‘Iglesia’ es femenino

Recogemos los testimonios y reflexiones de diferentes mujeres activas en el ámbito evangélico, con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Jonatán Soriano , Redacción PD

BARCELONA · 08 DE MARZO DE 2018 · 12:10

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El 8 de marzo sigue siendo un día de protestas, reivindicaciones y movilizaciones. Manifestaciones repletas de pancartas que todavía tienen mucho que reclamar. Y no hay celebración. ¿Cómo podría haberla cuando los últimos datos publicados por el Eurostat, la oficina europea de estadística, reflejan que las mujeres que trabajan en el continente cobraron un 16% menos que los hombres en 2016? ¿Qué se podría celebrar cuando el número de mujeres asesinadas en 2017, 46, supera en 2 al del año anterior?

“Los avances sociales y económicos de las mujeres se están produciendo tarde, muy lentamente y de manera desigual desde finales del siglo XIX. Por esta razón sigue siendo una jornada reivindicativa”, asegura Febe Jordà, escritora y profesional de ámbito de la educación. “El 8 de marzo nos recuerda que todavía hay mucho camino que recorrer porque, desgraciadamente, los mismos problemas de fondo se manifiestan hoy con ropajes diferentes”, manifiesta por su parte la presidenta de Alianza Solidaria, Francisca Capa. En la misma línea, la escritora Noa Alarcón apunta que “no vivimos en una sociedad perfecta y hay cosas que es necesario mejorar. Estos días sirven para recordárnoslo, para que no lo perdamos de vista”.

Un día, pues, que evoca a la continuación del capítulo histórico que abrieron las reclamaciones de igualdad entre sexos en plena revolución industrial y eclosión del capitalismo. “Estoy inmensamente agradecida a todas aquellas que a lo largo de la historia han dado hasta su vida por conseguir derechos fundamentales para las mujeres. Por eso me siento en deuda con ellas y responsable de abrir camino a las siguientes generaciones para conseguir que todos los seres humanos tengamos el mismo valor en esta sociedad”, señala Silvia Pérez, sexóloga.

En otro formato de texto que el propio de una noticia podría definirse este día, quizás, como una mirada de reconocimiento al pasado pero con perspectivas de reconocer e incidir en las necesidades que siguen estando presentes. “No hay todavía igualdad entre hombres y mujeres, no hay igualdad de derechos y libertades” destaca la consejera de la Mujer del Consejo Evangélico de Madrid, Asun Quintana, que remarca además el valor histórico de la jornada de este año con la huelga que se ha convocado. “Es verdad que se ha politizado y es una pena, pero creo que como mujeres debemos estar ahí todas, por encima de las diferencias políticas y aunque no estemos de acuerdo con todas las reivindicaciones”, reitera.

 

¿FORMA PARTE DE ESTA BRECHA LA IGLESIA?

Aunque el mundo evangélico es vasto y heterodoxo en sus formas de expresión, y la generalización es siempre una forma odiosa para analizar cualquier hecho, aquí la reflexión se plantea sobre la situación que está viviendo la mujer en la iglesia y el concepto de feminidad dentro de este ámbito. “Hay comunidades en que no hay nada que se eche en falta con respecto al tema de la mujer y otras tienen ejemplos bastante vergonzosos en sí”, matiza Alarcón, que relaciona el feminismo con el concepto de justicia que “todos llevamos dentro al haber sido hechos a imagen de Dios”. Aunque reconoce la politización que se ha hecho del término, no justifica a quienes se quedan con esa visión. “Para los cristianos que son más de derechas el feminismo les incomoda, porque no son capaces de entender que una cosa es el feminismo y otra es ser de izquierdas”, afirma.

Con matices, claro está, los diferentes puntos de vista lamentan y cuestionan el lugar que ocupa la mujer en la iglesia actual. “Echo en falta tener la oportunidad de ver a mujeres que viven escondidas, sin poder ejercer los dones que tienen de parte de Dios. En algunas iglesias aún se vive con patrones de antaño”, denuncia la presidenta de Aglow, Ana Giménez. “Contra la iglesia evangélica hay que señalar dolorosamente que, mientras que lideró en el mundo entero la abolición de la esclavitud, respecto a la igualdad de la mujer apenas ha movido un dedo o ha estado manifiestamente en posturas contrarias para censurar a quienes, aun sin conocimiento del Señor, han visto la injusticia y están trabajando por subsanar esta lacra tan clamorosa”, lamenta Jordà.

La cuestión de la representatividad y del acceso a cargos de responsabilidad concentra parte de la idea de que todavía quedan muchas cosas por hacer. “La representación que tenemos de pastoras, predicadoras, ponentes en congresos o escritoras es ridícula en cuanto a número y de las que hay, la mayoría cuentan con el aval de ser hijas, hermanas o esposas de un hombre reconocido”, critica Pérez. Pero también hay alusiones al vacío de acción por parte de las iglesias en los casos extremos, como el abuso sexual y la violencia de género. “Se deben sacar a la luz los casos, si los hay, y acoger a las víctimas apoyándolas y acompañándolos en todo el duro proceso”, resalta Quintana.

 

LA HIJAS DE ZELOFEHAD

El debate sobre el concepto del feminismo no se ha planteado a nivel de consensos desde las instituciones y los organismos representativos del ámbito evangélico. No sólo no se ha planteado, a nivel de manifiestos o declaraciones formales, sino que tampoco se pone en práctica. “En las iglesias casi no se puede nombrar la palabra ‘feminismo’ porque se ha demonizado. Pero el feminismo hoy abarca un abanico muy amplio de tendencias, algunas de las cuales no comparto, pero sí la fundamental que es la igualdad entre hombre y mujeres, tal y como Dios nos creó y nos comisionó”, enfatiza la consejera de la Mujer del Consejo Evangélico de Madrid, Asun Quintana.  

Una consulta realizada en 2015 por Protestante Digital a diversas entidades del ámbito evangélico muestra que, aproximadamente, el 60% de los cargos directivos están ocupados por hombres, mientras que sólo el 40% por mujeres. La desigualdad se acentúa en lo relativo al pastorado, ya que más del 80% de los puestos están ejercidos por varones. “Tenemos una teología hecha por y para hombres que en mi opinión no refleja el diseño ideado por Dios para la humanidad”, asevera la sexóloga Silvia Pérez. Por su parte, Jordà apela a la condición de “seguidoras y seguidores de Jesús” para no ser meros observadores de esta realidad. “Es muy sintomático ver cómo son los hogares de los que nos presiden, si se acercan más al principio de la ‘ayuda idónea’ o, en demasiadas ocasiones y sospechosamente, al de la criada perfecta”, dice.

La relación del feminismo con su pasado podría ser un elemento de exhortación en el ámbito evangélico. “Los primeros movimientos a favor de las mujeres fueron protestantes, como la Declaración de Séneca Falls, una iglesia protestante de Nueva York, en 1848”, recuerda Quintana. La escritora Noa Alarcón retrocede mucho más atrás en el tiempo, y en el propio texto bíblico. Concretamente a “la revolución”, como ella lo denomina, que supone el caso de las hijas de Zelofehad. Un grupo de mujeres, según narra el texto de Números 27:1-11, que reclamaron la herencia de su padre cuando murió sin dejar hijos varones. “Eso para una sociedad como la hebrea de la época era algo impensable, pero como todos vivimos en una sociedad injusta, eso había creado también esta situación injusta”, explica Alarcón. “Nadie se había percatado de esa injusticia hasta que esas mujeres que la sufrían decidieron ir a reclamarla, y fue el mismo Dios quien les dio la razón”, insiste.

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