Legalismo o anarquismo

La globalización ha acelerado sin fronteras ni barreras un proceso que siempre ha afectado a la humanidad, sobre todo con la aparición de las redes sociales. El cambio es bueno, dicen los más veteranos; pero yo digo: siempre que sea para edificar, no para destruir.

ESPAÑA · 09 DE JUNIO DE 2016 · 15:41

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Vivimos en una época de cambios, hecho que es innegable desde la demanda de una transformación política y económica en nuestra sociedad hasta las modificaciones en la estructura familiar tradicional.

Y es que la globalización ha acelerado sin fronteras ni barreras un proceso que siempre ha afectado a la humanidad, sobre todo con la aparición de las redes sociales. El cambio es bueno, dicen los más veteranos; pero yo digo, siempre que sea para edificar, no para destruir.

 

Pero, ¿y dentro del cristianismo? ¿Hay cambios? De haberlos, ¿cuáles son?

No es mi intención crear polémica, pero sí opinión. Paralelamente a todo este proceso, la iglesia ha vivido también una transformación en muchas de sus áreas. A día de hoy tenemos un sinfín de herramientas, sobre todo internet, que nos permiten evangelizar y extender el Reino a mayor escala

Por eso estoy a favor de adaptar los medios para llegar al mundo. Pero el verdadero problema es cuando en vez de adaptar los medios adaptamos el mensaje. En este punto podría extenderme ya que es un tema que da para mucho, por esta razón quisiera enfocarme en la forma en que se ha distorsionado la imagen de Dios y el mensaje de la cruz. Entre todos estos cambios parece que hay dos palabras que dan angustia y hasta miedo: legalismo y religión. Parece que no hay peor insulto y ofensa dentro del mundo cristiano que la de ser acusado de legalista o religioso.

 

¿A qué nos referimos por legalismo?

Por legalismo hacemos referencia a un modo de vida que busca aplicar todas las reglas que se enseñan en la Biblia, sobre todo en el Nuevo Testamento. Como sabemos, todos los extremos son malos. En el caso del legalismo, en el panorama evangélico, ha provocado los siguientes problemas:

· La ley y su estricta aplicación opacan la Gracia.

· Se crea una comunidad de cristianos que compiten por ser el más ‘’santo’’, lo que en otras palabras se conoce como orgullo y vanagloria.

· Aparecen nuevas reglas ajenas a la Biblia, que hasta en ocasiones cobran más importancia.

 

¿Y cuál es el lado opuesto?

Por otro lado, y aunque suene radical, tenemos el anarquismo, no en el sentido estricto de la palabra, ya que el anarquismo se opone rotundamente a todo lo que sea religión. Al utilizar este concepto quiero hacer mención del hecho de que la anarquía no acepta autoridad, no se somete a nadie.

Aunque suene fuerte, hay iglesias ‘’anarquistas’’, en el sentido de que no se someten a Dios, ya que lo adaptan, ajustan el mensaje a sus necesidades y forma de vida, muchas veces alejada de la enseñanza bíblica. Hacen de Dios un dios de amor, que todo lo permite, que no emite juicio; vamos, un dios edulcorado que no tiene nada que ver con el Dios Jehová de los ejércitos.

¿Cómo puede ser que en congresos y eventos de jóvenes se vea a tantos con tatuajes, piercings, etc.? Puedo entenderlo si llevan poco tiempo congregándose, pero cuando ves que llevan meses, años, y siguen igual, algo anda mal.

Dentro de las infinitas características que tiene Dios, podríamos definirlo con dos palabras: justicia y amor. El problema es que muchas veces nos quedamos con el amor pero no queremos la justicia. Si Dios fuera solo justicia, estaríamos todos condenados al infierno, prácticamente creados para un tormento eterno. Y si fuera todo amor, dejaría de ser justo porque por amor toleraría todo, por lo que sería corrupto.

 

Un ejemplo

Supongamos que detienen a un asesino que ha matado a dos niños de tres y cinco años y luego lo someten a juicio. Si el juez dijera: “Lo amo, lo aprecio en mi corazón, lo perdono de todos sus delitos, que quede libre”, ¿no sería un juez corrupto? No impartiría justicia.

A lo que añado: ¿y cómo sabemos qué es lo justo y lo injusto? Gracias la ley. Ésta es la responsable de establecer una clara frontera entre el bien y el mal. Aparte, la ley nos muestra nuestro estado caído como seres humanos y la urgente necesidad de un redentor que pague nuestros delitos.

Entonces Dios es justo, porque cumple y ejecuta los preceptos que Él mismo estableció y es amor porque nos amó de tal forma que envió a su Hijo para que todo aquel que en Él crea no se pierda mas tenga vida eterna (Juan 3:16). Sería en el momento del juicio del homicida que mató a los dos niños se le presenta Jesús para pagar la pena que el asesino tendría que cumplir, por amor y para cumplir justicia, porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 6:23).

 

¿Cuál es nuestro papel?

Jesús enseñó: ”Si me amáis guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). “No todo el que dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Pero la obediencia a estos mandamientos, en sí mismos no salvan, porque “por gracia sois salvos por medio de la fe; no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

En conclusión, la obediencia y la santidad han de ser fruto de una verdadera conversión y constante labor del Espíritu Santo. El amor de Cristo en nosotros es lo que nos lleva a querer vivir conforme a su voluntad.  Estamos en el mundo, vivimos en el mundo, pero nuestra nacionalidad es la celestial.

 

Isaac Carrera Martínez – Camarero y YouTuber - Barcelona - España

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ISAAC CARRERA MARTÍNEZ - Legalismo o anarquismo