Los profetas y el Quijote

Quizás nosotros también deberíamos caminar, siguiendo al Maestro, lanza en ristre, la espada de la fe, denunciando las injusticias de los poderosos.

19 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 16:30

Acuarela de Salvador Tusell, sacada de la composición de Gustave Doré, en la edición de Don Quijote de La Mancha de Luis Tasso, en 1894. / Wikimedia Commons,
Acuarela de Salvador Tusell, sacada de la composición de Gustave Doré, en la edición de Don Quijote de La Mancha de Luis Tasso, en 1894. / Wikimedia Commons

Sí, ya lo sé. ¿Qué tienen que ver los profetas con nuestro caballero andante? No. Para mí no es igual. Los profetas estaban inspirados por Dios, cosa que no creo que fuera igual en nuestro gran Cervantes… aunque nunca se sabe. Los profetas no caminaban por el mundo lanza en ristre, pero sí “desfacían entuertos” en un mundo injusto. Esto último podría ser una frase quijotesca. ¿No hay cierta denuncia en el Quijote, no hay una defensa de los débiles, no intenta avivar en el mundo nuevos valores que no están lejos de los valores proféticos?

Sí. Cristianos del mundo. Quizás nosotros también deberíamos caminar, siguiendo al Maestro, lanza en ristre —la espada de la fe—, denunciando las injusticias de los poderosos, y luchando por los derechos de los más pobres, marginados, maltratados y dolientes del mundo. ¿Son éstos actos proféticos, o también quijotescos? Quizás es que la filosofía, la ética y la moral quijotesca estén muy arraigadas en esos valores que consideramos proféticos, la defensa de los débiles, la denuncia de los poderosos injustos y la búsqueda de la justicia.

Si Don Quijote de la Mancha poseía únicamente un caballo escuálido, el delgado Rocinante, los profetas tampoco tenían un gran poder o un enorme bagaje bélico para usar contra la injusticia. El arma que usaban era la voz. En el fondo, era también el arma del Quijote, pues su escuálida caballería y su lanza, eran más el adorno de un icono denunciador y buscador de justicia, que armas bélicas. El Quijote también usó los valores bíblicos y proféticos para caminar por el mundo “desfaciendo entuertos” como hemos dicho, y poniéndose siempre al lado de los débiles del mundo.

Sí, sí. Hay que guardar las distancias en este insólito paralelismo: Los profetas y el Quijote. Los primeros están a la base inspirados por Dios, pero el Quijote se apoya, en parte, sobre el muro profético y sobre otros valores bíblicos que, quizás, le ponen por delante de muchos religiosos en el seguimiento de los valores bíblicos, de los valores del Reino. Así, en El Quijote hay sesenta y dos citas de libros del Antiguo Testamento, y veintiuna citas del Nuevo Testamento.

Ese personaje, Don Quijote de la Mancha, hubiera estado de acuerdo con muchas de las denuncias proféticas, clamaría contra las arbitrariedades de las clases opulentas contra los débiles y empobrecidos del sistema, se quejarían y sufriría ante el desarrollo de élites dirigentes de espaldas al dolor de los pobres. ¡Cristianos, leed también el Quijote! Se ha dicho que “la Biblia es el libro de la religión, y El Quijote, el del ser humano”. ¡Como si la Biblia no fuera también el libro del ser humano! De todas formas, allí encontraréis valores en línea con aquellos que surgen con la irrupción de Jesús en el mundo, y que se conocen como los valores del Reino. Y si no, al menos leed los profetas y el Evangelio que entroncan, sin ninguna duda, con la línea profética.

Los cristianos necesitamos también rearmarnos en preparación para la lucha por la justicia. Debe ser un rearme como el que tuvieron los profetas y El Quijote, un rearme moral, de valores expuestos al mundo, de denuncias apoyadas en una ética cristiana, una moral que debería encaminarse hacia una moral universal. Para eso hace falta un “quijotismo cristiano”, pero si no os gusta el término, el mundo necesita de profetas comprometidos con los débiles del mundo, y que sirvan al Dios de la vida, de la justicia, de la misericordia y de la protección de los débiles.

Es curioso que comparemos una figura de ficción de la literatura española, con la lucha por los creyentes a favor de los débiles, con el trabajo profético. Algunos me dirán: Guardando las distancias. Pues sí, guardando todas las distancias necesarias, pero si este simbolismo quijotesco nos vale para la reflexión profética sobre el trabajo por los apaleados del mundo, los estigmatizados, los tirados al lado del camino, el prójimo sufriente y la denuncia contra los opresores, sean ricos o poderosos, merece la pena el reflexionar en ello.

El Quijote tiene un paralelismo curioso con otro de los grandes héroes de la fe del Nuevo Testamento. Dos locos. Dos idealistas que trabajaban por un mundo mejor. Dos defensores, cada uno a su manera y guardando distancias, de los valores bíblicos. A los dos le llamaron locos por el mismo motivo. Eran personas a los que les gustaban las letras, la lectura, empedernidos lectores. Uno, El Quijote, le decían que se había vuelto loco por leer tantas novelas de caballerías en donde esos caballeros trabajaban por “desfacer entuertos”. Al otro, al Apóstol Pablo, le tuvieron que decir que las muchas letras le habían vuelto loco. Pues bien: ¡Bendita locura! Una locura que les llevaba a la defensa de los valores que defendían a los débiles del mundo, o una locura que les llevaba a la defensa de los valores bíblicos que pueden ser la base de una ética o moral universal.

Quizás nos insulten y se rían de nosotros, porque nos creen locos que confunden a los molinos con gigantes del mal, es posible que crean que esos molinos nos van a despedazar, es probable que crean que es imposible la lucha contra ellos porque representan al mal, al malo, pero la lucha merece la pena. Que todos vean que hay cristianos que, siguiendo a los profetas y al mismo Jesús, están luchando por la justicia, una justicia misericordiosa impregnada del amor al prójimo, mientras que denunciamos a aquellos que, inmisericordemente, cambian los valores siempre en defensa de sus propios intereses injustos, egoístas y maltratadores de los débiles del mundo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Los profetas y el Quijote