Es más bienaventurado regalar que recibir

Estudios psicológicos muestran que el cerebro tiene una reacción más positiva cuando damos un presente que cuando lo recibimos.

ESPAÑA · 07 DE DICIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Ahora que se acercan las fiestas, muchos comienzan a pensar en los regalos de Navidad y Reyes Magos. Pero aunque recibir regalos es algo que todos podamos desear, algunos estudios han mostrado que hacerlos es aún más placentero. Explica la neuropsicóloga Marisa Fernández que la generosidad propia de los actos prosociales parece tener también su sitio en el cerebro. De hecho, el especialista Hugh Crago la relaciona más con el hemisferio derecho del cerebro en un estudio hecho en 2012. En otro estudio, en 2010, Elisabeth W. Dunn y su equipo encontraron que los adultos eran más felices cuando se gastaban el dinero en otras personas que cuando lo hacían en sus propios placeres. TAMBIÉN LOS NIÑOS Recientemente, un artículo publicado en PLOS One (2012) indicaba que este fenómeno puede observarse también en niños muy pequeños, a los que generalmente se les supone un mayor egocentrismo y egoísmo. En el estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de British Columbia, quisieron averiguar si los niños de menos de dos años de edad mostraban más signos de felicidad al recibir un regalo en forma de golosina o al hacerlo. Dos observadores independientes codificaban las caras de los niños en una escala desde 1 ‘Nada feliz’ hasta 7 ‘Muy feliz’. Se compararon las expresiones emocionales de los niños a lo largo de varios momentos: recibir golosinas, ver como el experimentador daba una golosina a un peluche, dar una golosina de otra persona a un peluche, o regalarle una golosina de las propias. Los resultados mostraron que los niños, no sólo no mostraban disgusto al regalar, sino que mostraban más felicidad cuando le daban la golosina al peluche que cuando la recibían ellos mismos. De forma más significativa, sus caras reflejaron más felicidad cuando regalaban una de sus propias golosinas al peluche, lo que sucedía independientemente del grado de entusiasmo mostrado por el peluche (manejado por el experimentador). Según los autores, éstos resultados podrían tomarse como apoyo a la idea de que la felicidad podría actuar como una recompensa que hace que repitamos una y otra vez esos comportamientos prosociales, más allá de la pura socialización o el papel de la educación en estos hábitos. Una evidencia que coincide con las palabras de Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

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