El creyente y las ‘constelaciones familiares’

Vamos a acercarnos a la herramienta terapéutica de las Constelaciones Familiares y valorar lo que implica para el creyente

ESPAÑA · 07 DE DICIEMBRE DE 2016 · 18:16

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Quisiera empezar este artículo apelando al sentido común y al buen criterio de las personas —sean estas creyentes o no— a la hora de leer estas líneas, permitiendo así que la lectura sea sin dobleces y libre de prejuicios.

Sin lugar a dudas, y creo que en esto todo creyente estará de acuerdo, Dios usa a las personas, a sus criaturas, para realizar Su obra. Usa a un médico para sanar nuestro cuerpo, a un bombero para rescatarnos del incendio y a cualquier creyente, por muy joven que sea, para compartir Su mensaje.

Dios lo hace como quiere. De nada sirve esperar que Dios nos vaya a rescatar en forma de zarza ardiente o que de repente nos eleve hasta el cielo porque sí. Si lo quiere hacer lo hará, por supuesto, pero no es lo habitual. Dios usa toda Su creación: desde la más insignificante piedra hasta la persona más influyente.

Dicho esto, es de esperar que cuando el creyente ora a Dios se haga Su voluntad. Y esta voluntad no es a la carta. Quizá estemos tentados a pensar que ya no va a hacer falta llamar a una ambulancia tan solo porque oremos a Dios para que esa niña que ha tenido un accidente y está en medio de un charco de sangre se salve. Pero dudo mucho que un buen conocedor de Dios haga esto. Orará, sí, pero entenderá que Dios usará a los médicos para intervenir. Y dará gracias por ello. Es lo que se llama dar gloria a Dios. Y así debe ser. Dios permite que sucedan cosas para nuestro crecimiento. Incluso aunque la vida de esa niña quedase truncada al final.

Es de esperar, pues, que en cada ámbito y campo del conocimiento Dios use lo que hayamos descubierto o inventado en pos del bien de Su creación. Otra cosa muy distinta es la de usar Su Palabra para inventar «religiones» o «Cristos», tal y como se advierte en las Escrituras. Es ahí donde hay que estar ojo avizor, no en si una pastilla para el dolor de cabeza, un móvil con mensajes que vienen del aire o un tipo de terapia están en contra de Dios, cuando lo que se busca es que sean útiles para el bienestar del ser humano.

Comentado esto, quisiera ahora dar luz sobre este tipo de terapia que, por falta de conocimientos teóricos, cae en desprestigio, bien porque se la tacha de ocultista o bien porque todavía no se ajusta al tipo de terapia clasificada como «científica» en el ámbito de la psicología.

Debemos saber que, a medida que pasa el tiempo y se va ampliando el conocimiento sobre este tipo de terapia, cada vez hay mayor comprensión y empeño para normalizar su uso en el ámbito de la salud. Sin ir más lejos, el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de Barcelona cuenta con psicólogos clínicos, terapeutas, profesores y especialistas que divulgan esta terapia en las aulas de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y se está trabajando para crear un marco teórico que permita que se la trate en la misma igualdad de condiciones que otro tipo de terapia, sea esta humanista, conductual o breve, por poner algunos ejemplos.

Es justo, pues, que se explique de una manera didáctica y cercana qué sucede en este tipo de terapia, y dar unas pequeñas pinceladas del corpus teórico que la sustenta. Luego podremos decidir si nos interesa usarla o no, pero sin mezclar lo que es una simple herramienta con la Palabra de Dios, y mucho menos señalar a los que la usan de personas que no aman a Dios.

El término «Constelaciones Familiares»[i] nada tiene que ver con las estrellas, el firmamento, la astrología o lo esotérico. Simplemente es un término que nos evoca una imagen; una metáfora que nos permite describir de una manera gráfica lo que se ve cuando se utiliza este tipo de terapia.

