Semana de pasión, traición y servicio

Vísperas de Semana Santa. Semana de pasión… de traición. Jesús, con su ejemplo de servicio, vence a los traidores del mundo.

26 DE MARZO DE 2012 · 22:00

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Nos acercamos a la Semana Santa. Semana que también nos recuerda la traición. “Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que el entregase... Es la traición. “…se levantó Jesús de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó”… para servirles. Es el servicio que vence la traición. (Juan 13:2y4). La traición versus el servicio. El servicio venciendo la traición. Si es así, la acción social cristiana debe vencer también a los traidores injustos. Traidores contra sus prójimos. Ejemplo nos ha dado Jesús: frente a la traición, el servicio. Es lo que nos recuerda el inicio de la Semana de Pasión. Son los últimos momentos de Jesús, antes de que abandonara este mundo para volver al Padre. Momentos para redactar todo un testamento. Su última voluntad. ¿Qué propósito último tenía Jesús cuando se acercaba el momento de su partida hacia el Padre? Nos deja un testamento como ejemplo a seguir. Un testamento vivo de servicio. El servicio venciendo la traición. El ambiente podría ser de cierta expectación, de cierta tensión ante lo que podían notar que la vivencia de la presencia de Jesús encarnado era ya corta. Se aproximaba el gran cambio, la posible soledad de los discípulos. Hemos dicho que era un ambiente de amor con la expresión límite del texto que nos dice que Jesús amó a los suyos hasta el fin. Amor sin límites, pero un amor con una competencia maligna. En medio de este ambiente amoroso, pululaba la sombra de la traición. Así, el texto dice bruscamente: “El diablo ya había puesto en el corazón de Judas que traicionara a Jesús”, que le entregara. El amor, la muerte y la traición, convivían en aquella cena. Por tanto, la trama del texto es agridulce. El amor y la traición se codean. Dios y el diablo. El amor, que es vida, con la muerte. El pan y la zancadilla. Semana de pasión, semana de traición. En el versículo 18 nos dice que “el que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar”. Junto al comer unidos el pan, junto al amor hasta el fin, está el que pone la zancadilla, el que traiciona, el que no respeta las normas, el que no hace justicia, el que tiende a llevar a otros a la muerte. El bien y el mal juntos, el trigo y la cizaña... como la vida misma en un mundo caído, mundo en el que convive la pasión y la traición. Levantando el calcañar contra los inocentes. La pasión se repite. Semana de pasión, años de pasión, siglos de pasión. El mundo está lleno de los que ponen la zancadilla a los inocentes, a los más débiles. Están los que abusan, los que oprimen, los que llevan a otros hacia el patíbulo. Hay que hacer algo para contrarrestar. En el mundo el trigo quiere ser ahogado por la cizaña. Pasión y traición. Están los Judas encargados de la bolsa y que, como él, a veces aluden a los pobres... para poder robar más. Ese era Judas, el dueño de la bolsa que, cuando derramaron a los pies de Jesús un perfume de alto precio, dijo traidoramente que eso debería vender y ser dado a los pobres. Pero la Biblia dice que dijo esto porque era ladrón y quería tener todo en su bolsa. Cercanía de la Semana de pasión. Ahora, en los momentos finales de la vida de Jesús entre nosotros, planea la traición. El mal acosa al bien. Los inocentes son injustamente tratados, los mansos son despojados y los débiles echados a los márgenes del no ser de la marginación. Es la historia de un mundo caído. Testamento de pasión. Jesús tenía que hacer algo como última voluntad, como testamento vital de ejemplo a los hombres, a sus criaturas. Tenía que contrarrestar el ambiente de traición, la obra de Satanás que se realizaba a través de Judas, el tesorero ladrón, el amante de la bolsa... el que es capaz incluso de entregar a Jesús, al Maestro divino por dinero. Ante el inicio de su pasión, Jesús se humaniza al máximo. Tiene que hacer algo, algo importante, algo ejemplo para la humanidad. Tránsito final del ministerio de Jesús hombre en el mundo. El Maestro, el Hijo de Dios, en este acto final, se humaniza mucho más. El que había partido de Dios y volvía a Dios, se humaniza hasta el límite, hasta el fin, al igual que amó. Se quiere mostrar como el humano más humano entre todos los humanos. En este momento de vuelta a la divinidad, se quiere mostrar como el Hijo del Hombre, el Dios humanado encarnado... para servir… para darnos ejemplo de servicio… mientras comenzaba su pasión. Servicio venciendo a la traición… Testamento ante la muerte. Se quita su manto y se ciñe una toalla. Imágenes de su acto de última voluntad, de su testamento como ejemplo a seguir por todos. Imágenes simbólicas. Se despoja un tanto de su halo de divinidad. Se quita su manto. Se queda como el hombre despojado de algo digno, cerca de la desnudez, como si dejara su propia divinidad a un lado y se humaniza en el servicio. Toalla versus manto. En lugar del manto, que le podía dar cierta imagen de Maestro, Maestro divino, se ciñe una toalla. Está escribiendo su última voluntad, su testamento de ejemplo al mundo. Jesús se quitó el manto y mostró al Dios hombre… con una toalla ceñida y dispuesto al servicio. Este Dios hombre es el Dios preparado para el servicio, con su toalla ceñida y dispuesto a lavar los pies a sus discípulos. Jesús, en su última voluntad, en su testamento final, estaba mostrando al Dios siervo, dispuesto al servicio, a preocuparse de las necesidades de los otros… ejemplo a sus discípulos de todas las épocas. Es la forma de contrarrestar la traición. Es la forma de vencer con el bien el mal. Es el ejemplo que nos deja para decirnos como podemos cambiar el mundo, como podemos destrozar las estructuras injustas de traición y de pecado, las estructuras que llevan a los inocentes a la muerte o a la infravida de la pobreza y marginación. El servicio, que es amor en acción, vence a los poderes de maldad del mundo, a la injusticia, a los egoísmos que llevan a otros a la muerte. Jesús se quita su manto… ¿Se despoja de su deidad? Se pone una toalla… ¿Le humaniza a lo sumo el comienzo de su pasión? Jesús, en estos últimos momentos entre nosotros, es como si, al quitarse su manto, se estuviera despojando de su deidad, estuviera mostrando su humanidad en servicio como forma de vencer la traición de los Judas del mundo. Es como si tuviera miedo de que los hombres vieran en Él solamente a Dios. Este despojo del manto se relaciona con el servicio. Última voluntad. Testamento de vida… ejemplar. El Jesús ceñido con una toalla, el Jesús siervo, el Jesús ejemplo de servicio… “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”. Es como si nos estuviera diciendo: Quitaos vosotros también el manto y ceñiros la toalla del servicio. No ha entendido el Evangelio quien no sirve. Servicio que contrarresta a los traidores del mundo, a los egoístas que sólo piensan en la bolsa repleta, aunque sea a costa de la muerte de tantos que, empobrecidos, caminan por el mundo en la infravida. El servicio vence la traición. Una lección previa a Semana Santa. Una lección de la semana de pasión.

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