“Enseñar ‘inteligencia moral’ a los hijos, un deber de los padres”

La “auténtica revolución educativa vendrá de las familias, que deberán rebelarse contra el relativismo y la mediocridad”.

ABC · MADRID · 12 DE FEBRERO DE 2015 · 17:00

,José Carlos Aranda, Inteligencia Natural

José Carlos Aranda, ensayista, miembro de la Real Academia de la Lengua de Córdoba y profesor de instituto con más de treinta años de clase a sus espaldas es el autor del libro Inteligencia Natural, la «auténtica revolución educativa vendrá de las familias, que deberán rebelarse contra el relativismo y la mediocridad».

«Vivimos instalados en una cultura de los derechos: "Tengo derecho a". Pero si como padres esperamos a que cambie el sistema para poder ofrecer a nuestros hijos un futuro mejor, lo llevamos claro. Las familias tienen que ponerse las pilas y cambiar el "tengo derecho a" por el "me gustaría que mi hijo lograra tal o cual objetivo". Es decir, deberían ser proactivos en la búsqueda de soluciones».

«Hay mucho que podemos hacer los padres por nuestros hijos, y no somos conscientes. Por eso hablo de la educación preventiva. Me refiero a simples costumbres instaladas en la vida familiar, como leer a los niños, algo que puede llegar a ser incluso un predictor de los resultados escolares futuros».

Frente a las dudas de cómo vamos a educar en una sociedad cambiante en constante evolución, José Carlos Aranda separa los conceptos de educar e instruir.

«Podemos tener nuestras disquisiciones sobre cuál será la instrucción adecuada en esta sociedad cambiante para el futuro, es decir, qué conocimientos conviene poseer, desarrollar o acumular a lo largo del periodo de escolarización; pero las líneas maestras de la educación para lograr ser personas con talento están claras y son más necesarias y útiles que nunca: un niño que tenga autoestima, y haya cultivado la cultura del esfuerzo, siempre tendrá posibilidades de éxito», afirma este docente.

 

TENER UN PROYECTO

Aranda plantea la necesidad de atender al crecimiento y desarrollo de la asertividad, las emociones, la empatía, la constancia, la resiliencia, la capacidad de «aplazamiento de la recompensa» o la automotivación, «porque de nada nos sirve el mejor motor si no le ponemos ruedas a un coche, ni resulta de utilidad el mejor vehículo si no sabemos dónde queremos ir», comenta este ensayista y profesor.

Por eso, a su juicio, la clave está en que los padres ayuden a desarrollar de una forma equilibrada las distintas inteligencias de sus hijos pero, sobre todo, «en que les permitan soñar un destino, sentirse dignos de tener un proyecto, y les proporcionen los medios necesarios para alcanzarlo».

En Inteligencia Natural este ensayista ofrece lo que él considera las distintas claves y técnicas para lograr este aprendizaje en el hogar a través de un recorrido sobre la evolución del niño, y vuelve a poner sobre la mesa una antigua y, a la vez, actual teoría: la de la «inteligencia moral», «que no es otra que la de educar al niño a elegir las razones correctas que lo mueven a actuar bien en la vida».

 

CAPACIDADES INJUSTAMENTE VALORADAS

Aranda defiende que unos buenos resultados académicos no garantizan el éxito en la vida, ni siquiera son lo más importante, sin embargo, condicionan la convivencia en buena parte de las familias.

El hecho, prosigue, «es que existen expedientes escolares que no destacan y que después desarrollan una vida plena, porque son niños que tienen una serie de capacidades como son la inteligencia social, la resiliencia, la empatía, o la capacidad de comprenderse a ellos mismos y de soñar un proyecto futuro. Capacidades que justamente no se valoran en nuestro sistema educativo, donde solo se valora la inteligencia cognitiva, la capacidad de comprender y reproducir información, frente a lo anterior, que es imprescindible para la vida y que se aprende en la familia».

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