“Experimentamos que, cuando los niños llevan a Dios sus problemas, mejoran”

La Residencia Infantil Emmanuel celebra 50 años de historia acogiendo y educando a niños en situación de vulnerabilidad.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 27 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 08:45

En la actualidad, la Residencia Infantil Emmanuel acoge a once niños. / RIE,
En la actualidad, la Residencia Infantil Emmanuel acoge a once niños. / RIE

Celebrar 50 años no es poca cosa. Y, todavía más, si estos han transcurrido a lo largo de cambios políticos y sociales como los que se han dado en España desde 1969 hasta la actualidad. Desde entonces, la Residencia Infantil Emmanuel de Barcelona se ha convertido en una referencia de la acogida de menores en el ámbito evangélico español. 

Este 2019, la entidad está de celebración, y ya ha presentado su trabajo y sus proyectos de futuro en Madrid, Galicia y Barcelona, a través de conciertos de gospel y otras actividades. Unos proyectos que, en parte, pasan por encontrar una nueva casa que se ajuste a las exigencias legales, según explican desde el equipo de coordinación de la residencia. 

“Estamos orando por las instalaciones homologadas. Tenemos el equipo y los niños”, dice Carme Collía, miembro del equipo de educadores que viven en la casa. La celebración del medio siglo de historia de la residencia culmina este 30 de noviembre, con un acto especial en la Iglesia de Verdi, en Barcelona. “Este es un proyecto que Dios comenzó y que ha querido que durase hasta aquí. Esto es lo que sabemos del pasado”, señala Collía. 

 

Uno de los actos de la celebración del 50 aniversario con la participación del historiador Josep Lluís Carod-Rovira. / RIE

Pregunta: Después de 50 años, ¿hay una idea clave que describa toda esta trayectoria?

Respuesta: Una idea que ha sido así desde el principio, y lo sigue siendo después de 50 años, es que la Residencia Infantil Emmanuel es un hogar, una casa de acogida donde niños, que por circunstancias momentáneas no pueden estar con sus familias, pueden vivir de una forma familiar aquí. 

 

P: En vuestra web habláis de dar cariño, protección, corrección y educación. ¿Cómo se mantiene y se desarrolla un proyecto como el de la Residencia Infantil Emmanuel a lo largo de medio siglo?

R: Hay muchos factores que han ayudado y ayudan a que la Residencia Infantil Emmanuel cumpla 50 años. Lo primero es la voluntad de Dios. Este es un proyecto que Dios comenzó y que ha querido que durase hasta aquí. Esto es lo que sabemos del pasado. El presente es que, durante todo este curso, tenemos once niños que están viviendo en la casa y seguimos pensando que sigue siendo la voluntad de Dios, al menos para este año. No conocemos el futuro. Está en sus manos y lo vamos a ir descubriendo. Así que, en primer lugar, la residencia se ha mantenido porque entendemos que es la voluntad de Dios. En segundo lugar, la residencia ha tenido sentido porque siempre han habido niños y familias que han necesitado de este recurso, por lo tanto, tanto en la junta directiva como en el equipo educativo hemos creído que merecía la pena seguir adelante. Además, ha habido un equipo que ha trabajado. No solamente las tres personas que trabajamos como internas en la casa, sino que a lo largo de estos 50 años ha habido un equipo de cuidadores y voluntarios que lo ha hecho posible. En último lugar, ha hecho falta dinero. Para este proyecto se necesitan miles de euros para poder llegar a final de curso y esto ha sido una aportación de muchas iglesias evangélicas en España, de familias, del ámbito evangélico y de fuera de el, que han creído en esta labor, y de empresas y particulares. 

 

P: ¿Cómo se tomó la iniciativa de comenzar este proyecto?

