Las penumbras de 50 sombras de Grey
Analizamos el fenómeno: qué patrones de relación plantea y por qué triunfa.
ESPAÑA · 18 DE FEBRERO DE 2015 · 18:40
El estreno de la película 50 sombras de Grey, basada en el best-seller de E.L. James, no ha pasado desapercibido en nuestro país. Al bombardeo publicitario de los días previos se ha sumado ahora su contundente éxito en taquilla.
Pero este éxito no oculta que la película transmite un mensaje sobre las relaciones de pareja. La trama plantea la relación entre una estudiante y un multimillonario con el que mantiene encuentros sexuales en los que se disfraza de juego erótico episodios de violencia.
Desde organizaciones en defensa de las mujeres se ha alertado acerca del nocivo concepto de relación de pareja que se transmite en esta película. “En 50 sombras de Grey hay dos mensajes preocupantes”, nos dice la psicóloga María Jesús Núñez. “El primero es que el chico puede ser sexualmente violento con su chica porque a ella le gustará; y el segundo, que la chica, si acepta esta violencia, conseguirá que él cambie y termine junto a ella. Se produce una idealización y una normalización de una relación que es en realidad patológica”, advierte María Jesús Núñez.
El éxito de productos como 50 sombras de Grey, sin embargo, encaja en los patrones de relación que la sociedad está fomentando, a veces sin ser conscientes del todo de ello. Pensando en estos patrones, preguntamos a psicólogos, pastores y responsables de jóvenes en iglesias evangélicas sobre cómo se presenta el amor en pareja en nuestra sociedad occidental mediatizada.
Pregunta: ¿Crees que hay patrones destructivos en cuanto al amor y las relaciones de pareja en nuestra sociedad? En caso afirmativo, ¿destacarías alguno en particular?
Marcos Zapata, pastor y terapeuta familiar. “Modelos enfermos y enfermantes”
Sí, creo que a pesar de la educación y los programas divulgativos, a claras luces insuficientes, se está manifestando en nuestro entorno modelos enfermos y enfermantes de las relaciones de pareja. Hay muchos mitos del amor romántico que están haciendo mucho daño. Los cuentos que nos leían de pequeños, la televisión, el cine, las revistas, etc. nos muestran una imagen de las relaciones sentimentales que no son reales. Así, se han creado una serie de mitos sobre el amor que nos pueden llevar a la frustración y a veces nos hacen soportar situaciones que implican sufrimiento.
Hay varios patrones que quisiera resaltar y que están presentes en las encuestas actuales sobre relación de pareja y juventud, y que afectan especialmente a la mujer.
Si no tienes un hombre a tu lado no eres nada. La vida nos ofrece muchas opciones y no todas incluyen una pareja. El tener pareja no es una condición sine quanum para ser feliz.
Más me pega, más me quiere. Hay muchas formas de demostrar el amor. Los golpes no demuestran el amor. Quien nos pega no nos quiere: de ninguna manera.
El hombre cela cuando ama. Los celos son una señal de inseguridad, de desconfianza, no de amor. La persona que tiene celos quiere controlar, someter, no amar.
Me quiere, luego cambiará. La aceptación de este mito puede ser usado como una excusa para no modificar determinados comportamientos. En la base de la relación se encuentran el diálogo y la capacidad de resolver conflictos en común. Hay amores que matan.
El amor implica entrega sin condiciones. Hay que entregarse y sacrificarse por el bien de la pareja, pero cuando se olvida el respeto de uno mismo, este tipo de concepciones provoca dependencia respecto a la pareja y el olvido de los intereses de uno mismo.
Soy su mujer y me debo a su cuidado. Según esta creencia, se deben seguir las conductas que social e históricamente se nos han asignado para mantener la relación, y siempre subordina a las mujeres con respecto al hombre.
Lidia Martín, psicóloga, directora de Prevvia. “El sexo se considera el valor fundamental de la relación de pareja”
A veces casi lo que nos sorprende es encontrarnos patrones de amor y pareja “como Dios manda”, porque suele abundar bastante más lo contrario. No creo que siempre fuera así, pero sí opino que con los valores que nuestra sociedad particularmente predica a los cuatro vientos (hedonismo, individualismo, materialismo, presentismo, sexualidad omnipresente como forma de madurez social, etc…) es francamente difícil por no decir absolutamente imposible que de ese “cóctel” verdaderamente salga una relación basada en el amor (que implica todo lo contrario, es decir, sus contravalores: entrega, sacrificio, renuncia, espiritualidad, compromiso, madurez, intimidad…)
Las relaciones de pareja están básicamente establecidas hoy alrededor del sexo como valor fundamental sobre el que se construyen todos los demás.
