contextos específicos. No creo que eso sea difícil de reconocer aún para el autor.

Finalmente, García refiere el artículo 10 de la Declaración que dice:

Afirmamos, en términos estrictos, que la inspiración tiene que ver con los autógrafos originales de la Escritura, los cuales, en la providencia de Dios, podemos conocer con gran exactitud gracias a los manuscritos disponibles.

Aquí Máximo García dice que “es absolutamente inexacto. No es cierto, en manera alguna, que se conozcan “los autógrafos originales de las Escrituras”…”. Es claro que tampoco está leyendo con atención este artículo. Porque ni la Declaración ni ningún signante de la misma, ni cualquier inerrantista enterado de los documentos oficiales del ICBI sostiene ni ha sostenido jamás que los manuscritos originales, los autógrafos, puedan ser conocidos de primera mano. Lo que aquí se refiere es un conocimiento derivado.

El Comentario esclarece ese punto al decir: “los documentos originales no han sido preservados excepto a través de copias”. Estrictamente hablando, la inspiración se aplica a los autógrafos originales de los cuales no tenemos ninguna copia en existencia. Aún más, se anota que “el infalible control de Dios en la producción de la Escritura original no ha sido milagrosamente perpetuado a través de copias” pues evidentemente hay variaciones menores en los manuscritos existentes. El Comentario apela a la crítica textual según la cual se pueden reconstruir con un 99% de confiabilidad esos manuscritos originales perdidos. Concluye: “Las copias y traducciones de la Escritura son la Palabra de Dios hasta donde representan fielmente el original”.

A pesar de todo lo anterior, de las omisiones graves en su investigación y de su falta de corroboración en las fuentes y documentos oficiales, en su conclusión Máximo García dice:

La Declaración de Chicago está repleta de afirmaciones y negaciones absolutamente subjetivas y de ocurrencias personales que se han elevado a colectivas, sin rigor ni soporte bíblico, racional o histórico. Se fundamentan en la exclusiva autoridad de sus firmantes. Se trata de un discurso radical en contra del sentido común y la enseñanza de Jesucristo, elaborado por personas vocacionalmente inclinadas a controlar la conciencia de sus semejantes.

Es complicado aceptar que en una persona con la trayectoria de Máximo García se pueda encontrar tal nivel de ignorancia, en relación a un tema que expone públicamente como de dominio personal.

Llamo a sus seguidores a revisar los documentos oficiales, a leer e investigar con orden y metodología, y así evitar exponer de manera tan sesgada y errática el tema de la inerrancia. No todos están de acuerdo con ella. Eso lo entendemos. Pero eso no justifica ataques a la doctrina de la inerrancia bíblica que carezcan del sustento más elemental.

Porque en este caso el autor ha escupido hacia el cielo al hablar de cuestiones “absolutamente subjetivas sin rigor ni soporte bíblico, racional o histórico”.

 

Juan Paulo Martínez Menchaca – Ldo. en Derecho y teólogo – México

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