Un programa pionero de adopción de embriones se cierra con 52 niños nacidos y 16 en camino

El Institut Marquès dedicó al programa de Adopción 728 embriones ‘sin dueño’, olvidados por sus progenitores. Todos ellos habían superado con creces el límite legal de cinco años de conservación mínima que imponía la anterior normativa, a partir de la cual su destino quedaba a criterio de cada clínica. Aún así, se solicitó el permiso de los donantes biológicos. La mayoría, el 61%, no contestó, y esos fueron los primeros en salir de su letargo helado. De ellos, el 70% sobrevivió al proceso de descongelación y fueron transferidos 510 a las parejas o mujeres solicitantes. Los 52 niños nacidos más los 16 que están a punto de llegar al mundo (en total, 12 parejas de gemelos) representan una tasa de éxito del 24,5%, uno de cada cuatro. El porcentaje de éxito de las fecundaciones in vitro con embriones descongelados es siempre menor que con embriones ‘frescos’, “pero eso ocurre llevaran congelados tres día o tres años”, explicó Manel Elbaile, uno de los responsables del programa. En todo caso, es más que suficiente para sustentar la convicción de los científicos de que “hoy por hoy no conocemos el límite de años que un embrión puede mantenerse congelado” y ser luego viable, añadió Elbaile. El éxito del programa de adopción de embriones ha traspasado fronteras. Un tercio de las solicitantes fueron extranjeras, procedentes de Italia, Gran Bretaña, Alemania, Portugal, Holanda, Bulgaria, México y Argentina. La media de edad de las mujeres era de 38 a 40 años, y la mayoría arrastraba cerca de ocho años de esterilidad. Ya sin embriones abandonados adscritos a la antigua ley, el Institut Marquès cierra el programa de adopción. La nueva Ley de Reproducción Asistida (mayo, 2006) obliga a las parejas que se someten a fecundación artificial a especificar qué destino prefieren para los embriones que les sobren. Pueden guardarlos para su propio uso posterior, cederlos para investigaciones biomédicas, donarlos a otras parejas o mujeres solicitantes, o pedir que se destruyan a los cinco años.