La mayoría de los humanos somos torturadores en potencia

Muchas veces la reacción de un espectador ante las noticias relacionadas con asesinatos, abusos o agresiones es de incredulidad y de sorpresa ante la posibilidad que personas aparentemente normales actúen de forma salvaje en momentos concretos.

05 DE ENERO DE 2009 · 23:00

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Un reciente experimento psicológico ha repetido los mismos resultados que se dieron en 1963. Ese año, el psicólogo de la Universidad de Yale (Estados Unidos) Stanley Milgram llegó a conclusiones desoladoras después de reclutar voluntarios para un test. Explicó a los participantes que deberían dar una descarga eléctrica a un sujeto cada vez que éste respondiera erróneamente a una pregunta. Los voluntarios que tenían que aplicar el ‘castigo’ desconocían que las personas que recibían las supuestas descargas eran actores que nomás fingían el dolor. De modo sorprendente, 8 de cada 10 personas seguían aplicando las descargas eléctricas cuando había una respuesta errónea, incluso cuando el marcador indicaba que se estaban descargando hasta 450 voltios a la presunta víctima, que fingía dolor extremo e incluso el desmayo. CASI LOS MISMOS RESULTADOS HOY EN DÍA Jerry Burger, otro investigador, en este caso de la Universidad de Santa Clara, ha querido repetir el experimento ahora, 45 años después del de Milgram. Y los resultados han sido, aún hoy, muy parecidos. El 70% de los voluntarios que participaron en el test de los 29 hombres y 41 mujeres continuaban apretando el botón cuando se le pedía, aún cuando el supuesto torturado parecía sufrir gravemente. Ni siquiera otro actor que irrumpía en escena cuestionando el procedimiento lograba disuadirlos; la mayoría de los participantes confiaban más en las indicaciones del científico que en el sufrimiento que veían ante sí. La conclusión, según Burger, es que bajo la influencia adecuada, el ser humano es capaz de hacer cosas "inquietantes" y llegar a niveles de brutalidad muy altos, si el ambiente es propicio.

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