De películas: ‘El nuevo Nuevo Testamento’

Aberrante: Del latín ab-errare, que puede traducirse como “el que vaga lejos”; y, si aportamos el carácter volitivo presente en toda obra de arte, “el que decide vagar lejos”.

México · 30 DE JUNIO DE 2016 · 15:00

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Para los aficionados a las etimologías, hay que comenzar diciendo que la nueva película del director belga Jaco Von Dormael (1957), El nuevo Nuevo Testamento[i], es en extremo aberrante. Sí, aberrante. Del latín ab-errare que puede traducirse como “el que vaga lejos”, y, si aportamos el carácter volitivo presente en toda obra de arte, “el que decide vagar lejos”.

Porque hay mucha heterodoxia en imaginar a Dios avecindado en Bélgica como un viejo aficionado a los programas de concursos que tiene a sus esposa (Yolande Moreau) literalmente muda y a su hija de diez años (Pili Groyne) sumida en el tedio. Podrán decir que Von Dormael ha ido lejos con esta idea. Y qué bueno.

El Dios que se le ocurrió al director de Mr. Nobody (2009) se parece un poco al imaginado por Sabines sobre todo en eso de que “es un viejo que no se toma en serio”, “cegatón” y “bastante torpe”. Es un Dios, pongámoslo en términos que circulan hoy en el debate teológico, adultocéntrico y heteropatriarcal, que busca evitar con su hija, Ea, los errores que cometió antaño con su hijo el mayor, JC, quien acabó por írsele de las manos. De él queda en la casa una fotografía en la sala –sí, La Última Cena de da Vinci– y una figurilla en el cuarto de su hermana a través de la cual ambos pueden conversar y, luego, planear la huida y la venganza.

Porque de ese Dios hay que vengarse, o, al menos, hacer que la pase mal. Primer paso: huir por la lavadora. Segundo paso: conseguir una cuadrilla. Si Jesús ocupó doce, a ella le bastará con 6. Doce más seis igual a 18, número de integrantes de un equipo de baseball, deporte preferido de la madre. Tercer paso: escribir. ¿Otro testamento? Sí, otro. Pero diferente.

¿Diferente cómo? Fácil, que en vez de hablar de Ea, hable de los apóstoles: que sean ellos quienes cuenten su historia. Golpe a la exégesis tradicional, aunque los métodos histórico-críticos y hermenéuticos den cuenta, efectivamente, de que los evangelios además de hablar de Jesús, hablan de los redactores y las comunidades que rodearon a los redactores.

No seamos tan rigurosos con Von Dormael: no es un teólogo y probablemente poco sepa del estado actual de la teología católica y protestante. Lo mismo ocurre con el novelista alemán David Safier que, en su espléndida novela Jesús me quiere (2008), nos revela a un Jesús bastante atolondrado por su regreso (aberrante, de nuevo, para la ortodoxia conservadora y para la “tradición”, pero bastante cercano a las cristologías posmodernas, feministas, poscoloniales o queer).

La perspectiva de Von Dormael en toda su obra (cuatro películas hasta ahora), entre Haneke y Von Trier, Scorsese y Polanski, es de una alegría inusitada y difícil de encontrar en el cine contemporáneo. Basta recordar la sonrisa inmarcesible de Nemo Nobody hacia el final de la cinta Mr. Nobody cuando descubre que él tenía razón y el fin del mundo es, después de todo, una implosión que nos permite revivir nuestros pasados y anclarnos a una de aquellas jubilosas alternativas. Para siempre. O no. No importa. Importa sí la última imagen: un niño y una niña sentados en el muelle.

Al director belga le entusiasma la infancia: descubre en ella las posibilidades infinitas; lo que lo sitúa más cerca, por ejemplo, del animador japonés Haya Miyazaki que de Wes Anderson, también director de comedias. Por eso no es extraño que Ea, una niña de 10 años, sea quien lleve la batuta en este nuevo Nuevo Testamento (motivo que debe dar más de una idea a nuestros teólogos y teólogas de la niñez lo mismo que a los afincados en la hermenéutica narrativa).

La cinta empieza, con la Biblia, en el Génesis: la creación del hombre y la mujer, la creación del jardín de las delicias. En este caso, una plancha de cemento con rascacielos plantados a diestra y siniestra: sí, se trata de Bruselas. Ya en El octavo día (1996) Von Dormael se acercó al instante de la creación con un añadido cautivador: el octavo día Dios creó a Georges, un chico con síndrome de Down.

Más que cautivar, en el Génesis de El nuevo Nuevo Testamento, el director parodia la versión bíblica del Principio (al reimaginarla en un tecnologizado siglo XXI) y logra en el espectador las primeras carcajadas: la desnudez de Adán y Eva está censurada, su fructificación y multiplicación ocurre en el interior de un apartamento, y todo desemboca en un Dios que el séptimo día creó un software para mantenerse entretenido y tener la población humana bajo su control.