La Terapia Sistémica de Configuración Familiar (que es como se suele llamar en ámbitos académicos) es una herramienta terapéutica que nos permite acceder a la información que se encuentra en los sistemas humanos.

De hecho, todo se organiza en torno a un sistema. El propio cuerpo humano es un conjunto de sistemas que funcionan como una unidad, y todas sus partes son necesarias y requieren estar en condiciones para su buen funcionamiento.

Cada sistema tiene almacenada información de cómo debe funcionar de forma óptima. Si alguna parte del sistema se resiente o desequilibra, todo el sistema sufre las consecuencias, ya que procurará estabilizarse para seguir sobreviviendo o adaptarse. La manera en cómo lo haga generará tensión para compensar esa parte que no funciona bien.

Así que lo importante es ver qué tipo de información está manejando el sistema cuando se desequilibra o está en tensión, para aclararla, transformarla o cambiarla y volver a la estabilidad.

Para acceder a la información del sistema utilizamos nuestra intuición. Esta capacidad la tenemos todos y la usamos como parte de nuestro caminar diario por la vida. Todos hemos sentido al entrar en un sitio con un ambiente tenso que había tensión o que pasaba algo. Todos somos capaces de apreciar qué información nos da el ambiente de un lugar y nos comportamos según esa información. Si lo que percibimos es mal ambiente, nos tensaremos o estaremos más alerta; si lo que percibimos es tranquilidad, actuaremos con menos resistencias. Es un fenómeno que todos podemos observar.

Lo que estamos haciendo es acceder a la información del sistema en el que nos encontramos. Y con esa información tomamos decisiones sobre cómo actuar.

En las Constelaciones Familiares pasa lo mismo. Al poner en la sala a los representantes de las partes de un sistema, acceden a la información que hay contenida en ese sistema, y se comportan o mueven tal y como se sienten con esa información.

Nos encontramos, pues, con una herramienta terapéutica fenomenológica que nos permite observar el comportamiento de las partes del sistema para sacar a la luz la información que manejan. Una vez sale a la luz la información base, es cuando se puede facilitar una solución para recuperar la estabilidad de ese sistema.

Durante la terapia se trabaja con todas las emociones y creencias limitantes que surgen para permitir que se puedan ver las cosas con claridad y comprensión.

Como herramienta terapéutica es muy potente, pero eso no quiere decir que no se deba trabajar mediante otras herramientas o profesionales. Por ejemplo: si tratamos un caso de adicción a las drogas, podemos poner en orden y averiguar la causa original que ha llevado a la persona a tomar drogas. Esa persona mostrará cambios visibles de que se ha trabajado su sistema, pero necesitará ayuda profesional del ramo para deshabituar su cuerpo a la sustancia.

Para finalizar, aun dejando otros puntos importantes en el tintero, decir que esta terapia no tiene como objetivo alejar a un creyente de Dios. Muy al contrario: la comprensión, respeto y aceptación de lo sucedido tal y como fue, nos lleva a dar gracias al Creador por cada experiencia de vida que se tiene, a no juzgar y a amar a cada ser humano tal y como es. Esta terapia es, pues, simplemente, una herramienta cuyo objetivo es gestionar emociones e integrar experiencias de vida, dando una mayor comprensión de los hechos vividos.

 

Agradezco al lector el tiempo que ha dedicado en leer este artículo y el espacio que se me ha concedido para compartir estas líneas.

11 de octubre de 2016

 

Pilar Muñoz-Reja Prieto[ii] - Facilitadora/Terapeuta CF - El Vendrell, Tarragona

 

[i] http://protestantedigital.com/sociedad/40447/Constelaciones_familiares_un_analisis

[ii] Facilitadora-Terapeuta de Constelaciones Familiares, formada por David Solá y otros profesionales. Máster en Pedagogía Sistémica (IG/CUDEC). Profesora de Secundaria y Bachillerato.

 

 

 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - PILAR MUÑOZ-REJA PRIETO - El creyente y las ‘constelaciones familiares’