Arrugas

Existe una cultura que honra al máximo las canas, y no es la nuestra.

Francisco Sánchez

24 DE FEBRERO DE 2015 · 19:06

Imagen de la portada del cómic 'Arrugas'.,
Imagen de la portada del cómic 'Arrugas'.

Arrugas es un cómic de Paco Roca (Premio Nacional de Cómic 2008). Ha sido llevado al cine logrando una película de animación que no es para niños. Cuenta la vida de unos ancianos que padecen la peor de las enfermedades: la falta de atención de sus hijos. Porque es ésta y no el alzheimer o el cáncer la peor enfermedad que podremos padecer como padres.

¿Qué es lo que ha ocurrido para que nos desprendamos de nuestros mayores con tanta facilidad? El film trata la realidad de varios ancianos que, en plena facultad, son ingresados en un “buen centro” de la 3ª edad.

En algún punto del camino hemos perdido el deseo de tomar el relevo que ellos nos pasaban. Cuidaron de nuestros abuelos, pero a nosotros nos parece misión imposible imitarles. ¿Es importante lo que ellos vivieron? ¿Hasta qué punto valoramos su experiencia, entrega, dedicación, tiempo y cariño? ¿Qué diferencias hay entre el estilo de vida que ellos llevaron y el nuestro?

Los abuelos de hoy son “más jóvenes” que los de antes. Cuidan de los nietos de sol a sol y no aceptan el asiento en el autobús. Son abuelos incombustibles. Calzan zapatillas deportivas en el parque, y en la piscina te dejan atrás. Pero un día, por bien que estén, sufren. La enfermedad llama a su puerta. Aún así, lo peor no es eso sino que la ayuda nuestra que ellos esperaban de vuelta no les llega. La hemos destinado al dossier de 3 o 4 geriátricos privados dispuestos a cobrar el precio personal que nosotros no queremos pagar.

Sin embargo, existe una cultura que honra al máximo las canas (y no es la nuestra). En esa cultura se piensa que no hay nada nuevo bajo el sol. También que la senectud enseña aspectos relevantes a los jóvenes de nuestros días. Cada una de sus canas corona su cabeza en forma de perla de la sabiduría. En esa cultura, al anciano se le respeta escuchándole una y otra vez las mismas historias. No importa ya si hace o no hace algo en casa, sino lo que cuenta. La poca energía que le queda no la puede desperdiciar.

Necesitamos más de esa cultura y un poco menos de la nuestra: “cariño, recuerda que este fin de semana nos toca visitar a tu padre en el asilo”.

¿Podemos ser diferentes? ¿Marcamos a diario la diferencia? Aquellos que lo hacen no han escogido un camino fácil sino angosto. Aman al prójimo sin esperar nada a cambio y sin mirar el reloj porque saben que su recompensa no es terrena. La bendición superará sus expectativas y brillará aún más que aquella hermosa corona de perlas que tanto han cuidado.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Sociedad - Arrugas