Caminos en la arena

Un joven estudiante de ingeniería biomédica prepara para su trabajo final el diseño de una silla de ruedas adaptada a terrenos irregulares, pensando concretamente en las zonas rurales de Mozambique. 

Jonatán Soriano

BARCELONA · 10 DE AGOSTO DE 2018 · 16:00

Un camino arenoso en Mozambique. / Daniel Collado,
Un camino arenoso en Mozambique. / Daniel Collado

Si la razón de ser de un trabajo final de grado es aportar algo relevante y significativo para la comprensión de la realidad y el desarrollo en ella, el de Daniel Collado es un proyecto de lo más singular. Especial, porque combina al mismo tiempo el contacto con una cultura desconocida, como es la mozambiqueña, y el desarrollo de una herramienta que sirva de respuesta a las necesidades de una parte de la población; una silla de ruedas adaptada al terreno autóctono y las zonas rurales del país. “Mozambique es un país donde el terreno, en un alto porcentaje, es arenoso. Esto dificulta los desplazamientos de las personas que utilizan sillas de ruedas, ya que se quedan atascadas impidiendo su movilidad”, dice en uno de los puntos del apartado de justificación de su anteproyecto. 

Collado, colaborador del grupo Mefi-Boset, que trabaja con personas con necesidades especiales, es estudiante de ingeniería biomédica de la Universidad de Barcelona y acaba de regresar de Mozambique, donde ha estado durante cerca de un mes en el Centro Social Integrado Macia-Sekeleka, donde se encuentra la misionera de UEBE Sara Marcos y que también trabaja con menores con parálisis cerebral y dificultades de movilidad, conociendo la situación y a las personas sobre el terreno. “Ha sido clave poder ver la realidad de primera mano y ver la necesidad de las personas con movilidad reducida en Mozambique. Me ha aportado más visión para el proyecto, darme cuenta a lo que me estoy enfrentando, ideas de prototipos al ver los materiales y recursos que tienen y más conocimiento de la cultura que es muy importante para poder llevar a cabo el trabajo”, explica. 

El viaje forma parte de una de las etapas del proyecto que, según lo previsto, estará acabado para junio de 2019. “El viaje me ha confirmado tanto las necesidades como lo que se va a poder aportar a las vidas de estas personas para ayudarlas a moverse en un terreno tan arenoso como el de Mozambique. El hecho de conocer muchos casos concretos y su realidad diaria me ha reafirmado en la razón del proyecto”, asegura Collado, que tampoco ignora las barreras económicas de un trabajo de esta envergadura. “A raíz de presentarlo a la universidad y comentarlo con el director del proyecto, se pensó en la idea de pedir financiación para poder desarrollarlo correctamente. Por eso, actualmente se está presentando el trabajo a diferentes entidades para encontrar ese apoyo económico. Con o sin financiación, la idea es seguir adelante”. 

 

Collado con algunos niños de la zona que ha visitado para informarse en su proyecto. / D. Collado

MOZAMBIQUE Y EL 20%

Según apunta Collado en el documento de su anteproyecto, en el mundo hay 500 millones de personas con alguna disfunción. El 80% vive con acceso a elementos de adaptabilidad que tienen el objetivo de mejorar su calidad de vida, mientras que el 20% restante no tiene las oportunidades para cubrir esas necesidades. Es el caso de Mozambique, los informes que cita Collado en su anteproyecto, donde las áreas rurales no están adaptadas a movilidades reducidas. “El terreno arenoso afecta a gran parte del suelo y, sobre todo, en las zonas rurales donde se encuentran dos tercios de la población del país”, señala el estudiante. 

En las páginas de su anteproyoecto, Collado indica cómo la falta de acceso a equipos y vías adaptadas provoca la búsqueda de alternativas que no responden a las necesidades de las personas. “Para poder moverse, ellos mismos tienen que buscar soluciones con cualquier tipo de recurso que tengan a su alrededor. Una de ellas es utilizar un palo para poder desplazarse, donde las lesiones musculares a causa de ejercitar siempre el mismo músculo son muy comunes. Si no encuentran esa solución rústica, no tienen otra opción que ir arrastrándose por el suelo de rodillas, y los que no tienen esa posibilidad están directamente bloqueados”, explica. 

 

El objetivo de Collado es ayudar a cubrir las necesidades de movilidad de las personas. / D. Collado

LA SILLA

El proyecto de silla adaptada incluye diversos prototipos de equipos que van desde los 1.400 hasta os 15.000 euros. La idea de Collado es utilizar los materiales autóctonos para fabricar la silla. “Hay varios materiales que se podrían tener en cuenta de cara a afrontar el proyecto y que son abundantes en Mozambique, como la madera, el carbón bituminoso, el gas natural, el hierro, la tantalita mineral y otros minerales”, remarca. 

Un proyecto que no sólo revolucionaría la vida de las personas con movilidad reducida en el país, sino que también sería un activo económico, de acabar fabricándose con lo que la tierra de Mozambique da. “Los mecanismos de movilidad de los que disponen son sillas de ruedas que sólo pueden ser utilizadas en partes muy concretas del terreno, donde el volumen de arena les permite desplazarse con cierta facilidad sin quedarse atascados en el terreno”, afirma el estudiante, que espera regresar pronto a Mozambique con su trabajo más avanzado. 

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