No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta Romanos 12, 2

En muchas academias de arte y creación literaria no admiten alumnos a partir de los veintitantos años. La razón no es otra que esa experiencia humana que nos dice que las personas somos más difíciles de modelar a partir de esas edade"/>

¿Sin cambios?

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta Romanos 12, 2


En muchas academias de arte y creación literaria no admiten alumnos a partir de los veintitantos años. La razón no es otra que esa experiencia humana que nos dice que las personas somos más difíciles de modelar a partir de esas edade

05 DE OCTUBRE DE 2007 · 22:00

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En muchos ámbitos se considera digno de elogio el no cambiar a peor (no digamos ya el mejorar como individuo). Como en la canción de Tamara, cuando alguien dice “no he cambiado, sigo siendo el mismo” hacemos la rápida asociación de que la persona en cuestión no ha empeorado. Detrás de esta relación existe una triste resignación. Pensamos que si alguien cambia es que probablemente lo ha hecho a peor. La experiencia de la vida y el mundo nos insinúan esta falta de fe en seres humanos creciendo en bondad, comprensión, empatía, sacrificio... en amor. Como en otras cuestiones del evangelio, la revolución también se impone en este área. Como influencia del mundo que nos rodea muchos creyentes nos hemos conformado a este siglo. Como cristianos nos puede asustar más un cigarro ocasional en la boca de un hermano (por ejemplo) que una vida sin crecimiento. Sin aprobar lo primero, me apresuro a focalizar el escándalo en la segunda situación. Perfeccionaos, (Lc. 6, 40) nos dice Jesús. Pero sin embargo toleramos con facilidad que pasen días y semanas sin que ningún cambio positivo se haya producido en nosotros. Nuestra decisión, nuestra actitud activa al respecto abrirá la ayuda sobrenatural de Dios para seguir el camino trazado. Pero si no reaccionamos, la mediocridad seguirá siendo nuestro aire. Aceptable para el mundo pero intolerable para el Dios del amor, la ilusión, la fe, el perdón, la gracia, la aventura, la pasión y en definitiva el Dios de la transformación. “Barro somos en sus manos” Jer. 18, 6. Bien, pero no creo que se refiera al barro seco que se desmenuza cuando la mano del creador lo toca. Más bien se refiere al barro fresco y moldeable que va tomando formas artísticas a medida que el alfarero lo va tocando. Y que yo sepa, la doctrina cristiana enseña que esto acontece durante toda la vida. Por parte de Dios, el proceso es igual de intenso se tengan dos semanas de creyente que ochenta años en la fe. Errores siempre habrá, pero también habrá perdón. Nuestro reto va más allá de la mera conservación de nuestras actitudes aceptables de siempre. Eso es sólo una parte, pero la nueva vida conlleva otras pautas a las aceptadas en la calle. Cuando hablamos de esa vida en Cristo no lo estamos reduciendo a una mera oración y a una posterior vida religiosa. Hablamos de una aventura, de un proceso, de una lucha, de un tránsito en el que nos tomamos de la mano de Dios. Un camino de sonrisas y lágrimas, pero un camino que recorrer a fin de cuentas. Examínate y repara en aquellos cambios positivos que se han producido en tu vida en los últimos dos meses. Mira si tras la aplicación del mensaje de un sermón desafiante (por ejemplo) la semana siguiente ha sido igual que la anterior. El crecimiento es Libertad y Paz. No son sólo conceptos ideológicos que aparecen en la prensa o que se comentan en la Biblia para pasar el domingo. El cambio es la vida. Y si no hay vida, sólo queda el escándalo en el peor de los sentidos. Mirémonos y evaluémonos en profundidad. Que el tiesto deba cambiarse con frecuencia es señal de que fluye el Espíritu.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Delirios - ¿Sin cambios?