“Llegué a pensar que era realmente inútil”

La ética bíblica del trabajo choca de frente con un sistema laboral deficitario, según la Organización Internacional del Trabajo, en “bienestar material, seguridad económica, igualdad de oportunidades y margen suficiente de desarrollo humano”. 

Jonatán Soriano

BARCELONA · 10 DE JULIO DE 2019 · 08:30

La colisión entre la ética bíblica del trabajo y los valores del mercado laboral supone un reto para los cristianos, en general, en el mercado. / Deva Darshan, Unsplash CC,
La colisión entre la ética bíblica del trabajo y los valores del mercado laboral supone un reto para los cristianos, en general, en el mercado. / Deva Darshan, Unsplash CC

El periplo de Eugenia Infante, una repostera de 28 años de edad, puede resultar una radiografía orientativa y actualizada de la situación del empleado común en el ámbito laboral en España, en general. Contratada primero a media jornada en la pastelería barcelonesa Escribà, tras una semana de prueba sin cobrar, las horas extraordinarias no remuneradas se convirtieron en algo habitual desde el principio, tal y como explica. Con el paso de los meses le ampliaron la jornada a 40 horas semanales y después firmó el contrato indefinido. Pero el tiempo trabajado de más y sin compensación económica siguió siendo una constante, hasta el punto de llegar a contar una media de dos horas trabajadas por día además de la jornada, según un registro horario que ella misma realizó. 

“Un 26 de diciembre [festivo en Cataluña] tuve que ir a trabajar. Se suponía que no, pero me enviaron un mensaje de madrugada y al final tuve que ir”, explica Infante. Las horas extraordinarias sin remuneración, los mensajes por teléfono y ciertas actitudes por parte de sus superiores la llevaron a presentar una renuncia plasmando sus motivos en una carta en la que afirmaba “amar el puesto de trabajo” pero también manifestaba que amaba a su “familia, esposo, hogar, apoyar en la iglesia y servir en la obra de Dios”, lo cual se veía afectado por lo primero. “Finalizando el mes llegaban con una hoja titulada ‘horas extras’, llena de casillas en blanco y que nos hacían firmar sin solicitar que llenásemos esos espacios”, explicaba también en el escrito. 

Finalmente, la renuncia no se hizo efectiva, pero había preparado el terreno para la situación que acabaría resultando en la pérdida del puesto de trabajo; el embarazo. “Mi jefa siempre me decía que si me quedaba embarazada, me mataba”, dice Infante. Una vez en estado, “también me dijo que nadie más de la empresa podía saber que estaba embarazada”, añade. 

Según Infante, su idea era seguir trabajando durante el embarazo, pero las náuseas y el malestar comenzaron a interferir en su rutina. “Era algo que estaba fuera de mis manos”.  Dos días separados de ausencia por vómitos y malestar generaron una reacción hostil por parte de su superior, dice, que le sugirió cogerse días correspondientes a las vacaciones del año anterior que todavía acumulaba. Hasta que su médico le dio la baja por una semana, que se alargó hasta el momento del parto y el permiso por maternidad. “Todo ese tiempo estuve vomitando a diario, enferma”, señala Infante. “Nadie me llamó para ver cómo estaba. La verdad es que me sentí muy sola”, explica. 

 

Jornadas kilométricas, mensajes telefónicos y la imposibilidad de conciliar el trabajo con la familia, marcan la rutina de muchos trabajadores. / Bethany Legg, Unsplash CC

EL TRABAJO, UNA CUESTIÓN DE RELACIONES

En su informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo, publicado este año y en referencia a datos de 2018, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), asegura que “la mayoría de los 3300 millones de personas empleadas en el mundo sufrieron déficits de bienestar material, de seguridad económica y de igualdad de oportunidades, y carecieron de margen suficiente de desarrollo humano”. 

Que España sigue esta tendencia es tan visible como lo que muestran los datos de la rotación laboral del Ministerio de Trabajo, a fecha de enero, y según los cuales por cada nuevo puesto de trabajo creado en 2018 se necesitaron más de 43 contratos temporales previos. La volatilidad del empleo, en general, es lo que lleva al asesor de los Grupos Bíblicos Graduados (GBG) y coordinador del Movimiento Lausana en España, Jaume Llenas, a considerar, refiriéndose al libro La corrosión del carácter, “el compromiso a largo plazo” e “involucrarse emocionalmente con las personas” como los retos principales que la ética bíblica del trabajo plantea al sistema laboral actual. “Aunque las empresas para las que trabajamos nos piden trabajo en equipo y colaboración mutua, fomentan relaciones superficiales y utilitarias, despachan a sus trabajadores sin ninguna consideración relacional, usan y tiran trabajadores siguiendo otros principios muy distintos”, dice. “Este contraste de valores provoca la corrosión del carácter, la destrucción de la persona”, añade. 

Algo parecido pudo experimentar Coral Cayón durante los meses que estuvo trabajando para una gran compañía textil. Esta profesional de las finanzas colombiana comparte con Infante la experiencia de haber vivido relaciones nocivas en su entorno laboral. “Empecé a notar un ambiente tenso por la cantidad de trabajo, pero también porque nadie tenía buena disposición para explicar nada”, asegura. “Otros compañeros murmuraban de los demás empleados. Me sentí muy tensa e incapaz de hacer mi trabajo como nunca antes, no porque no pudiera, sino por la hostilidad del ambiente. No me parecía nada interesante y no compartíamos la misma escala de valores. Poco a poco todo se volvió más tenso, hasta el punto de que me daba miedo preguntar algo por la reacción del grupo”, matiza Cayón, que también explica que desde la empresa alegaron su “otro ritmo de trabajo” por su procedencia latinoamericana, en lugar de analizar si se había generado la suficiente adaptación. “Era increíble ver cómo pensaban que tenían la razón en todo y, peor aún, pensar que para ellos era mi manera de ser y mi incapacidad de entender lo que me hacía inútil. Perdí el apetito y llegué a pensar que era realmente inútil”, añade.

