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En casa, pero no en paz

La historia de un país que nació en primavera.

13 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 17:45

David Ben Gurión proclamando el Estado de Israel en Tel-Aviv, en mayo de 1948. / Wikimedia Commons,
David Ben Gurión proclamando el Estado de Israel en Tel-Aviv, en mayo de 1948. / Wikimedia Commons

Hoy termina la parte histórica de esta serie. Algunos se alegrarán, sin lugar a dudas, porque el conocimiento de hechos históricos no cotiza muy alto en nuestros días en un mundo donde cuenta más lo virtual que lo real.

El 14 de mayo de 1948 se declaró la independencia de Israel de acuerdo con la decisión de Naciones Unidas de noviembre del año anterior. La bandera del nuevo estado se izó por primera vez de forma oficial en aquel día. La enseña se inspira en el talit, el chal de oración judío: está formada por una estrella de David azul y por dos franjas azules sobre un fondo blanco.

Los países árabes rechazaron el plan de partición de la ONU. El mismo día de la independencia, cinco ejércitos árabes (Egipto, Siria, Transjordania, Líbano e Irak) invadieron el minúsculo territorio asignado a los judíos con la idea de ahogar a todos en el Mediterráneo. Y no me invento nada.

Y ocurrió algo que casi nunca se menciona o recuerda. Nos hemos acostumbrado a escuchar continuamente la historia de los refugiados “palestinos”. 

¿Qué pasó con los refugiados judíos? Poca gente sabe que en 1948 más de un millón de judíos fueron expulsados de los países árabes donde habían residido en algunos casos 2000 años o más sin la posibilidad de llevar más de lo puesto. Pero a diferencia de los árabes que han alargado el estatus de refugiados a sus hermanos palestinos hasta el día de hoy, el joven estado de Israel integró hasta la fecha ese millón de refugiados más otros 6 millones de emigrantes judíos de todo el mundo. De esta manera, Israel se convirtió en una de las naciones más desarrolladas del planeta.    

En contra de todo pronóstico, Israel ganó la guerra de independencia aunque nadie hubiera apostado ni un duro por la supervivencia de la joven nación.  La derrota de los cinco países árabes en cuestión de meses se recuerda en árabe como “an-Nakba” (“La catástrofe”).  Aún así, Jordania se quedó con la parte este de Jerusalén destruyendo el antiguo barrio judío al completo. Y de paso anexionó lo que hoy se conoce como Cisjordania o el “West Bank”. 

Una pregunta curiosa que los incondicionales de la lucha palestina por la independencia nunca responden es la siguiente: Jordania gobernó el West Bank durante 19 años (1948 – 1967). ¿Por qué no concedieron la independencia a los “palestinos” en este tiempo? Egipto se quedó con la franja de Gaza en el mismo espacio de tiempo. ¿Por qué el gobierno de Egipto no les concedió la independencia a sus hermanos en Gaza? 

Curiosamente, a partir de la guerra perdida, los países árabes reclamaron los territorios que antes de la guerra podían haber tenido sin la necesidad de una guerra. Pero ya era tarde.

Decir que Israel ha usurpado toda Palestina dejando el pueblo palestino con nada es simplemente una falacia histórica. Cuando Transjordania se quedó con el West Bank en 1949 los palestinos (no hay que olvidar que el 70% de la población jordana son “palestinos”) controlaron el 82,5 % de lo que originalmente era el mandato británico de Palestina, mientras que el estado judío ocupó un 17,5 %.

Vale la pena también considerar el uso de la palabra “Palestina” o “palestino”. En el sentido en el que se aplica hoy, se empezó  a usar en los a años 70 del siglo pasado para identificar un colectivo de inmigrantes árabes que habían llegado a la zona después de que los inmigrantes judíos convirtieran un trozo dejado de la mano de Dios en una tierra habitable. 

