“Lutero fue tenaz, sobre todo, en la defensa del evangelio”

¿Qué puede aprender hoy la iglesia de lo ocurrido hace casi 500 años? Will Graham nos da varias claves.

Daniel Hofkamp

PONTEVEDRA · 29 DE OCTUBRE DE 2015 · 18:16

Joseph Fiennes, en la película Lutero (2003), que muestra a un hombre apasionado por la Biblia. ,
Joseph Fiennes, en la película Lutero (2003), que muestra a un hombre apasionado por la Biblia.

Hace casi 500 años se produjo un hecho que cambiaría la historia de Europa y del mundo. Un monje alemán, Martín Lutero, clavaba en la puerta de la iglesia de Wittenberg 95 tesis en las que se oponía principalmente a la venta de indulgencias que la Iglesia católica llevaba a cabo en aquellos días.

Ese 31 de octubre de 1517 se recuerda ahora en todo el mundo como el Día de la Reforma, y sobre ello hemos conversado con Will Graham, profesor en la Facultad de Teología de Asambleas de Dios en España (Córdoba) y colaborador habitual en Protestante Digital desde su blog semanal “Brisa Fresca”, donde este domingo el autor presentaba diez diferencias entre Lutero y Calvino.

 

P. ¿Qué fue lo que llevó a Lutero a iniciar la Reforma?

R. Lutero estaba muy enfadado por el abuso que se estaba cometiendo en sus días. El papa León X vendía indulgencias a la cristiandad. Era un papel que garantizaba que tus familiares salieran del purgatorio. Si uno de tus seres queridos te comprase una indulgencia, podría pasar a la presencia de Dios. Tenían un lema casi publicitario: “Tan pronto la moneda en el cofre suena, el alma al cielo brinca sin pena”. El problema es que uno de estos predicadores itinerantes, Johann Tetzel, cometió el error de ir a Magdeburgo, al lado de Wittenberg, donde estaba un joven profesor de teología, de 33 años: Martín Lutero. De repente llega gente a Lutero con indulgencias. El profesor había estado enseñando sobre Salmos, Romanos y Gálatas y tras su estudio llega a la convicción que la salvación es dada por la gracia de Dios por medio de la fe. Así que para Lutero es la fe la que salva, no las indulgencias. Por eso, se enfada y escribe sus 95 tesis el 31 de octubre de 1517 para sacar a la luz este debate y condenar esta práctica de las indulgencias desde una perspectiva bíblica.

 

P. ¿Cómo fue que su mensaje llegó tan lejos?

R. Fue más bien gracias a sus enemigos. Era normal que los profesores de teología o los eruditos clavasen tesis en la puerta, era una forma de invitar al debate público. Pero como Tetzel era de los dominicos y Lutero agustiniano, saltaron los dominicos en defensa de Tetzel y condenaron a Lutero como hereje. Entonces la noticia llegó a Roma y se despertó un interés que ya no se detuvo.

 

P. En tu artículo comentas que Lutero se caracterizó por su celo y su tenacidad. ¿Puedes explicarnos en qué aspectos de su vida se detectan estas características?

R. Lutero tenía un gran celo en todo lo que hacía. Sobre todo al hablar del evangelio, tenía un gran celo por la pureza del evangelio, y esto es evidente en todo lo que escribe y predica. Denunciaba aquello que atentaba contra la fe. Era muy duro con sus enemigos, estaba tan apasionado por la defensa del evangelio que no admitía ningún ataque a la verdad.

El problema es que esta tenacidad se manifestó también en asuntos secundarios, cosas que no son el meollo del evangelio. En 1529 Lutero se reúne con Ulrico Zwinglio y allí le ataca y lo considera un apóstata por la diferente interpretación que quería dar a la eucaristía, a la cena del Señor. Lutero seguía con una visión más sacramentalista en este aspecto, y Zwinglio lo veía como algo simbólico. Así que cuando Lutero coloca su celo en las cosas fundamentales del evangelio es de bendición, pero cuando este celo se traslada a otros asuntos, como el bautismo, o el gobierno de la iglesia, hace daño al movimiento protestante.

Otro teólogo, Martin Bucer, intentaba mediar entre las distintas corrientes, y diferenciaba entre las cosas esenciales y cosas de importancia menor.

Luego vemos como Calvino aprecia la grandeza de Lutero, pero estaba preocupado por el celo desmedido en torno a estos asuntos. El protestantismo perdió la oportunidad de trabajar en la misma senda a causa de este celo desmedido.

 

Ulrico Zwinglio y Martín Lutero discutieron en Marburgo acerca de la eucaristía.

P. Otro de los héroes de la Reforma fue Calvino. ¿Cuál fue la aportación de Calvino al movimiento protestante?

R. Calvino ya pertenece a la segunda generación de la Reforma. Calvino toma las riendas del movimiento reformado en Ginebra. Hace una gran aportación exegética. Algunos lo consideran el mejor comentarista bíblico de todos los tiempos. Llevaba a cabo una enseñanza metódica, sistemática, en Ginebra, la sede teológica del protestantismo. Además llevaba a cabo un ministerio pastoral de visitación y predicaba cinco veces a la semana. Su obra “Instituciones de la religión cristiana” es una gran obra, que se había basado en el catecismo menor de Lutero. Calvino hace nueve ediciones revisadas, partiendo de seis capítulos y llegando al final a los ochenta. Los cuatro libros de Calvino se dividen en los cuatro pilares del credo apostólico: hablar de Dios el creador, Dios el redentor, la doctrina de la fe, y los medios de la gracia. Este es el libro de la reforma por excelencia, donde los hallazgos de Lutero están explicados de una forma metódica, sistemática, con un espíritu pastoral. Este ha sido un libro de gran consuelo para los corazones de los cristianos desde hace casi quinientos años. Combina erudición profunda con espiritual evangélica, y es una joya.