Según señala Llenas, el perjuicio relacional en el ámbito de trabajo está relacionado con las condiciones laborales en las que se enmarca. “Cuanto más precario es el mercado de trabajo de un país, más injusticias se producen”, dice. Pero, ¿es este escenario una de las interminables cadenas de montaje que enfrenta el protagonista de Tiempos modernos? En este sentido, Llenas apunta al carácter escatológico de la ética bíblica, también para el trabajo, que “siempre mira a los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habita la justicia y nos insta a vivir ahora en condiciones y relaciones justas donde no se emplea el poder para perjudicar al débil y favorecer al fuerte”. 

 

Las relaciones se han convertido en otro campo delicado dentro del ámbito laboral, pero al mismo tiempo suponen la principal plataforma para generar transformación y dar testimonio de una ética diferente del trabajo. / Nik MacMillan, Unsplash CC

UN MODELO EN EL SENTIDO OPUESTO

“Tenía mucho miedo de decir que estaba embarazada porque sabía que la actitud de mis jefes iba a cambiar”, apunta Infante. “Estaba convencida de que después de esta baja querrían que me fuera para no echarme y no tener que indemnizarme”, añade. Precisamente, al regreso de su permiso de maternidad, la pastelería le comunicó que su puesto ya no estaba disponible y le ofreció aceptar un puesto diferente, que Infante cataloga de peor en condiciones físicas, o firmar una baja voluntaria renunciando a la indemnización propia del despido. “Si yo regreso estoy segura de que no estaría bien a nivel emocional porque estarían presionándome todo el tiempo respecto a mi embarazo, y seguiría sin poder conciliar mi trabajo y mi vida familiar”, defiende Infante, que finalmente decidió renunciar al puesto.

Los caprichos e inestabilidades de los trabajos, en general, han centrado el reciente Foro Mundial del Trabajo del Movimiento Lausana, en el cual ha estado presente Llenas. Fijándose en la figura de Daniel, y las duras condiciones y exigencias que debió afrontar durante su exilio en Babilonia, Llenas afirma que “los cristianos deben entender que no será siempre posible mantenerse en el lado seguro, sino que tienen que tomar riesgos”. “Pero serán esas mismas situaciones arriesgadas las que les harán necesarios, imprescindibles, y las que harán que el testimonio de Dios brille ante los mismos ojos del emperador injusto y volátil. Al final, es su fidelidad a Dios lo que les hace ser únicos y fiables en un mundo de engaño”, destaca. 

Y en ese “mundo de engaño” puede resultar algo improbable la idea de provocar un gran cambio que genere transformación en el modelo laboral y el orden establecido a niveles generales. “La cristiandad ha pasado y puede que nunca regrese. El Reino de Dios no lo vamos a establecer nosotros con una mejora constante de la sociedad”, señala Llenas. En la misma línea, la reflexión de Infante muestra que no se trata simplemente de un problema de hábitos laborales que varían por la localización del trabajo, sino que se arraiga mucho más en el concepto de sociedad y cómo ésta debe estructurarse. “Me ha sorprendido España porque, siendo un país tan desarrollado y un país que necesita que se tengan niños porque la mortalidad es mayor que los nacimientos, desde el primer momento en que una empresa contrata a una persona, la puede discriminar por ser mujer y por ser potencialmente madre”, dice. “Son esas cosas las que hacen que una se pregunte qué apoyo de parte del gobierno y de las empresas tenemos quienes queremos tener familias”, reitera.

“Sin embargo”, puntualiza Llenas, “es posible procurar el bien de la ciudad a la que el Señor nos ha enviado”. En este sentido, el asesor de GBG y coordinador del Movimiento Lausana en España apunta al reflejo de una vida activa en el evangelio como elemento clave para transformar las relaciones, que considera la base de todo cambio. “No se trata tanto de una ética o una moral, sino de vivir los elementos del evangelio en medio de esta sociedad, aplicando la gracia a nuestras relaciones laborales, viviendo con la confianza y la esperanza en un Dios que tiene el control de los tiempos en su mano”, remarca. 

También Cayón coincide en la temporalidad de la hegemonía mercantilista vista desde una perspectiva bíblica. “Hay sistemas en que algunas grandes empresas tienen unos valores claros y solo se alimentan de aquellas personas que piensan igual o que quieren pertenecer al prestigio de la empresa, pero al final no ganan nada”, señala. 

Y es que la colisión entre un carácter moldeado por la ética bíblica del trabajo y los ‘valores’ del ámbito laboral, en general, solo puede impulsar a quienes buscan una justicia que exceda al momento y a su caso particular a asumir el reto y la responsabilidad de esa transformación desde lo personal, desde las relaciones. “Podemos transformar el ambiente de nuestro lugar de trabajo con estas actitudes. Además tenemos que mirar más allá para implicarnos en la lucha contra los sistemas del mal que detectamos a nuestro alrededor”, dice Llenas. 

Al fin y al cabo, insiste, “los cristianos siempre han sido transformadores de su mundo para que este no sea todo lo malvado que podría ser, sino que se haga evidente la acción de Dios en él”.

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