Los fiscales alertan de la escalada de agresiones de hijos a padres

Ella estaba viendo la televisión cuando llegó a casa. Su hijo le quitó el mando sin mediar palabra y cambió de canal. Cuando ella pidió que se lo devolviera porque estaba viendo un programa, él agarró el electrodoméstico y lo arrojó por la ventana. Es uno de los casos que Teresa Gisbert, fiscal de menores entre 1992 y 2007, ha escuchado de madres desesperadas que acudían para confesar que su hijo les pega.

MADRID · 13 DE OCTUBRE DE 2008 · 22:00

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La memoria de la Fiscalía General del Estado recoge con "preocupación" el aumento de las agresiones de hijos a padres e incluso a abuelos. La de Lugo llama la atención sobre un dato: 2007 es el primer año en que han visto más víctimas progenitores (37) que hijos (23). El fiscal jefe de Zamora manifiesta su preocupación por este "fenómeno nuevo, cuyo crecimiento se produce en régimen de progresión geométrica, y que si el año pasado ofreció siete casos, el actual ha presentado hasta 15". Y añade que más preocupante aún es saber que la mayoría de los agresores tiene entre 14 y 16 años. Los expertos coinciden en que las cifras de denuncias están todavía lejos de la realidad porque la mayoría sigue sintiéndose incapaz de denunciar a su propio hijo. "Después de la pérdida de un hijo, denunciarle es el mayor desgarro que puede sufrir un padre. Equivale a un sentimiento de fracaso absoluto, unido a otro muy fuerte de impotencia. No suelen denunciar a su hijo porque tienen miedo a que otros familiares no lo entiendan; a que los amigos les pregunten, a que al salir del centro donde han internado a su hijo, se le vuelva en contra", explica Javier Urra, primer defensor del menor de Madrid y psicólogo de la Fiscalía del Menor. La experiencia ha enseñado a los fiscales que no hay un perfil muy definido para el menor que agrede a sus padres. Tienen entre 14 y 17 años. Y últimamente, han aumentado las chicas, aunque ellas ejercen la violencia familiar de otra manera. "De cada diez casos, tres son niñas. No suelen utilizar la violencia física, pero ejercen una resistencia más sutil, se escapan de casa, insultan...", explica Gisbert. En la mayoría de los hogares, la agredida es la madre. "El padre no suele enterarse porque la madre lo oculta". El agresor suele ser "hijo único, o el hermano pequeño en un hogar que los mayores ya han abandonado", añade Urra. ¿POR QUÉ OCURRE? "Si no se le ponen límites, si cree que sólo tiene derechos, se convierte en imparable. Influyen muchos factores: madres que no quieren a sus parejas y vuelcan todo su amor en el hijo -"tú eres mi tesoro"-; separaciones mal llevadas en las que el padre, por ejemplo, pone al chaval en contra de la ex. Cuando un niño llega tan alto es porque alguien le ha dejado subirse ahí", explica Urra. En la mayoría de los casos de agresiones de hijos a padres se acordó la medida de privación de libertad, con lo que los menores fueron ingresados en centros donde pasan entre seis meses y dos años aprendiendo a manejar la ira y donde terminan, quizá, intuyendo el enorme sufrimiento que han causado a sus padres. Si agrede en el colegio, agredirá en casa y tiene todas las papeletas para terminar agrediendo también a su pareja, admiten los expertos.

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