¿A quién creeremos?

Si mi Padre Celestial me dice que Jesucristo es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo, ¡le creo!

Argentina · 27 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 20:38

foto: Héctor J.R.,
foto: Héctor J.R.

Tengo un hermano y amigo que afirma que, sin Santidad, nadie verá al Señor; y que el tal irá al Infierno, por no seguir la santidad. Creo que, sin Santidad, nadie absolutamente irá al Cielo; pero entiendo que no irá, no porque haya perdido su Salvación, sino porque nunca la tuvo.

O sea, el principio regulador (Sin santidad nadie verá al Señor) es preservado en ambos casos; uno lo entiende de esta manera, porque piensa que tal persona perderá su Salvación; otro lo entiende de otra manera, porque piensa que tal persona en realidad nunca experimentó el Nuevo Nacimiento y nunca fue salva. Eso sí: ambos desaprueban a aquellos que minimizan la advertencia de Hebreos 12.14 asegurando que, hagas lo que hagas, eres salvo y siempre salvo; total, la Salvación no se pierde, aunque estés revolcado en el cieno del pecado.

Si tú crees que el hombre no puede buscar a Dios, o no puede oír la Palabra, o no puede creer sin la previa ayuda o auxilio o asistencia del Espíritu Santo, esto no representa ningún problema; ya que, aun para buscar, oír y creer, el Santo Espíritu está moviéndose sobre la superficie de las aguas oscuras, aleteando, empollando, como dice el original en Génesis, hasta que Dios dice: "Sea la Luz" y se hace la luz. ¡Amén!

Dios, en Su Infinito Conocimiento Anticipado (Presciencia) sabe quién  confiará en Jesucristo como su único y suficiente Salvador personal. Aun así, ofrece la Salvación a todos los seres humanos.

"Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho" (Isaías 1.18-20).

  • Si mi Padre Celestial me dice que si quiero oír o no quiero oír es mi responsabilidad, ¡le creo! (Isaías 1.18-20).
  • Si me dice que, si quiero, puedo tomar del Agua de la Vida totalmente Gratis, ¡le creo! (Apocalipsis 22.17).
  • Si me dice que Jesucristo es la Propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo, ¡le creo! (1° Juan 2.2).
  • Si me dice que el que cree en el Hijo tiene Vida Eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios está sobre él, ¡le creo! (Juan 3.36). 
  • Si Dios afirma que ama a toda la humanidad, que ha provisto Salvación para toda la humanidad, que todo aquel que cree de verdad es salvo, que todos los trabajados y cargados que acudan a Jesucristo recibirán descanso, ¡debemos creerle!

Hay un principio espiritual, y es que debemos leer, creer e interpretar las Escrituras como niños (Lucas 10.21).

A pesar del miedo que tienen algunos de admitir que hay lugar para la voluntad propia en la decisión de recibir o rechazar a Cristo (por temor a que siquiera una astillita de mérito humano se colase en ello), a Dios no le preocupan para nada nuestros miedos y temores. ¡Como si fuéramos nosotros los guardas del honor de Dios!

Por la Presciencia de Dios Padre hemos sido elegidos y predestinados, con el conocimiento anticipado de Aquel que sabe todas las cosas antes que ocurran, ya que ninguna cosa sucede que no esté prevista por Él, de tal modo que nada lo toma por sorpresa; sino que todo en el Universo está previamente diagramado y consignado en Sus Planes, sin errores ni contradicciones. ¡Amén!

¡Qué liberación de espíritu tenemos al comprobar que "... con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas"! (2° Crónicas 19.7).

En Dios no hay acepción de personas, no hay discriminación.

Precisamente, al contrario de lo que afirma el Calvinismo, el cual dice:

"Dios en su secreto consejo elige a aquellos que Le agradan..."; "... no todos son elegidos realmente con una misma gracia..."; "... puesto que la experiencia demuestra que de la gran multitud que forma la iglesia, la mayoría de ellos se extravía, y se van, unos por un sitio, otros por otro, de forma que no quedan sino muy pocos"[i].

Observa esta otra afirmación de un calvinista: “Dios quiere todas las cosas que suceden… Dios creó el pecado[ii]. Hermano, ¿tienes idea de la barbaridad de esta declaración? Entonces, ¡Dios es el diablo y el diablo es Dios! Si Dios, el Supremo Creador, el Único Dios, creó el pecado y supuestamente hace que el hombre peque, y condena entonces a la inmensa mayoría de ellos a sufrir eternamente; y a unos pocos -para demostrar Su 'inmenso' amor a la humanidad- los salva, ¿qué esperanza tiene entonces la humanidad?

Piénsalo por un momento: la gente que se pierde por causa del pecado que supuestamente Dios creó es condenada, porque Dios no la eligió, no la predestinó para ser salva. ¡Estas personas -porque supuestamente Dios creó el pecado- sufrirán eternamente en el Lago de Fuego!

Entonces, Dios creó el pecado para tentar a la humanidad y, cuando la humanidad peca, no le da a la inmensa mayoría la oportunidad real, cierta, de ser regenerada, convertida y salvada; solamente salva a unos pocos, porque Le cayeron en gracia. (“Dios en su secreto consejo elige a aquellos que Le agradan...").

Si fuese así, ¿es el diablo o es Dios? La Palabra de Dios expresa: "Dios no puede ser tentado por el mal, ni Él tienta a nadie". (Santiago 1.13). ¿A quién creeremos, a Dios o a Calvino? ¿A Dios o a Sproul?

 

Marcos Andrés Nehoda – Pastor - Argentina

[i] Autor: Juan Calvino. Título de la obra: "Institución de la Religión cristiana". Libro Tercero. Capítulo 21 titulado "La Elección eterna con la que Dios ha predestinado a unos para Salvación y a otros para Perdición". Ítem 7.3. (La idea es que aun de los mismos salvos se discrimina una porción o remanente que han sido elegidos con una Gracia 'ESPECIAL'. Esto demuestra que, lejos de propugnar una enseñanza alejada de los propios méritos se deja entrever que 'algo' vio Dios en los elegidos, para haberlos escogido a ellos).

[ii] Autor: R.C. Sproul, Jr. Título de la obra: "Almighty Over All" (Grand Rapids, MI, Baker Books, 1999), p. 54.

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - MARCOS ANDRES NEHODA - ¿A quién creeremos?