¿La tumba de Jesús?

Esta semana pasada se ha estrenado en emisión abierta por televisión el documental del director de Titanic, James Cameron, para el canal Discovery, sobre la supuesta Tumba perdida de Jesús. Como en la película de Antonio Banderas, The Body (El cuerpo), muchos han pensado qué ocurriría si alguien encontrara en alguna parte la tumba de Jesús en Jerusalén. En ese caso, no sólo la Iglesia tendría algún problema, sino que la propia verdad del cristianismo se pondría

18 DE JUNIO DE 2007 · 22:00

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Este programa presenta el supuesto hallazgo de los huesos de Jesucristo, junto con los de María Magdalena (que se ha convertido a partir de El Código Da Vinci en su supuesta esposa) y un hijo llamado Judá. Cuando uno escucha a estos supuestos científicos, profesores, teólogos, arqueólogos y hasta laboratorios analizando el ADN, uno no puede menos que tener serias dudas. Este tipo de programas parecen presentar claras conclusiones, en base a datos firmes y concluyentes, según los autores. ¿Justifica esto nuestra incredulidad? Todo lo contrario, programas como éste lo que evidencian es nuestra credulidad. Tantas anomalías, datos cuestionables y conclusiones basadas en relaciones totalmente hipotéticas, lo que hacen es reafirmar una vez más el misterio de la tumba vacía. No hay prueba alguna en este tipo de programas, para negar la Resurrección. Veamos si no, los siguientes argumentos. Pensemos un poco… FALTA DE EVIDENCIAS El texto que acabamos de citar del apóstol Pablo en la Primera Carta de Corintios es de una fecha a partir de la mitad del siglo I, tal y como afirman incluso eruditos no creyentes. Pablo menciona los nombres de varios discípulos de Jesús que creían que Jesús había resucitado y estaban dispuestos a morir por su fe. Si su cuerpo estaba en una tumba, ellos lo sabían. ¿Estaban entonces dispuestos a morir por una mentira? Los judíos que no creían en su resurrección, dijeron que los discípulos habían escondido el cuerpo (Mateo 28:11-15). Si esto fuera así, ¿por qué morían por ello?
Los textos del Nuevo Testamento no tienen la menor referencia de que Jesús se casara con María Magdalena. Todo lo contrario. Es de hecho una de las pocas cosas en que la mayoría de los eruditos están de acuerdo, sean liberales o conservadores. Pensemos en alguien tan escéptico como Crossan. Cuando le preguntaron si Jesús estaba casado, este autor que cree que el cuerpo de Jesús fue comido por perros salvajes, contesto irónicamente: “Hay un principio antiguo y venerable de exégesis bíblica, según el cual si algo parece un pato, camina como un pato y suena como un pato, debe ser un camello disfrazado”. Lo que quiere decir, “si aplicamos esto al asunto del estado civil de Jesús, que no hay evidencia de que estuviera casado (parece un pato), hay múltiples indicios de que no lo estuvo (camina como un pato) y ningún texto antiguo sugiere que tuviera esposa e hijos (suena como un pato)”. Así que concluye con su habitual sarcasmo: “Por lo tanto debió haber sido un esposo de incógnito (camello disfrazado)”. El documental afirma también que la caja decía: “Jesús, hijo de José”, pero ¿cuándo le llaman así sus seguidores? Lucas le llama “hijo, según se creía, de José, hijo de Elí” (3:23). Marcos declara al principio del Evangelio que es el “Hijo de Dios” (1:1). Mateo lo llama “hijo de David, hijo de Abraham” (1:1). Los judíos que no creían en él, le conocían como “hijo de José” (Lucas 4:18; Juan 6:42), pero no su familia (Hechos 1:14), ni la Iglesia, que le conocen como “el Hijo de Dios” (1 Juan 4:15). Si Jesús se cría en Nazaret y la familia de José es de Belén, ¿cómo pueden tener una tumba familiar en Jerusalén, propia además de gente rica? Las supuestas pruebas de ADN están hechas de pedacitos de la caja, no de los huesos. Se juega en el documental bastante también con los nombres, que sabemos que son muy comunes, basándose en hipótesis de traducción del arameo al