R: Estamos hablando de 1969, cuando un grupo de mujeres evangélicas de toda España, la Unión de Mujeres Evangélicas de España (UDME), vio esta necesidad, que en los barrios de Barcelona había niños que no estaban en sus casas y que ni siquiera estaban escolarizados. Estas mujeres, viendo la necesidad, y con la posibilidad de poder crear un hogar para estos niños, se reunieron, oraron y lo presentaron a nivel de toda España. Entonces vieron que era posible crear una residencia infantil, pero tenían que encontrar una casa y un equipo que los cuidase, y también dinero para poder mantenerlos. Así nació la residencia, fruto de una visión, fruto de la oración y del esfuerzo de estas mujeres, y desde 1969 hasta hoy las puertas de esta casa están abiertas. Originalmente, la residencia nace en Barcelona, en una casa en la calle Costa, y diez años más tarde se traslada a Sant Just Desvern, un pueblo cercano, donde estamos ahora.

 

P: ¿Y cuál es la situación con la que llegáis a este 50 aniversario? 

R: La Residencia Infantil Emmanuel tiene capacidad legal para un máximo de doce niños que entran a los 3 años y pueden estar aquí incluso aún después de superar los 18, si no tienen un recurso mejor. En la actualidad, los niños llegan a la residencia porque son las familias las que detectan que no pueden cuidar correctamente de sus hijos. Entonces, en muchas ocasiones, acuden a los servicios sociales y desde allí se contempla este recurso, ya que los menores son cuidados de lunes a viernes y, mientras tanto, estas familias pueden buscar trabajo o abordar los problemas de vivienda o de salud que están afrontando. De los niños que tenemos ahora, todos menos uno, pueden ir con sus familias biológicas los fines de semana. Nos gusta que no se desvinculen, sino que el nexo con sus parientes continúe. En estos momentos somos tres educadores que estamos viviendo en la casa. En el año 2000 tuvimos que hacer un cambio jurídico al que nos obligaba la Administración de entonces. De cara a un futuro próximo, estamos ante un nuevo cambio. Llevamos cuarenta años en esta casa y ha sido genial. Nos ha dado mucha seguridad para desarrollar el trabajo. Pero las nuevas leyes para casas de acogida requieren que las instalaciones sean diferentes. Entonces, estamos pensando en unas nuevas instalaciones. Nos gustaría seguir otros cincuenta años pero para esto necesitamos unas instalaciones homologadas. 

 

Entre los proyectos de futuro de la residencia, además de la manutención de los niños cada curso, está el encontrar unas nuevas instalaciones. / RIE

P: ¿Qué otros retos tenéis a corto plazo?

R: El primer reto, que es siempre de año en año, es poder cubrir las necesidades de todos los niños, tanto a nivel económico como a nivel de voluntarios. El hecho de abrir las puertas a once niños, en estos momentos, para que puedan vivir comporta mucho. Cubrir sus gastos es un reto diario, semanal y anual. Pero también la necesidad de voluntarios. En este sentido, ayudaría que las personas promoviesen, en sus iglesias, empresas o barrios, actividades para recoger ideas, dinero o productos necesarios. De cara a un futuro más lejano, estamos orando por las instalaciones homologadas. Tenemos el equipo y los niños.

 

P: Para desarrollar una iniciativa como esta es imprescindible tener visión en cuanto a la importancia de los niños en la sociedad.

R: Cuando a un niño, su entorno cercano o la sociedad no le pueden ofrecer una familia, ya no se está enderezando bien a esta persona, sino que se le imponen diferentes problemáticas y circunstancias que no son buenas. Es muy fácil que los niños de una familia desestructurada repitan patrones en el futuro. Y la idea es poder ayudar a estos niños para darles oportunidades de crecimiento en un ambiente diferente, con otros valores y posibilidades para crear una estructura familiar propia normalizada. Un niño que crece en una familia en la que no se le dan posibilidades para la educación, sin formación, tendrá acceso a trabajos muy precarios o ni siquiera eso. Si de le da esa oportunidad de educación, tendrá más posibilidades de salir adelante. Si además se le da al niño la posibilidad de ver un formato diferente de familia, como el cuidado de los unos entre los otros, esto también le servirá de referente. Nosotros, además, enseñamos a los niños la palabra de Dios, les animamos a poder vivirla y obedecerla. Este es nuestro mayor reto, y es así como nosotros vivimos también para que ellos puedan entender esa palabra como guía para su propia vida. En todos estos años hemos visto que algunos niños han aprovechado esto y han salido de familias sin estos hábitos, y luego, ellos mismos han reproducido familias con hábitos, de trabajo y esfuerzo, de confianza y ayuda en la familia, y con una vida espiritual que les ha llevado, incluso, a integrarse en iglesias.

