Las dudas sobre la fidelidad de la pareja disparan la demanda de tests de paternidad

La mayoría actúan a través de internet e informan de la filiación sin que el interesado se mueva de casa. Más de 4.000 españoles recurrieron en el 2006 a la prueba genética para saber si su hijo es suyo. Un pelo del niño, bien arrancado desde la raíz, o la saliva que ha dejado en un inocente chicle tras masticarlo, son suficientes para que el solicitante ponga en marcha la prueba de paternidad, algo que, en un 98% de los casos, sucede sin que se entere la madre. En el 2006 solicitaron el test cerca de 4.000 españoles, el doble que tres años antes pero muchos menos de los que desearían acceder a esa información pero desconocen cómo hacerlo, considera la bióloga Pilar Arca, directora de Ampligen, una compañía ubicada en Ponferrada (León) que desde 1998 --de las primeras-- ofrece el recurso en la red. "Estoy segura de que no llegamos a todos los que se podrían beneficiar de esto --dice Arca--. Mis clientes son personas normales que, en un determinado momento, empiezan a dudar si el niño que nació de su matrimonio hace dos años es suyo o, tal vez, es del compañero de trabajo de su mujer. Hasta ahora, esas incógnitas se arrastraban toda la vida". Madrid, Barcelona y la costa mediterránea son los principales puntos de origen de sus clientes, explica. DOS MUESTRAS DE SALIVA Las peticiones de paternidad deben incluir otra muestra de saliva (casi siempre obtenida de la mucosa bucal) de quien busca descubrir la huella genética de su supuesto hijo. El proceso, que exige respetar unas imprescindibles normas de esterilidad, está pautado en las páginas web de las compañías, que envían los envases recolectores al domicilio del solicitante, a quien no siempre exigen la identificación. El precio de una prueba oscila entre 300 y 600 euros si no se pretende que tenga validez jurídica, y 1.000 en caso contrario. No es un negocio oscurantista, aseguran sus promotores. "La desconfianza humana ya existía antes de descifrar el ADN", añaden. "Hay muchos, muchos hombres que tienen dudas sobre la identidad de sus hijos, y la forma más simple de acabar con ellas es sabiendo la verdad genética -afirma el biólogo (pide anonimato) que dirige la compañía catalana P-Test, en la que no se identifica al cliente-. No hacemos preguntas, no me interesan los motivos: ofrecemos un test privado y anónimo, como el que anuncia un embarazo". Según este biólogo, un 10% de los hijos de europeos son de un padre distinto al que cree serlo. Como en otros casos, el avance técnico que permite conocer la huella genética ha llegado al mercado antes de ser regulado por ley. El Observatori de Bioètica i Dret (OBD) de la UB ha pedido que la Generalitat, o el Gobierno, acoten el uso de estas pruebas, y que se establezcan requisitos de actuación para estos laboratorios. También plantean que se exija el consentimiento de padre y madre antes de facilitar esos datos. SIN LEY "Existe un vacío legal, que deberemos regular, que nos impide controlar a las empresas que no actúan desde un domicilio geográfico concreto sino a través de internet --afirma Rafael Manzanera, director general de Recursos Sanitaris--. Se pueden dar situaciones de abuso si uno de los dos progenitores desconoce que el otro ha pedido este test". Algunas de las compañías del sector se han inscrito voluntariamente en la Sociedad Internacional de Genética Forense, y se someten al examen de control de calidad del Instituto Nacional de Toxicología, único órgano oficial que realiza estas pruebas, de uso en criminología. Muchas de las peticiones genéticas privadas tienen como objetivo utilizar los datos tras un divorcio, emprendiendo una demanda de no filiación si se demuestra que el hijo lleva sangre de otro hombre. De esa forma, el solicitante quedará liberado de pagar por la manutención del pequeño. Un test de ADN puede conseguir incluso que el niño pierda el apellido de quien hasta entonces fue su padre. El OBD cuestiona que la paternidad se determine solo por los genes y propone revisar el concepto. DETECTIVES Toda esta casuística explica que el foco predilecto de publicidad del nuevo negocio genético sean los abogados matrimonialistas, los detectives privados o, también, los programas de televisión que gustan de airear el ADN de su público. "La demanda no deja de aumentar -asegura la directora de Ampligen-. Un sector en alza son los inmigrantes que tienen un hijo en España y quieren demostrarlo para obtener documentación. También nos piden el test algunas mujeres, pocas, que no están seguras de en qué relación quedaron embarazadas".