La vida cristiana es y debe ser una vida integralmente sana

La salud integral es condición necesaria para el desarrollo humano. ¿Nos preocupamos los cristianos por cuidarla, conservarla y potenciarla?

ESTADOS UNIDOS · 06 DE ABRIL DE 2013 · 22:00

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Afortunadamente en estos momentos podemos contar con mucha información sobre el cuidado de nuestra salud, sin embargo de nada sirve, si no la hacemos propia, es decir nos apoderamos de ella para hacerla nuestra. Al celebrarse el 7 de abril el Día Mundial de la Salud, recordamos el concepto de ´salud integral´- presente en la definición de la Organización Mundial de la Salud- que nos remite a un estado de bienestar ideal que se logra cuando hay un equilibrio entre los factores físicos, biológicos, emocionales, mentales, espirituales y sociales, que permiten un adecuado crecimiento y desarrollo en todos los ámbitos de la vida. Llegado a este punto, surge una pregunta: ¿Los cristianos nos preocupamos realmente por cuidar nuestra salud, conservarla y potenciarla? SOMOS LO QUE COMEMOS “Nuestro cuerpo está íntegramente formado por células. Nuestro sistema digestivo toma algo macro y lo convierte en algo micro para alimentar esas células. Somos lo que comemos: nuestro cuerpo está enteramente formado por los alimentos que ingerimos”, explica María Fernanda Bermúdez, licenciada en Salud, con énfasis en nutrición y terapias alternativas, miembro del consejo pastoral de Ekklesia (Colombia). “En la Palabra hay principios espirituales y principios físicos que debemos guardar”, añade. Docente y conferencista, Bermúdez desarrolla en Latinoamérica talleres sobre ´La salud del líder ´, dirigido a pastores y líderes cristianos. “La salvación o la espiritualidad no dependen de lo que se come”, reconoce, a la par que recomienda el ayuno como práctica espiritual unida a la oración y también como práctica terapéutica. “El ayuno es un descanso químico vital y necesario para limpiar, restaurar, regenerar nuestros órganos y sistemas”, explica. CAMBIO DE HÁBITOS “Dios ha colocado en cada uno de nosotros la capacidad inherente de curarnos a nosotros mismos. Más del 80% de las enfermedades comunes, como cáncer, problemas cardiovasculares, diabetes, obesidad, estrés, alergias, se pueden prevenir y revertir con cambios en hábitos diarios”, afirma María Fernanda Bermúdez, profesora del del Christian Faith College y de la Universidad Real de Colombia. Entre los hábitos diarios a tener en cuenta, ella señala: alimentación, ejercicio, descanso, agua, aire puro, dominio propio (“Mi cuerpo en servidumbre”, como decía Pablo). En cuanto a la alimentación, Bermúdez recomienda que ¾ parte esté compuesta por alimentos de origen vegetal. Además, evitar los dulces, ya que el azúcar “sobrecarga el páncreas, extrae el complejo de vitaminas B del sistema nervioso y debilita el sistema inmune”. En relación al agua, la medida diaria es: beber un vaso cada 10 kg. de peso. EXPERIENCIA EN PUERTO RICO Sobre los beneficios del ayuno conversamos en Puerto Rico con Vimarys Quiñonez, miembro de la Iglesia Bautista de Carolina. Por inicaitiva de una de las pastoras, esta congregación decidió el año pasado ayunar durante un periodo de 21 días, siguiendo las pautas del llamado “ayuno de Daniel”. Este año, el calendario de la iglesia incluye 14 periodos de ayuno y oración, enfocados en diferentes temas. “Cada miembro ayunará al menos una vez pero quien quiera participar en más de un grupo, puede hacerlo”, explica la joven, hija de uno de los pastores. “Con esta experiencia hemos descubierto también los beneficios físicos del ayuno”, expresa. “Hay muchos estudios sobre este tema y nosotros hemos constatado que el ayuno es bueno para recuperar la salud”. Los