Las aves migratorias surfean sobre invisibles tablas de viento que se abren y se cierran

La pardela cenicienta, un ave marina parecida a la gaviota, utiliza puertas temporales invisibles para emprender sus rutas migratorias. En otras palabras, dichos pájaros aprovechan corrientes atmosféricas para desplazarse decenas de miles de kilómetros con un esfuerzo mínimo.

BARCELONA · 24 DE AGOSTO DE 2008 · 22:00

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Además, lo hacen en octubre, justo cuando los vientos predominantes, que crean una auténtica barrera a las aves que migran hacia el hemisferio austral, cesan y les ceden el paso. Estas son las novedosas conclusiones de un estudio publicado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Extremadura y la Universitat de Barcelona en la revista Plos One. Estas corrientes son verdaderas autopistas de viento parecidas "a una escalera mecánica", explica Jesús Muñoz, investigador del Real Jardín Botánico (CSIC) y coautor del trabajo. "Las pardelas --argumenta-- hacen un pequeño esfuerzo para subir a la escalera y luego se dejan llevar, sin apenas aletear". De este modo, "las aves surfean sobre las olas generadas por el viento". La pardela cenicienta nidifica y cría en Canarias, pero al llegar el otoño se desplaza hasta Sudáfrica a la búsqueda de luz y calor. El trayecto directo es de unos 8.000 kilómetros, pero los investigadores descubrieron que el ave da un rodeo de 3.000 kilómetros más: en lugar de volar en línea recta, prefiere cruzar el Atlántico hasta Brasil, para luego volver a cruzarlo hasta Sudáfrica. BARRERA EÓLICA El resultado más llamativo ha sido la capacidad de la pardela de acoplar su ciclo biológico al régimen eólico. El periodo en que estas aves habitan el hemisferio norte, entre mayo y octubre, coincide con la época del año en que los vientos soplan con fuerza, de sur a norte, a lo largo de una franja que cruza el Atlántico de África a Sudamérica. La migración hacia el sur en tales condiciones supondría un esfuerzo excesivo para las aves, que deberían volar a contracorriente. Según Muñoz, "las pardelas habitan una región situada ante la barrera que les bloquea el paso, como las Canarias". Así, esperan hasta que el viento hacia el sur arranque, en otoño, para emprender su largo viaje.

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