 

P: En la línea de lo que explicas, ¿qué papel juega la inspiración cristiana del proyecto en esa visión de desarrollo de los niños?

R: Jesús, Dios, la Biblia, son cosas con las que vivimos en la Residencia Infantil Emmanuel de una forma diaria y normalizada. Cuando hablamos y compartimos tiempo con los niños, Jesús es alguien más. Todas las mañanas tenemos un tiempo devocional, un tiempo en el que educadores y niños nos sentamos para compartir historias de la Biblia y hacer que den respuestas a los problemas del día a día, y oramos y cantamos. A los niños les enseñamos todos los valores que hemos aprendido de la palabra de Dios. El evangelio, aquí es una constante. Con los mayores tenemos una especie de discipulados, con enseñanzas más concretas, pero trabajamos con todos no solo en ese tiempo de devocional, sino que durante todo el día utilizamos la Biblia como valor educativo. Lo cual nos implica hacerlo en contra de lo que muchas situaciones fuera de la casa, incluso los mismos colegios e institutos, les enseñan. O, quizás, en contra de algunas decisiones de sus propias familias biológicas. Este fue el origen de la casa, el amor de Dios que se transmitió de esta manera. Además, pensamos que la educación, el cariño y el orden son básicos, pero también pensamos que lo es capacitarlos, enseñarlos, instruirlos y darles la oportunidad de que tengan una relación con Dios. Nosotros experimentamos que, cuando los niños llevan a Dios sus problemas, y estamos hablando de niños que tienen muchos problemas, mejoran. Esta es nuestra labor. Poder ayudarles a descansar. Y Dios también hace su obra. 

 

La residencia nació hace 50 años, de la mano de la UDME, con el propósito de dar acogido a niños en situación de vulnerabilidad. / RIE

P: ¿Cuál es el vínculo con los niños una vez salen de la residencia?

R: Es fácil seguir a los niños cuando se van. Las redes sociales nos han facilitado mucho el mantener el contacto. Aún, con aquellos niños que se han ido y no han aprovechado, de momento, todos estos valores y recursos, la relación es buena. Siempre hay momento de poder volver a hablar con ellos y contrastar experiencias. En ocasiones nos explican cosas que están muy bien y en otras sus derrotas y eso que les hace malvivir, pero tenemos la oportunidad de volver a consolar y explicar lo que han recibido, de niños, en la residencia. Pocos niños se han manifestado en contra de la residencia, aunque es necesario recordar que ellos han venido aquí con dolor y que esta no es la casa de sus vidas.  

 

P: Y hablando de niños, hace unos días se celebraba el Día Universal del Niño. Una ocasión que muchas instituciones utilizan para recordarse a sí mismas que todavía hay niños trabajando y viviendo situaciones injustas. Pero, ¿en qué estamos fallando como sociedad para que estas situaciones se cronifiquen?

R: Por las circunstancias, en general, las familias dedican muy poco tiempo a estar con los niños. Sí que dedican muchos recursos, pero hay poco tiempo de dedicación, pocas actividades en familia. No tienen porqué ser actividades caras, sino sencillamente hablar y vincularse, por ejemplo. También hay muy poca conciencia. Solo hay que pensar que en otros países hay niños que están trabajando. Por ejemplo, hay lugares en los que llevan a los niños a las minas para que recojan litio. Entonces, nosotros debemos tener la conciencia de qué productos estamos utilizando que tienen litio. A lo mejor, podríamos valorar algún tipo de respuesta personal o familiar. Es necesario que nos informemos, que nos concienciemos, que eduquemos a nuestros hijos y que valoremos si podemos hacer alguna acción.

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