Italia: `bodas de sangre´ entre paquistaníes ante un matrimonio forzado

El suceso ocurrió el domingo 3 de setiembre en Novi, un pequeño pueblo cercano a Módena, en el norte de Italia. Un hombre de origen paquistaní asesinó a su esposa, golpeándola con un ladrillo en la cabeza. La mujer intentaba defender a la hija de ambos durante una violenta discusión familiar, provocada al parecer por el rechazo de la joven a aceptar un matrimonio concertado. El caso desvela una problemática compleja.

11 DE OCTUBRE DE 2010 · 22:00

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La chica se encuentra en coma y los agresores fueron detenidos. Ahmad Kahn Butt, obrero, de 53 años, fue ayudado por su hijo de 19 años para asesinar a Begum Shnez, de 46 años. Lo que ha alarmado a Italia es el móvil del crimen: el rechazo de la hija del matrimonio, llamada Nosheen, a aceptar un matrimonio concertado, y la defensa de la madre cuando la joven estaba siendo castigada físicamente. Tras conocer los hechos, la ministra para la Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna, ha solicitado personarse como parte civil en el proceso contra el padre y el hermano de la joven y ha afirmado: "Italia no acepta tradiciones que violan el derecho de las mujeres". El caso ha planteado a los sociólogos, políticos y especialistas en inmigración varios problemas distintos y relacionados entre sí. El diferente rasero de tolerancia hacia la cultura machista según sea esta propia o ajena; la forma en que Occidente acepta que los musulmanes traigan consigo sus valores y hábitos cuando emigran a Europa, y viceversa; el distinto grado de integración que alcanzan hombres y mujeres, y especialmente, las abismales diferencias entre la primera y la segunda generación de inmigrados. Sin olvidar la eficacia (escasa, en este caso) de los servicios sociales y las políticas de integración. En Novi, todas esas contradicciones de las modernas sociedades multiculturales han aparecido juntas. Las mujeres atacadas se rebelaron contra una tradición integrista que en Pakistán obliga a las hijas y mujeres a cumplir sin rechistar el destino elegido para ellas por la familia o el clan. En la diáspora, los hombres, joven y viejo, seguían creyendo en los "valores del país de los puros"; Nosheen y su madre, en cambio, aceptaban y defendían los valores vividos y aprendidos en Occidente. Los cuatro se encontraban en el mismo país. Pero eran ya dos mundos distintos. EL CONTEXTO La joven Nosheen es una estudiante aplicada. Quiere trabajar en el sector de la moda y estudiaba en el Instituto Técnico Profesional de Carpi hasta hace algunos meses, cuando el padre –según han dicho sus compañeras- le obligó a dejarlo. La joven vivía con amigas, y no llevaba casi nunca el velo en la cabeza, ni siquiera cuando estaba en casa con sus padres. Habla un italiano fluido y, según sus amigas, nunca contaba nada de su familia. La madre de Nosheen había avisado a los servicios sociales y a los Carabineros de las continuas disputas entre su hija y su marido, pero no había presentado denuncia. El director del instituto ha afirmado en la cadena Sky24 que conoció al padre: "Parecía un hombre normal. Machista, pero aparentemente normal", ha recordado. Según contaron los vecinos, el agresor y su hijo Uamir, obrero como su padre, increparon a la joven, de 20 años, porque esta se negaba a casarse con el hombre designado por su padre. Durante la riña, Uamir golpeó a su hermana con un palo en repetidas ocasiones. La madre intentó proteger a Nosheen y su marido reaccionó asestándole un golpe mortal con el ladrillo en la sien. Según la autopsia, Begm Shnez recibió seis golpes "propinados con enorme violencia" y falleció al poco de llegar al hospital. Su hija se encuentra en coma farmacológico y, según los médicos, su vida no corre peligro pese a la gravedad de las heridas, aunque se teme que pierda un brazo. El padre y el hermano están en la cárcel, acusados de homicidio y de intento de homicidio, respectivamente. Ambos se han negado a declarar ante el juez. “SÓLO UNA PELEA FAMILIAR” La brutal pelea sucedió en el pequeño huerto de la casa familiar, ante