casos mencionados por Vimarys se relacionan a problemas de obesidad, diabetes, colesterol y funcionamiento del aparato digestivo. TEMPLO DEL ESPIRITU SANTO “Cuidar el templo del Espíritu Santo es un aspecto vital de nuestro servicio. ¡Cuánto necesita la iglesia este ministerio. Me causa tristeza la muerte prematura de tantos cristianos, hombres y mujeres al servicio de Dios, que caen presos del cáncer u otras enfermedades”, escribió el pastor Julio César Ruibal en su libro ´Ungido para la cosecha final´. Con apenas 19 años, Ruibal comenzó a predicar y fue usado por Dios en milagros de sanidad en su país natal, Bolivia, lo cual motivó que fuera invitado a diversos países del mundo. Se casó con Ruth Johnson en 1976, y radico en la ciudad de Cali, Colombia, desde siguió viajando a las naciones. En 1977 Ruth tuvo una enfermedad crítica que casi le provocó la muerte. “Aunque fue salvada milagrosamente, nunca fue la misma. Su nivel de energía y su vigor físico habían descendido mucho. No era la única con ese problema. Yo también sufría fatiga, al punto de tener que apoyarme en una pared para mantenerme en pie durante las reuniones”, describe Ruibal en el libro citado. “Habiendo sido usado en tantas sanidades y milagros asombrosos, orábamos continuamente por sanidad y fuerza, sin darnos cuenta que Dios quería mostrarnos otro tipo de milagro”, afirma. UN LARGO CAMINO El matrimonio comenzó un camino de investigación que los llevó primeramente a leer el libro ´La llave de Dios para la salud y alegría´. “Descubrí en este libro algunos principios muy simples pero profundos”, señala Ruibal. La primera medida práctica fue cambiar la dieta; más tarde comenzaron a practicar el ayuno terapéutico. Otro libro que llegó a sus manos fue ´I almost died´ (Por poco muero), escrito por Ern Baxter, donde se menciona al instituto Weimar. Este lugar tiene un particular programa de adiestramiento de estilo de vida, que incluye ejercicio, nutrición, luz solar, aire fresco, agua, descanso, confianza en Dios y templanza. Ruth –que había estudiado medicina- viajó para someterse a este programa. “Con su mente maravillosa, su experiencia y capacitación en el campo de la salud y su claro sentido de investigación, pudo captar exitosamente la médula del lugar”, escribió su esposo. Ambos asimilaron lo que hacían en el instituto Weimar y la forma en que lo hacían. NUEVO MINISTERIO Luego de visitar otros lugares para completar su conocimiento en el campo de la salud, el pastor y su esposa no solo practicaban lo que aprendían sino que comenzaron a tratar pacientes con todo tipo de enfermedades y problemas. “Veíamos resultados increíbles en pacientes con enfermedades degenerativas”, leemos en ´Ungido para la cosecha del tiempo final´. De este modo nació el ministerio de salud que ambos desarrollaron en Colombia y Sudamérica. En 1992, Julio César Ruibal, llamado “El apóstol de los Andes”, recibió el doctorado en salud, honoris causa, de la Florida Beacon Bible College, en reconocimiento del trabajo y los estudios realizados en el campo de la salud. “Si violamos las leyes naturales, hemos de sufrir las consecuencias. No alcanza esperar que pase algún evangelista con don de sanidad. Podemos tener una vida saludable mediante la alimentación correcta y un buen estilo de vida. Cuando entendemos la fisiología de nuestro cuerpo, reconocemos que la sanidad proviene de Dios y es un poder inherente al nivel celular de nuestro cuerpo. Si tratamos bien nuestro cuerpo, la sanidad será una consecuencia natural. Debemos descansar, hacer ejercicio y comer alimentos adecuados”, escribió este pastor que murió en la puerta de su iglesia en Cali, baleado por narcotraficantes el 13 de diciembre de 1995.

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