griego, e incluso al latín. Se da incluso el sobrenombre de José al hermano menor de Jesús, no se sabe muy bien por qué. El nombre de Jesús se hace también preceder de una cruz, como prueba de que ese Jesús era el crucificado, cuando en realidad no es más que la marca del grabador, que suele aparecer en las cajas. No debemos olvidar que los nombres de José, María y Jesús, son tan habituales en la Palestina del siglo I como en los países latinos de tradición católica, hasta el día de hoy. LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN Si en el centro del cristianismo se halla una cruz, uno de los hechos más significativos de esa cruz es que está vacía. Es imposible poner en duda la fe de los discípulos en la resurrección de Jesús, pero ¿cuál fue la causa histórica de esa fe? Los Evangelios muestran que no fue la fe la que creó la experiencia de las apariciones de Jesús después de muerto, sino que fueron sus apariciones las que crearon la fe en la resurrección, ya que los discípulos habían perdido toda esperanza. La resurrección es la prueba de que Jesús es el Hijo de Dios (Romanos 1:4). Por lo que si Cristo ha muerto por nuestros pecados, ha resucitado también para nuestra justificación (Romanos 4:25). La esperanza cristiana es la resurrección de los muertos, no una mera pervivencia del alma. La resurrección de Jesucristo es la garantía de la resurrección futura de cada creyente (1 Corintios 15:20). Él es “el primogénito de entre los muertos” (Colosenses 1:18), al que siguen “muchos hermanos” (Romanos 8:29). Ya que Cristo dice a sus discípulos: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19). Las oraciones por los muertos no tienen por lo tanto, para los protestantes ningún valor, ya que son consecuencia de la doctrina católico-romana del purgatorio. La vida eterna se decide aquí y ahora (Juan 5:24). La vida futura se expresa en la Biblia en términos de negaciones: la ausencia de corrupción, debilidad, deshonra, lágrimas, lamentos, llanto y dolor (1 Corintios 15:42-43; Apocalipsis 21:4). Porque la muerte física es señal de una realidad más profunda, de un estado del alma, ya que es la negación de la vida eterna. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Por lo que estamos “muertos en delitos y pecados” (Efesios 2:1). La muerte no es el fin natural de la vida, pero por la salvación de Cristo, un día también el sufrimiento, la enfermedad, el cansancio y la muerte desaparecerán, con todas las consecuencias del pecado. La resurrección es obra del Espíritu Santo (Romanos 8:11). Por ella los creyentes son transformados a semejanza del cuerpo de Cristo resucitado (Filipenses 3:20-21). Ese cuerpo “espiritual” es también físico, ya que come (Lucas 24:38-43) y puede ser tocado (Juan 20, 17, 27), pero no está sujeto a las limitaciones y restricciones de este cuerpo (1 Corintios 15:44). Es espiritual porque está totalmente dirigido y gobernado por el Espíritu Santo, no porque no sea material. Hay cambios (Mateo 22:30; 1 Corintios 6:13), pero también continuidad, sino no tiene sentido hablar de resurrección. La resurrección tiene también implicaciones morales. La resurrección nos asegura que vivimos en un universo moral. Si la cruz parece anunciar la victoria del mal y la injusticia, la resurrección no deja lugar a dudas que la justicia al final triunfará. MULTIMEDIA NOTICIA: Cameron, director de «Titanic», realiza un documental para demostrar que Jesús no resucitó OPINIÓN: El historiador César Vidal ve la «tumba de Jesús» de Cameron absurda y tomada del Código Da Vinci AUDIO: escuche una entrevista a César Vidal sobre este tema (5 Mb) VIDEO: Vea aquí un reportaje en video sobre el descubrimiento de Cameron, así como un resumen de las declaraciones de C. Vidal (video, 5 Mb). COMENTE SOBRE ESTE ARTÍCULO Puede participar aquí con su opinión en una sección específica sobre este artículo abierta en Cartas al Director de Protestante Digital

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