los ojos de otros dos hijos, de cuatro y seis años. La quinta hija del matrimonio, de 14 años, se encontraba fuera de la casa en ese momento. Numerosos vecinos paquistaníes (hay muchos inmigrantes de ese país en la zona agrícola e industrial del norte de Módena) rodearon enseguida el lugar invitando a los italianos a no acercarse, diciendo: "Es sólo una pelea familiar". El salvaje ataque ha suscitado un encendido debate político en Italia, un país en el que la violencia machista alcanza cifras dramáticas aunque rara vez se habla de ello. 6,7 millones de mujeres de entre 16 años y 70 años, es decir el 31,9% de esa franja de edad, han sufrido violencia física o sexual en Italia durante sus vidas, según reveló en 2009 un exhaustivo estudio del Instituto Nacional de Estadística. Los medios nacionales han recordado las similitudes entre el caso de Nosheen y el de Hina Saleem, otra joven de origen paquistaní que fue asesinada por su padre en 2006, con la ayuda de su madre. Saleem salía con un joven italiano y su familia consideró que no respetaba las normas de su cultura. HONOR Y VERGÜENZA Para algunos paquistaníes, es una cuestión de honor (izzat) la forma de vestir y el comportamiento de sus hijas ante los matrimonios convenidos. Ahmad Ejaz, director de la revista Azad (Libertad) que se edita en Roma en lengua urdu, ha explicado: "Los conflictos que acaban en violencia abierta están destinados a aumentar con la creciente escolarización de los jóvenes paquistaníes que viven en Italia y adquieren nuevas costumbres". Según Ahmad Ejaz, la tradición del matrimonio concertado por los padres no tiene nada que ver el islam. “Estos comportamientos del jefe de familia tienen sus raíces en el sistema de castas cerradas de la India, en un mundo rural en el que casar a la hija con el primer primo significa preservar la propiedad de la tierra". Sin embargo, en todos los países musulmanes es tradición que los padres “entreguen en matrimonio” a sus hijas, obligándolas a casarse con quién ellos eligen. La derecha italiana ha hablado de "lapidación en plena Europa". Un consejero del Pueblo de la Libertad en la región de Emilia Romaña (gobernada por el centro izquierda) achacó el crimen de Novi al "fanatismo religioso y el integrismo islámico que, gracias a la ideología multicultural, ha podido difundirse todavía mejor". VOLUNTAD DE INTEGRACIÓN Para algunos la solución es más separación, más muros, más exclusión. Sabiendo que eso condena sobre todo a los eslabones más débiles, es decir, a las mujeres y a los niños. "No podemos permitirnos no conocer a quienes alojamos en nuestra casa", ha declarado el concejal municipal de la Liga Norte en Módena, Nicola Rossi. "Es necesario un control serio, al detalle, para comprobar la voluntad de integrarse a todos los efectos de los ciudadanos extracomunitarios que residen regularmente en la ciudad. El que no convenza, el que tenga dudas, el que maltrata a sus hijos por comportarse ´a lo occidental´ debe dejar nuestra comunidad". Y añade Rossi: "La fábula de la Módena multiétnica y multicultural ha acabado, y las palabras bonitas han dejado paso a los hechos trágicos". El presidente de la región, Vasco Errani, del Partido Democrático, envió su solidaridad a Nosheen Butt y ha prometido: "No la dejaremos sola. Conocemos las dificultades que se encuentran cuando se vive a caballo de diversos hábitos y culturas. Pero los derechos y la libertad de nuestra Constitución son de todos". Por su parte, Emma Bonino, vicepresidenta del Senado italiano, ha dicho: "nuestros xenófobos olvidan que la violencia doméstica no es exclusiva de las comunidades islámicas más reaccionarias, y que en nuestros países tenemos cientos de asesinos de mujeres que lucen pasaporte italiano, o español. La investigación ´Morosos y asesinos´ cuenta que en 2006 hubo 4.000 denuncias de mujeres italianas y 112 asesinadas por sus parejas. Mejor procuremos no demonizar a una entera comunidad. La responsabilidad es individual. Y obviamente, los muros y la exclusión no ayudan, y menos que nadie a las mujeres que intentan liberarse".

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