Libertadores de esclavos

¿Ha desaparecido, realmente, el tiempo de la esclavitud? Pues no. Hoy se necesitan libertadores de esclavos.

22 DE OCTUBRE DE 2013 · 22:00

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He leído lo publicado sobre el informe llamado “CRIM” en donde dice que 900.000 personas son “esclavos modernos en la UE” y entre estos esclavos hay 300.000 que son esclavos sexuales. El mundo necesita libertadores de esclavos. Por tanto, hoy comentamos el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Nadie estará sometido a esclavitud ni servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”. Puede haber personas que digan que la esclavitud, afortunadamente, ya ha pasado. Dirán que ya no hay hombre y mujeres vendidos como si fueran animales, sin ningún tipo de derechos y llenos de obligaciones. Pueden pensar que ya nadie maltrata a nadie sin que los maltratados tengan derecho a la protesta, a la denuncia, a la defensa judicial. Algunos pensarán que ya nadie abusa sexualmente de otros tratándolos como una propiedad, como un objeto sexual sin derechos… ¿Ha desaparecido, realmente, el tiempo de la esclavitud? Pues no. Hoy se necesitan libertadores de esclavos. La Biblia, también en línea con este derecho humano, elimina todo vestigio de esclavitud, porque “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Todo derecho humano tiene su paralelismo en la Biblia, reconociendo la autoridad bíblica como superior, como materia primera, como base y fundamento de toda justicia humana. Por eso los cristianos y la iglesia deben ser también garante de los Derechos Humanos, defensora y propagadora de estos derechos… porque los valores del Reino de Dios, como materia primera y de mayor autoridad, avalan la defensa de los Derechos Humanos a favor de los más débiles y libera de toda esclavitud. Se necesitan libertadores de esclavos. Los esclavos del siglo XXI, los esclavos modernos de la UE como les llama el informe CRIM. Hoy el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos clama como si fuera una voz del pasado que no tuviera ya razón de ser: “Nadie será sometido a la esclavitud”. Para eso se necesitarían libertadores de esclavos. Hoy se dan las llamadas nuevas esclavitudes, formas no menos inhumanas y punibles de esclavitud que avergüenzan a la humanidad, que son un escándalo humano: la explotación laboral de adultos, la explotación laboral y sexual infantil, la trata de personas, la prostitución en redes que esclavizan a las mujeres, la explotación de los inmigrantes en muchas redes de trabajo injustas, la esclavitud que se da por abandono de muchas personas a su suerte considerándolas como un sobrante humano que no vale para nada… Paradoja: Muchos de los individuos pertenecientes a este sobrante humano les gustaría ser tratados como esclavos con tal de poder llevar un bocado de pan a sus hijos. Así, se dejan esclavizar, pero necesitan un libertador. Leo que hay ONGs internacionales que están denunciando un hecho de nueva esclavitud: la presencia en el mundo de más de 400 millones de niños-esclavos que viven en una auténtica desgracia… Muchos de ellos trabajando como esclavos para aumentar el bienestar del mundo rico, trabajando en fabricación de productos que se venderán en el primer mundo, en Europa, en el Norte Rico. Los cristianos debemos denunciar el fenómeno inhumano de los niños-esclavos e intentar dar pasos para convertirnos en libertadores... Con la ayuda de Dios, el Gran Libertador. Esclavos por la explotación laboral, esclavos de la explotación sexual… esclavos. Nos podríamos preguntar: ¿Cómo es eso posible? La voz de la Iglesia y de los creyentes debería ser un grito imparable, un aullido de dolor que no clamara solamente al cielo, sino que se transmitiera horizontalmente por toda la tierra. Un aullido por liberación. Lamento por la infravida de estos niños-esclavos, lamento por su fatiga, por su hambre, por su analfabetismo, por su condición de esclavo infantil… en un mundo lleno de riquezas y de creyentes o religiosos que dicen adorar a Dios… “¡No me traigáis vana ofrenda! Cuando extendáis vuestras manos yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré”, dice el Señor. Haced justicia y venid luego, dice nuestro Dios. Liberad esclavos. La esclavitud no ha terminado. Hay esclavitud laboral también de adultos. El sistema neoliberal con sus flexibilizaciones y salarios bajísimos se puede aproximar, en muchos casos, a la esclavitud. La esclavitud en que se convierte muchas veces la explotación de los inmigrantes. La Declaración Universal en su artículo 4 sigue sonando hoy: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre”. Un grito formal que se queda flotando en el aire como si fuera una expresión perteneciente al pasado. Grito que debe ser rescatado hoy. Nos acordamos de las mujeres presas de las mafias de la prostitución, de la trata de blancas, del tráfico de personas, de los oprimidos y explotados del mundo… del sobrante humano que supone hoy una gran parte de la humanidad que, quizás y en algunos casos, vive peor que vivían los esclavos en otras épocas históricas. Nos seguimos acordando de los niños que se venden como carne de prostitución, muchas veces demandados por serios clientes del primer mundo, solicitados por el turismo sexual, los que son violentados para el tráfico de órganos humanos… esclavitudes durísimas, aunque solapadas. Señor, ¿Por qué estas esclavitudes hoy, comenzado ya el siglo XXI? ¿Dónde están los culpables? ¿Dónde están las causas? El egoísmo humano, las ambiciones, los deseos irrefrenables de enriquecerse ilícitamente, la injusticia del mundo que se ve en los desiguales repartos de la riqueza del planeta tierra, los nuevos ricos necios que no se dan cuenta de que lo que guardan en sus almacenes, en sus cuentas corrientes desequilibrando el mundo. “Lo que has almacenado, ¿para quién será?”, es la pregunta bíblica. Creadores de esclavitudes, ejecutadores de violencias sin control, de amenazas, esclavizadores de niños, mujeres y hombres, de los débiles de esta tierra… fomentadores de ambiciones, odios, venganzas, sufrimientos sin fin. Aniquiladores de vida. Se necesitan libertadores de esclavos. Los cristianos deben ser los agentes del Reino que difunden sus valores de amor, de rescate y liberación de los débiles, de los oprimidos, de los esclavizados, de los empobrecidos y marginados. Agentes en lucha contra toda injusticia, contra toda violencia injustificada y cruel… agentes que derraman y esparcen mensajes y acciones de amor por el mundo, bocas que comunican mensajes de denuncia y de condena contra los causantes de estas nuevas esclavitudes. Agentes que camina por el mundo restituyendo dignidades robadas, potenciando solidaridades y amor humano… Libertadores que dice un no rotundo a las modernas esclavitudes.

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