La clínica suiza Dignitas quiere «ayudar a morir» a personas sanas

Ampliar el negocio a las personas sanas, que no padecen ninguna enfermedad terminal ni sufren dolores, es lo que se propone la clínica suiza de “ayuda a la muerte”, Dignitas. El fundador del centro, Ludwig Minelli, ha anunciado su pretensión de atender la petición de una mujer canadiense que no padece ninguna enfermedad, pero que desea morir en el mismo momento en que lo haga su marido enfermo.

ZURICH · 13 DE ABRIL DE 2009 · 22:00

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El fundador del polémico centro Dignitas, Ludwig Minelli, ha hecho un paso más en sus reivindicaciones. Después de luchar a favor de la eutanasia, ha salido ahora defender la muerte de personas sanas. Ante las cámaras de la BBC, ha considerado como “maravillosa” la opción del suicidio, que las personas, a diferencia de los animales, tienen a su disposición. “El suicidio es una maravillosa posibilidad que se le ha dado al ser humano. Es una posibilidad muy buena de escapar de una situación que no podemos alterar”. Para Minelli, “ser enfermo terminal no es una condición para ello. Como abogado de derechos humanos me opongo a la idea de paternalismo. No tomemos decisiones por otras personas”, manifestó. Minelli ha justificado la actividad de Dignitas, y su deseo de ayudar a morir también a personas sanas, por el elevado coste que para la sanidad pública supone atender a quienes quedan afectados por intentos fallidos de acabar con su propia vida: “Por cincuenta intentos de suicidio hay finalmente un suicidio y los otros son fracasos con graves costes para la sanidad pública. Después de los intentos fallidos sufren terriblemente, y a veces tienes que ponerlos en instituciones por cincuenta años, lo que es muy costoso económicamente”, ha argumentado. EL IMPULSOR, UN ABOGADO PRO DERECHOS HUMANOS Minelli, un abogado en derechos humanos que en 1998 puso en marcha esta organización, está dispuesto a ir a los tribunales suizos para forzar la lectura de una legislación que únicamente prohíbe de modo expreso la eutanasia voluntaria. “Hay una pareja que vive en Canadá, en la que el marido está enfermo y su mujer, que no lo está, nos ha dicho en esta sala de estar de mi casa: ‘Si mi esposo se va, yo también me iría al mismo tiempo que él’”. Para el director de Dignitas, “esto constituye un problema para nosotros y probablemente vamos ahora a ir a los tribunales para clarificar esta cuestión”, ha declarado a la BBC. CONSECUENCIA DE “ABRIR LA CAJA DE PANDORA” Las intenciones y declaraciones de Minelli han provocado la condena generalizada tanto de organizaciones provida contrarias a cualquier forma de eutanasia como de las entidades que promueven el derecho a morir en personas gravemente enfermas. Para las primeras, el paso que quiere dar Dignitas es la clara demostración de que aprobar leyes que aceptan el suicidio asistido o la eutanasia en determinados casos no hace más que abrir “la caja de Pandora de escenarios de pesadillas”. “Una vez se abre la tapa del suicidio asistido, ya no se puede cerrar. Tendría enormes consecuencias para la grave situación de quienes tienen una enfermedad terminal, son muy mayores o sufren una enfermedad mental”, ha señalado un portavoz de la organización provida británica Care Not Killing. Para las entidades en favor de la eutanasia y de la ayuda al suicidio, como medio para lo que denominan una “muerte digna”, las declaraciones de Minelli alabando la opción de acabar con la propia vida, en lugar de verlo como una dolorosa opción, no hace más que dañar la campaña que mantienen, banalizando sus reivindicaciones. DIGNITAS YA HA MATADO A 900 “PACIENTES” Dignitas ya ha “ayudado a morir” a cerca de 900 personas, 100 de ellas procedentes del Reino Unido. Es la única clínica, de los cuatro centros de Suiza dedicados a esta actividad, que extiende la permisiva legislación suiza también a los ciudadanos de otros países. En estos momentos, sin embargo, las autoridades helvéticas se están planteando seriamente limitar la proliferación de este “turismo de la muerte”. Un estudio de la Clínica Universitaria de Zurich, según el diario The Times, certificó que más de una quinta parte de las personas a las que la organización de Ludwig Minelli ha ayudado a morir no tenían una enfermedad en situación terminal. Por ejemplo, en el año 2003 fallecieron en la polémica clínica de Zurich Bob y Jenny Strokes, ambos en sus cincuenta años. Ninguno de los dos padecía una enfermedad que les fuera a deparar una próxima muerte segura, algo que no es requerido por la dirección de la clínica suiza. El marido era epiléptico y la mujer tenía esclerosis múltiple. LOS PSIQUIATRAS SUIZOS NO COLABORAN CON EL SUICIDIO ASISTIDO La clínica suiza también ha facilitado la muerte de personas con esquizofrenia y desórdenes bipolares. En este caso, los psiquiatras suizos se están negando a colaborar con Dignitas firmando certificados que reconocen esa situación mental de los pacientes, de forma que la polémica clínica ha anunciado que está dispuesta a proceder a suministrar las dosis letales a quien traiga el certificado de enfermedad mental avalado por un psiquiatra de su país de origen. “Estoy muy preocupado por lo que está haciendo Dignitas”, ha manifestado una portavoz de la entidad británica Dignity in Dying, “porque la aptitud mental es un requisito esencial para una muerte asistida, y somos absolutamente inamovibles en eso. Hay que dejar claro que asistir a morir a adultos sin enfermedades terminales es algo muy equivocado”. “He atendido a más de cinco mil personas que han intentado suicidarse”, ha indicado Peter Byrne, de la dirección del Real Colegio de Psiquiatras británico, “y su estado mental nunca es claro; apenas ninguno de ellos desea morir después de haber intentado el suicidio”.

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