También hizo algunas maquetas a escala para inventar las inundaciones y los terremotos. Tenía razón quien le escribió a Timoteo que el ocio te vuelve chismoso y entrometido (1 Timoteo 5,13). Tal ocurre con Dios. Por eso Ea se harta y decide ponerle un alto: jaquear su computadora. Enviar a todos aquellos con celular la fecha exacta de su muerte. Hay que reconocer en este gesto un acierto grande de Von Dormael y de Thomas Gunzig, quien colaboró en el guion. La cinta sostiene que los hombres creen en Dios solamente como paliativo ante la inevitabilidad de la muerte y ante la incertidumbre de su llegada. Si sabemos cuándo se acaba esto, entonces podremos hacer lo que queramos: carpe diem. Desde abandonar al marido de pacotilla que tenemos en casa hasta decidir empezar a vestirnos como nos gusta o convertirnos en apóstoles y retadores de la Parca. Vivir, al fin y al cabo.

Cuando Ea escapa de su padre (el Éxodo), lo primero que hace es comer basura, guiño genialmente corrosivo sobre la encarnación (lo que nos hace humanos es eso, finalmente: que tarde o temprano acabamos comiendo mierda). A Dios le ocurrirá lo mismo cuando vaya a la caza de la pequeña fugitiva. No obstante, el destino de Dios en la tierra sólo empeorará, mientras que Ea encontrará a su escriba, el vagabundo Víctor,  y a sus seis discípulos con los que cambiará de nuevo, al menos es la intención del guion de Von Dormael, la historia de la humanidad.

Otro gran acierto de Von Dormael es que consigue que, efectivamente, la cinta no trate de Ea, como lo aconseja JC, sino que distribuya su peso en seis historias (cinco de ellas entrecruzadas) que seguiremos hasta su desenlace: dos mujeres, tres hombres y un niño, este último el más afín a Ea, por razones etarias lógicas.

Si hay algo que une a las seis nuevas Bios es que todas tienen en su centro algún problema de relaciones intergenéricas o de identidad: una mujer es cosificada y otra es violentada por su marido; un hombre vive un matrimonio soporífero, otro está agobiado por su trabajo y otro ha visto truncada su plenitud sexual por una mala experiencia infantil; finalmente, el niño no se encuentra cómodo con los pantalones y las playeras.

Ea hace para todos ellos un milagro: les dice el ritmo de su corazón; o sea, les dice cuál es la canción que les ayudará a encontrar sentido a su vida (suena a libro de autoayuda y a ilustración de Dante Gebel, pero en El nuevo Nuevo Testamento cada toma de Ea recargada en el pecho de los futuros comensales en el aposento alto queda espléndida).

Hacia el final, Ea y sus seguidores llegan a una playa donde han decidido congregarse a morir cientos de personas, entre ellos el moribundo niño que ahora gozoso lleva puesto un vestido. Pero la muerte no llega sino, en una versión un tanto kitsch del arcoíris post-diluvio, el cielo se pinta de flores de colores. Entonces descubrimos que la madre decidió cambiar un poco la historia: ahora también los hombres se embarazan y las mujeres pueden formar sin problema alguno una familia con los primates (si tu esposo es odioso, no es extraño que te compres una mascota; mientras más parecida a ti, mejor). También el pasado podrá recomponerse (resabio anímico de Mr. Nobody) y la amistad, que es otra forma del amor, acabará venciéndolo todo. Y claro, no hay que dejar fuera el hecho de que la Biblia, con su Nuevo Nuevo Testamento, volverá a ser un best-seller: un libro amado por todos.

¿Y Dios? Que siembre lo que cosechó: puras desventuras. Mamá Diosa es mucho mejor.

Con este desenlace, la propuesta imaginada Von Dormael pierde fuerza. El mundo que resulta después de la aventura no sufre un cambio radical, simplemente queda al revés: un apocalipsis fútil y edulcorado.      

 

Samuel Lagunas - Lic. Lengua y Literatura Hispánicas – México

 

[i] Ficha técnica:

Título original: Le tout nouveau testament. Año: 2015. Duración: 113 min. País: Bélgica. Productora: Coproducción Bélgica-Francia-Luxemburgo; Caviar Films / Climax Films / Juliette Films Director: Jaco Van Dormael. Guión: Jaco Van Dormael, Thomas Gunzig. Fotografía: Christophe Beaucarne. Reparto: Pili Groyne, Benoît Poelvoorde, Marco Lorenzini, Yolande Moreau, Catherine Deneuve, Laura Verlinden, François Damiens, Serge Larivière, Romain Gelin, Didier De Neck, Anna Tenta, Bilal Aya, David Murgia.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - SAMUEL LAGUNAS - De películas: ‘El nuevo Nuevo Testamento’