 

P. Vemos que hay diferencias de carácter y de contexto con respecto a Lutero. ¿Crees que esto condicionó su ministerio?

R. Son personas en generaciones diferentes. Lutero es el profeta del nuevo movimiento. Era un guerrero, un luchador, atraía a las multitudes por su atractivo público. Sin embargo, en privado vive gran parte de su vida sufriendo depresión. Así que combina lo cómico y lo trágico a la vez. Es un hombre propiamente medieval, un hombre en un mundo irracional. Y Lutero se cree rodeado de diablos, de demonios, de enemigos de forma continua. Es un reformador cuya cosmovisión seguía siendo bastante medieval. Lutero, antes de su conversión, vivía agobiado por la culpa y por el peso de no haber hecho suficiente para ser salvo. Calvino, en cambio, no es tan medieval, sino más humanista. Ya había sido instruido en el espíritu del renacimiento, y la visión del mundo es más positiva que la de Lutero. Por eso Calvino y en los otros autores protestantes encontramos una actitud más reposada, más tranquila que la que apreciamos en Lutero.

 

P. Tanto Lutero como Calvino, así como otros reformadores, dejarían un legado, que los protestantes suelen resumir en las “3 solas”. ¿Puedes explicarnos brevemente cada una de ellas?

R. Nos referimos a Sola Escritura, Sola Gracia y Sola fe.

Sola Escritura es el principio formal de la reforma: quiere decir que la Biblia es la norma suprema de fe y conducta. Esto no quiere decir que no podamos aprender de otros libros o de los teólogos, sino que la Biblia es más importante que las voces de otros. Los primeros protestantes enfatizaron el “sola Escritura” porque el catolicismo había puesto la tradición – el magisterio, los concilios, las declaraciones papales- al lado de la autoridad de la Biblia. El eje de la iglesia es la Escritura.

Sola Gracia destaca que la salvación es por pura gracia divina, y por tanto se exluyen las obras. La salvación es de Dios. Los protestantes creían que no podían hacer nada para ganar la salvación: ni peregrinaciones, ni adquirir indulgencias, ni largas oraciones, ni decisiones personales. La salvación la obtienen porque al Padre le plació escogerlos en Cristo desde antes de la fundación del mundo. El lema durante muchos años fue: la salvación es del Señor.

Sola Fe es cómo se aplica esta gracia al creyente. Es el principio material: el pecador es justificado mediante la fe. Esto se debe a la nueva lectura de Romanos y Gálatas, que el justo por la fe vivirá. Las buenas obras no nos pueden salvar, ni los méritos de los santos. Lo que salva es fe en el evangelio porque creemos en el Cristo crucificado y resucitado.

La conexión entre estas tres es como una planta en un jardín. El jardín es la Sola Escritura, las raíces son la sola Gracia, y estas producen una flor preciosa, la flor de la fe.

Luego algunos agregan también otros dos: Solo Cristo, que la salvación sólo se obtiene por medio de él, y finalmente, Soli Deo Gloria, es decir, que toda la gloria es para Dios.

 

Los cinco pilares doctrinales de la Reforma protestante.

P. La Reforma protestante comenzó hace casi 500 años. ¿Qué crees que podemos aprender los cristianos en la actualidad de los que nos precedieron?

R. Necesitamos recuperar la pasión por la Palabra de Dios. Es algo que debemos enfatizar en cada generación. Las iglesias protestantes fueron fundadas y construidas sobre la base de la Palabra de Dios. Muchas iglesias evangélicas en Occidente tiende a fundamentarse en las emociones, experiencias, música fuerte, proyectos empresariales... Son cosas que no tienen por qué ser malas, pero cuando estas cosas ocupan el lugar de la Palabra, el lugar de la exposición de las Sagradas Escrituras, algo anda muy mal. Esta pasión por la Palabra generará una explosión de interés en catecismos y confesiones de fe. Los reformadores estaban preocupados por la ignorancia del pueblo, y sobre todo los jóvenes. A través de los catecismos –una forma de aprendizaje doctrinal mediante preguntas y respuestas- instruyeron a los miembros de su iglesia en las doctrinas para que entendiesen la belleza y la profundidad de la fe protestante. Pero aquí en Occidente las iglesias llevamos unos cien años sin tomar en serio los catecismos y las confesiones de fe. Hay muchos catecismos y confesiones de fe que podríamos leer, y sería muy bueno que aquí en España pudiéramos hacer algo para que los jóvenes pudieran leer y conocer qué es lo que creemos.

 

Will Graham.

 Creo además que se está volviendo a un espíritu anti-doctrinal que no es fiel al protestantismo. Me refiero a los comentarios que a veces escuchamos, como: no importa la doctrina, sino la experiencia. Estas no son ideas del protestantismo. El protestante cree en la verdad de Dios, cree que la verdad importa, y que debemos amar a Dios con nuestro corazón, alma y mente. Necesitamos recuperar la mente en la adoración protestante.

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