El tweet de Dios sobre la conciencia

La lengua hebrea acude repetidamente a términos como corazón y riñones para aludir a las disposiciones, pensamientos y deseos, es decir, a lo que tiene que ver con lo profundo de la personalidad.

28 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 08:30

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La dificultad para señalar las partes inmateriales del ser humano se aprecia en que algunas lenguas tienen que echar mano de conceptos que aluden a los órganos físicos, que son más fáciles de identificar. Es de este modo como la lengua hebrea acude repetidamente a términos como corazón y riñones, para aludir a las disposiciones, pensamientos y deseos, es decir, a lo que tiene que ver con lo profundo de la personalidad. De hecho, el término corazón, para referirse a lo interior de la persona, se sigue usando en numerosas lenguas, también la española, a diferencia de riñones, que nos parece raro e incluso chocante. Pero mirándolo con detenimiento ¿por qué corazón es asumible y riñones no, teniendo en cuenta que ambos representan órganos de nuestro cuerpo? Es la costumbre de usar un término y no usar el otro, lo que explicaría la diferencia de actitud hacia ambos.

Esa dificultad para nombrar lo inmaterial del ser humano se nota en la inexistencia de palabras que fijen determinadas facultades, siendo una de esas facultades la conciencia, para la cual no hay vocablo en lengua hebrea. Pero el hecho de que no exista la palabra no quiere decir que no exista la noción, habiendo de hecho un tweet de Dios en el que, sin mencionarla directamente, está bien presente en el mismo, siendo el que dice: ‘Huye el impío sin que nadie le persiga; mas el justo está confiado como un león.’ (Proverbios 28:1).

¿Cuál es la razón por la que el malvado huye, si nadie le está persiguiendo? ¿Qué es lo que le empuja a escapar, si nada hay externo que de forma tangible le obligue a ello? La respuesta es una de dos, o se trata de una obsesión imaginaria, que es irreal y está cerca de la locura, o se trata de una fuerza real interior que no le deja en paz. Y esa fuerza adquiere tal preponderancia que debe tomar todas las medidas, todas las precauciones necesarias para eludirla, aunque es en vano. De ese modo, verá por todas partes indicios acusatorios que corroborarán su estado de perturbación interna; aunque, en realidad, lo que percibe es una distorsión de las cosas, producto de la distorsión interna que le está trastornando. Los fantasmas que le asustan no son sino proyecciones de las oscuras sombras que hay en su interior. No hace falta un juez externo que esté constantemente persiguiéndolo y acusándolo; no es necesario, como en el cuadro de Pierre-Paul Prud’hon titulado La justicia y la venganza divina persiguiendo al crimen, que haya dos implacables emisarios que vayan en pos del transgresor para atormentarlo. Ya hay un emisario implacable, bien real, no detrás de él sino dentro de él. Y ese implacable emisario es la conciencia.

El trastorno que le provoca es de tal magnitud, que en sí mismo ya es el comienzo de su condena, aun antes de haber sido condenado por tribunal externo alguno. La desazón que vive, el recuerdo machacador de su transgresión no le permite vivir en seguridad, de ahí que esté sujeto a ver amenazas donde no las hay. Es lo que dice el Salmo 53:5: ‘Allí se sobresaltaron de pavor donde no había miedo.’

¡Qué juez tan rígido es la conciencia! ¡Qué fiscal tan severo es la conciencia! ¡Qué testigo tan categórico es la conciencia! ¡Qué carcelero tan feroz es la conciencia! La mala conciencia. Es decir, la que es producto de la maldad de las acciones. A esa mala conciencia es a la que se refiere la primera parte del tweet de Dios bajo consideración. Por ella es por lo que el impío huye, sin que nadie le persiga. En realidad, es de ella de quien huye, aunque en vano, porque ¿cómo esquivar lo que se lleva dentro? No es que la conciencia, como tal, sea mala, sino que se le llama mala porque señala el mal del transgresor y se convierte en tortura para su mal. De ese modo, lo que en sí mismo es bueno, se torna insoportable.

Pero este tweet de Dios tiene una segunda parte, una antítesis, que se contrasta con la primera, poniendo así un contrapunto entre las dos. La figura del justo confiado como un león, es bien expresiva. No hace falta haber ido a África para ser testigo de que el rey de la selva es imperturbable, que nada le inquieta, que nada le intimida. Así, dice el tweet, es el justo. La confianza, la seguridad, gobiernan su interior; no porque esté exento de pasar por pruebas y tribulaciones sino porque las tales no tienen sobre él un poder desgarrador y destructor. En última instancia sale victorioso de las mismas, porque cuenta con un inestimable aliado interno, como es la buena conciencia, que le es fuente de certidumbre y de paz, incluso en mitad de la tormenta y del fragor de la batalla.

La buena conciencia. ¡Qué dulce es su consolación, qué placentero su fruto, qué amable su compañía! Es la amiga inestimable, el tesoro invalorable, la remuneración incomparable, porque la bendición que supone tenerla no tiene precio.

Este tweet de Dios pone ante nosotros dos perspectivas. Una es espantosa, la otra deleitable. La espantosa procede de la mala conciencia. La deleitable de la buena. ¿Cuál es la que tienes tú?

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