Lo que sucede en 50 sombras de Grey no es nada diferente. Eso constituye su elemento principal de identidad y se basa en la anulación del otro (otro valor en alza, siempre que con ello se consiga el objetivo de ensalzarse uno mismo y producirse la satisfacción debida). Por eso, entre otros factores, probablemente las relaciones tienen tan corta fecha de caducidad hoy. Muchas ni siquiera empezarán o durarán el primer asalto si no se produce la satisfacción de una serie de “mínimos” que no son para nada mínimos, sino exigencias sobre el físico del otro, sobre el tipo de satisfacción que me puede proporcionar, con una exaltación del sexo en el orden de prioridades de esa persona, que además debe estar orientado a satisfacerme a mí en primer y a veces en único lugar… Básicamente la concepción que hoy tenemos a nivel social de cómo se construyen y se mantienen las relaciones de pareja es, dicho de forma muy burda, pero creo que muy clara también, una auténtica “fábrica de desgraciados y desgraciadas”, no sólo fuera de nuestras iglesias, sino también dentro, ya que muchos de estos valores los tenemos más que asumidos, o eso dice a menudo nuestra forma de comportarnos.
Daniel Pujol, predicador, escritor de “La fuga”. “El ser humano no ocupa su lugar”
Sí, lo creo. Si no fuera así seguramente no tendríamos tanta dificultad en mantener una relación estable. El patrón destructivo que destacaría es el que procede del conflicto entre el lugar que ocupa el ser humano y el que debería ocupar en relación a su entorno. Cuando el hombre se sitúa como el centro del universo acaba estructurando su vida a partir de su deseo.
En esta película, como en muchas otras, el sujeto usa a otra persona para beneficiarse del placer propio; en este caso concreto también entra la pasión de someter a ese otro, o el placer de ser sometido por el otro como objeto de su deseo (eso se ve claramente en el ámbito BDSM o sadomasoquista). En ambos casos lo que mueve al sujeto es la búsqueda del propio placer y la fantasía de obtener la plenitud para sí mismo (que nunca llega a alcanzar).
Daniel Oval, pastor, responsable de Alianza Joven. “Se da por normal tener relaciones sexuales con cualquiera”
Creo que sí. Sirva como ejemplo lo que escuché no hace mucho en una de las principales emisoras de radio de nuestro país. En un programa hablaban sobre moda de ropa interior. La experta en moda que trajeron para hablar de la ropa intima, hablaba de diferentes tipos de braguitas, entre esos diferentes tipos de braguitas destacaba uno muy cómodo y a la vez sexy, cómodo para ir a trabajar y sexy para que cuando las chicas en cuestión, salieran por la tarde de su trabajo y fueran a tomar unas copas con sus compañeros, si surgía algo más intimo entre ellos pudieran sentirse más atractivas.
La cuestión es que se da por hecho y como algo natural, que se puedan tener relaciones sexuales entre compañeros de trabajo como algo habitual.
Esteban Figueirido, psicólogo especializado en terapia familiar. “Nos cuesta amar de verdad”
Sí, claro que los hay. Principalmente porque nos cuesta amar de verdad, quizás lo hacemos un poco mejor cuando hay pasión pero cuando ésta disminuye empieza a emerger el egoísmo que nos caracteriza y, o ponemos mucho esfuerzo y voluntad en amar o fácilmente llega la ruptura, el enfriamiento o esos patrones de relación que terminan dañando la pareja. Hay patrones de interacción simétrica, es decir, de igual a igual que pueden funcionar pero a veces se convierten en una continua lucha de poder, se entra en escaladas simétricas que fácilmente llevan a faltas de respeto que van deteriorando la relación. Por otro lado tenemos los modelos de interacción complementaria, que pueden funcionar bien, pero aveces vemos una complementariedad rígida que hace que una de las partes se encuentre anulada, totalmente dominada por la otra, lo cual termina siendo de gran deterioro para la relación. Ambas formas o patrones de interacción pueden ser saludables pero también, como he mencionado, pueden llevar a graves faltas de respeto y podrían desencadenar situaciones muy violentas. Por último la mención al amor obsesivo, ese que tiene que ver con posesividad, donde uno está dispuesto a hacer lo que sea por el otro, pero hasta a “matarle” si hubiese riesgo de perderlo. Tiene que ver con esas afirmaciones aparentemente tan románticas pero que no son sanas como la de “No puedo vivir sin ti”. Mantener la autonomía, el adecuado equilibrio entre ser “uno” pero manteniendo la riqueza de la individualidad es clave.
Ana Rodrigo, estudiante. “Expectativas que no se pueden cumplir”
Sí que hay patrones. Por ejemplo destacaría las expectativas que se crean, mediante las películas, libros e incluso nuestra propia imaginación, buscamos una plenitud perfecta y llena que no conseguimos ya que los humanos por naturaleza son imperfectos y terminan fallándote y no cumpliendo esas expectativas.
Sara Moreno. Psicóloga, escritora y articulista en xtremojoven. “Se confunde pasión con violencia”
Sí que los hay. Uno de los que más me alarma es el machismo reflejado en jóvenes que creen que los celos son parte de una pareja que se “ama”. Cierta literatura, películas, canciones, cuentos... nos hablan de relaciones donde momentos de agresividad son tratados como “momentos apasionados” que prueban el gran amor que siente el uno por el otro, donde la persona se deja llevar por su pasión, ¿o quizás por su propio egoísmo?
A lo mejor el problema de éste y otros patrones destructivos está en que no se entienda bien, o no sepa poner en práctica lo que es el amor hacia la otra persona.
En la próxima parte de esta serie, responderemos la pregunta: ¿Cómo podríamos los cristianos fomentar relaciones de pareja saludables en nuestro entorno?
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