Suicidio

Lilia Ana Cisneros Luján

29 DE ABRIL DE 2014 · 22:00

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Escandalizarse por el aumento de suicidios en el mundo -que en México, solo para el caso de los adolescentes de entre 15 y 19 años, se ha convertido en la tercera causa de decesos-, es solo una aproximación superficial a la tragedia de una muerte autoinfligida de seres humanos cuya desesperanza o frustración les abruma al grado de no apreciar su propia vida. Los efectos para la familia, los compañeros de escuela, maestros, vecinos, terapeutas, etc., son impactantes, pues en diversos niveles aparece la culpa, empezando por la duda: ¿Cuánto más podría haber hecho? ¿Cómo es que no me di cuenta?, hasta llegar a ¡Aquél fue el responsable! Como en cualquier caso, la prevención[i] es lo más importante, y para prevenir nada mejor que conocer el problema sus causas y sus efectos. En temas tan sensibles como éste, la primera reacción es de negación: “Es que la gente está tan desesperada que su única salida es aventarse al metro”, “La falta de educación es lo que los lleva a esos extremos”, “No quiso ver el sufrimiento de sus hijos y por eso se mató”, “Nunca superó la muerte del ser amado”, son algunas de las frases evasivas para tratar de entender; pero lo cierto es que solo en México el 30% de las suicidas tenían educación superior y, contrariamente a lo que se supone, casi el 81% de quienes deciden cortar su vida son hombres. ¿Podemos alegar falta de inteligencia en Ernest Hemingway, Van Gogh, Virginia Woolf o Tchaikovski? Varios estudios han encontrado que el gremio de los escritores y creadores en general acumula un alto grado de suicidios: Reinaldo Arenas, poeta y escritor cubano, Horacio Quiroga, son algunos de los que luego de escribir como obra póstuma su carta explicativa del temor a enfrentar una enfermedad incurable, su decepción por el rechazo sentimental de alguien cercano y hasta su afán de provocar alguna conducta en alguien amado, se matan, y así tenemos a Ian Curtis, Marilyn Monroe y un buen número de rockeros –o cercanos a estos como el caso de Samuel Epstein representante de los Beatles-, negados a aceptar para sí o para la pareja un destino que no desean[ii]. Quitarse la vida supone gran variedad de métodos. El veneno es quizá uno de los más antiguos, y en esta lista podemos incluir a Sócrates, Cleopatra, Nerón o Marco Antonio. De entre las medidas de prevención más simples, sobre todo para el caso de adolescentes, está la de evitar armas de fuego - el 60% de todos los suicidios en los Estados Unidos son por armas en casa. Son tantos los casos de jóvenes, desde secundaria hasta universidad, que han usado la pistola de los padres para matar a compañeros y luego suicidarse, que casi nos hemos vacunado frente a la emoción que produce una tragedia de tales alcances, la cual la mayoría de las veces supone para el perpetrador un acto de justicia. Si esto parece casi normal en el siglo XXI, es importante recordar épocas pretéritas en la cuales matarse por honor era usual, como el caso de Lucrecia –mujer de César, sobrino de Lucio Tarquinio- quien se apuñala luego de denunciar la violación de un primo que, además de ultrajarla, la amenazó con exhibirla como supuesta amante de un esclavo. Aun cuando este tipo de motivación no está muy de moda y ya no existe el método de los duelos en los que una de las partes acudía sabiendo que el resultado sería su muerte, algunos suicidios, como el del exalcalde de Saint-Cyprien en Francia o el de un ex presidente surcoreano, podrían agregarse a la categoría de “honor” o reivindicación por culpas[iii], como la corrupción. Hoy día, además de colgarse, pegarse un tiro o arrojarse de lo alto o al paso de un vehículo, los elementos más comunes para auto infligirse la muerte son las pastillas –sacadas del botiquín de los padres o robadas en algún establecimiento-, y muchos otros químicos que van matando poco a poco, lo mismo a niños que jóvenes o adultos. Aun cuando impacta más el suicidio[iv] de un solo acto, son millones los seres humanos que van matándose lentamente por ingerir alcohol o cualquier otra droga -sobredosis con medicamentos de venta libre o intercambiada con amigos y compañeros-, y otros que lo hacen por omisión al evitar alimentarse –bulimia, anorexia y abstinencia de comida en ancianos que deciden ya no seguir en el mundo. Lo ideal sería no esperar al mes de septiembre para evitar que en México se quiten la vida 16 jóvenes cada 24 horas y que 25 más lo intenten en ese mismo lapso.Observar datos de depresión, trastorno bipolar, sentimientos de irritabilidad o agitación, desesperanza, complejo de inferioridad, insomnio, es responsabilidad básica de los padres y, en el caso de que éstos sean sospechosos de abusos en consumo de alcohol y drogas o perpetradores de abuso emocional, físico o sexual, es imperativo que algún otro miembro de la familia, la escuela o el barrio intervenga si es necesario con apoyo de las instancias protectoras de la infancia. Saber que las niñas tienden a suicidarse cortándose o por ingesta de pastillas, y que lo piensan el doble que los varones, es tan importante como tener consciencia que los niños fallecen por suicidio cuatro veces más que las niñas. Además de las causas intrínsecas propias de la adolescencia, la potencialidad del suicidio aumenta cuando del exterior existen acosos como el bulling escolar o cibernético, la hostilidad sexual o el verse atrapado en rencillas financieras que involucran a miembros de la familia o amistades muy apreciadas por los adolescentes. No dejar pasar señales de advertencia: retraimiento, regalo de sus pertenencias, considerar el suicidio como tema de conversación y desarrollo de conductas autodestructivas como excesos de manejo de juegos cibernéticos o peligrosos. Este es el mejor método de prevención y eso es posible con la intervención de adultos maduros y estables. Lilia Ana Cisneros Luján – Abogada – México D.F.


[i]10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio.
[ii]Kurt Cobain, fragmento de carta del famoso rockero de los 90:“No puedo soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me he convertido yo. Lo tengo todo, todo… desde los siete años odio a la gente en general… Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo por sus cartas y su interés... Se me ha acabado la pasión. Y recuerden que es mejor quemarse que apagarse lentamente. Paz, amor y comprensión”. Murió el 5 de abril de 1994 a los 27 años en Seattle.
[iii]En la Biblia se mencionan una decena de suicidios –en el nuevo testamento es el de Judas-, y se justifican por honor (Abimelec, que no deseaba que se supiera“que lo mató una mujer” (Jueces 9:54); Sansón, que esperaba recuperar la fuerza para vengarse, aun cuando sabía que moriría por aplastamiento en ese acto, entre otros).
[iv]El término "suicidio" se considera originario de Inglaterra y se atribuye a Browne en 1635, a Charleton en 1651 y a Phillips en 1662. Otros consideran que este vocablo fue utilizado por vez primera en Francia por el abate Prevost en 1734, aunque algunos mencionan a su coterráneo, el abate Desfontaine en 1737. La Real Academia de la Lengua Española admitió dicha palabra en 1817.

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