Criptomoneda, un análisis desde una perspectiva espiritual

La divisa digital rompe con los organismos que convencionalmente han regulado los valores monetarios pero mantiene el objetivo del mayor beneficio posible para quienes invierten. “En la iglesia tiene que ser un instrumento para repartir justicia”, dice el economista Jorge Saguar.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 14 DE FEBRERO DE 2018 · 09:34

Pese a la reciente estabilidad de su precio, se espera que la rentabilidad de la divisa digital siga creciendo.,Bitcoin
Pese a la reciente estabilidad de su precio, se espera que la rentabilidad de la divisa digital siga creciendo.

Esta mañana se puede comprar un Bitcoin en Madrid desde 7.000 euros, en función del vendedor. Ahora, el valor de la criptomoneda más reconocida se ha estabilizado, según explica Jorge Saguar, del colectivo de evangélicos en economía y empresa Tres-e, de los Grupos Bíblicos de Graduados (GBG). Después de un mes de enero plagado de noticias acerca de la divisa digital en los medios y del rechazo de ésta por parte de algunos organismos, como la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ahora la prensa se da un respiro y publica algunas historias sobre personas que se han hecho ricas con este nuevo sistema de pagos. O incluso anécdotas, como la venta de un ático en Tarragona por 40 Bitcoin. Cantidad equivalente, en el momento de la transacción, a 550.000 euros. El primer piso vendido y comprado a través de este mecanismo en el Estado español.

Tal y como explica Saguar, la historia de Bitcoin, y de la criptomoneda en general, arroja hasta ahora la esperanza de un sistema con unos mecanismos de seguridad, hasta hoy, inviolables, pero no se libra de la especulación. Creada en 2009 por Satoshi Nakamoto, pseudónimo detrás del cual se esconde una persona o un grupo de personas, Bitcoin materializa las profecías surgidas en la red durante la década de 1990, de que pronto se tendría que crear una moneda virtual equivalente al patrón externo del oro, en cuyo valor nadie podía interferir, a mediados del siglo XX.

                                                                                           

LA MONEDA DIGITAL Y EL VALOR RELATIVO

La criptomoneda supone una ruptura con los organismos e instituciones, como los bancos centrales nacionales o las agrupaciones monetarias comunes, que convencionalmente han fijado el valor de cada moneda variándolo en función de unos intereses determinados. “Para entender Bitcoin hay que comprender que está basado en una red de ordenadores descentralizada, es decir, no hay ningún organismo detrás de la iniciativa sino que corresponde a un grupo de personas”, matiza Saguar.

Los denominados “mineros” son los encargados de producir las divisas digitales y, por lo tanto, determinar su valor. Una producción que, en el caso de Bitcoin, está limitada a 21 millones y se acabará en el año 2140, según explica Saguar.

Tal como dice el economista, la Reserva Federal de los Estados Unidos ha decidido, en 2017, darle a Bitcoin una categoría igual que la de cualquier otra moneda, como el dólar, y se ha abierto el mercado de futuros para la criptomoneda. “Esto provocó una explosión de la demanda y que su valor se incrementase considerablemente”, señala Saguar, que asegura que rápidamente los intereses especuladores movieron ficha sobre Bitcoin. “Ahora ha habido un descenso bastante grande del valor porque ha habido muchas personas que han comenzado a vender pronto, especulando, sin importarles el valor que puede llegar a alcanzar el producto a largo plazo. Es lo que pasa en el mercado con la volatilidad que tienen los productos nuevos”, remarca.

Actualmente el uso de Bitcoin está completamente popularizado. Compañías como Amazon o el Grupo Alibaba aceptaron el pago de bienes y servicios a través de Bitcoin desde su aparición, hace nueve años. Ahora, pues, la criptomoneda libra su batalla con quienes controlan hasta hoy el valor de las divisas. En palabras de Saguar, Bitcoin podría llegar a ser el nuevo oro, en este caso digital. “Si realmente en un futuro se convierte en un patrón externo como el oro, cualquier moneda del mundo se podría referenciar en la divisa digital”, apunta.

 

Jorge Saguar. / Tres-e

OBJETO DE RAPIÑA

Aparte de los poderes dominantes de la fiabilidad y el valor de las monedas, la divisa digital también debe afrontar una realidad muy patente en el mercado; la especulación. “La volatilidad que tiene es muy alta, por la expectación generada. Lo que supone que el riesgo es muy elevado. Pero eso no significa que esto llegue a ser una burbuja. Hay quien ha dicho que si estalla será en mucho tiempo y con un valor muy alto, con lo cual el beneficio está asegurado. Pero no son personas que inviertan sus ahorros sino que se dedican a la especulación y asumen riesgos de una manera muy profesional y regulada” defiende Saguar.

Según explica, la criptomoneda dispone de mecanismos de seguridad que impiden que un personaje del tipo George Soros compre todos los Bitcoin del mundo para determinar el valor que más le convenga, aunque admite que existe el riesgo “de que esa aparente inviolabilidad de los poderosos se desmorone”. Para Saguar, el comprador de Bitcoin, en general, “es gente dispuesta a asumir riesgos altos”.

 

IGLESIA Y CRIPTOMONEDA

Hay iglesias que ya han comenzado a aceptar donativos y diezmos en Bitcoin. Un hecho que, según Saguar, no debe contemplarse desde un punto de vista negativo. “Es una forma de pago”, afirma. De lo que sí avisa el economista es del riesgo de que las comunidades inviertan en divisa digital. “Para mí sería un error porque es como especular con el dinero”, matiza.

A la pregunta de lo que supone este mecanismo ante la falta de redistribución de la riqueza en el capitalismo, Saguar defiende que “para la iglesia, Bitcoin, como cualquier otro mecanismo de pago, tiene que ser un instrumento para repartir justicia”, e insiste en dejar de lado cualquier connotación moral al respecto ya que, tal como explica, el uso de un Bitcoin es como el uso de un euro o de un dólar. “Debemos concretarnos a favor de la justicia social y, sobre todo, de la gestión sostenible de lo que Dios pone en nuestras manos. Hoy por hoy, que la iglesia participe de algunos movimientos financieros existentes está favoreciendo a quienes tienen el control”, alerta.

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