En el año 1936, el líder árabe Auni Bey Abdul-Hadi declaró ante la Peel Commission: “No existe ningún país Palestina. Palestina es una palabra que los sionistas se han inventado. 

El uso del término “palestino” para los habitantes árabes de la zona empezó en los años 60 y 70 del siglo pasado. Ni siquiera la famosa resolución 242 de la ONU de 1967 ni la resolución 338 de 1973 mencionan el término “Palestina” con una sola palabra.

Desde su fundación en el año 1948 hasta el año 1967, Israel fue constantemente bombardeado por la artillería siria desde los Altos del Golán. Sobre todo Egipto, bajo el socialista Gamal Abdel Nasser, amenazó militarmente Israel de una forma creciente. En 1967, los egipcios trasladaron un gran número e de soldados y de equipamiento militar a la península del Sinaí, ordenando al contingente de paz de la ONU a evacuar la zona. Al mismo tiempo, Egipto impuso un bloqueo en el estrecho de Tirán, en el Mar Rojo, impidiendo la conexión por vía marítima de Israel a través del puerto de Eilat.

Viendo amenazada su supervivencia, el gobierno de Israel hizo lo que cualquier país normal haría en semejante situación de vida o muerte: empezó un ataque preventivo, destruyendo las fuerzas aéreas egipcias al completo. La famosa guerra de los 6 días terminó con la ocupación israelí de la península del Sinaí, de la franja de Gaza, de los Altos del Golán y del territorio ocupado por Jordania en 1948 incluyendo la ciudad de Jerusalén. Por primera vez en 2000 años, los judíos eran dueños de su antigua capital, Jerusalén.

Pero esto no iba a ser la última guerra.

En octubre del año 1973 los ejércitos de Egipto y Siria atacaron Israel por sorpresa durante la celebración de su día más sagrado, el Yom Kippur. La situación del país era dramática, pero finalmente no solamente se recuperó el territorio inicialmente perdido sino que columnas de tanques se acercaron a pocos kilómetros a Damasco y cruzaron el canal de Suez, adentrándose profundamente en territorio egipcio.

Sin embargo, esta última guerra llevó a una paz con Egipto que ha durado hasta el día de hoy. Primero Egipto y luego países como Jordania, Marruecos y Omán reconocieron el estado de Israel e intercambiaron embajadores. 

Siguieron dos guerras en el Líbano, donde los combatientes de Yassir Arafat habían desestabilizado por completo la estructura del país vecino, usándolo como base de ataques constantes contra Israel.

En 1987 empezó un levantamiento de la población árabe en Cisjordania y Gaza. La llamada “intifada” continuó hasta el año 1993 cuando se llegó a los famosos acuerdos de Oslo con los dirigentes palestinos.

En el año 2000 el primer ministro israelí Ehud Barak retiró de forma unilateral el ejército del sur del Líbano, después de una presencia de 18 años. Lo que fue aplaudido por el mundo como avance hacia una paz duradera, se convirtió en la ocasión para la organización chií Hezbolla para lanzar misiles al norte de Israel. 

A pesar de todo, en el mismo año, Barak ofreció a Arafat el 93% del territorio de Gaza y Cisjordania y el 75% de la ciudad antigua de Jerusalén (exceptuando lógicamente el barrio judío) y el reconocimiento de un estado palestino. Sin embargo, Arafat rechazó la oferta y llamó acto seguido a la segunda intifada palestina, poniendo final de esta manera al proceso de paz. Durante la segunda intifada, había ataques suicidas de extremistas musulmanes de forma continua en muchas ciudades de Israel. 

Como respuesta a decenas de miles de ataques con cohetes o por atentados , Israel -ya bajo el gobierno de Ariel Sharon- decidió levantar un muro en la frontera con los territorios palestinos.

En el año 2005, Israel se retiró por completo de la franja de Gaza, evacuando 5000 judíos que habían construido allí sus casas y granjas. 

Un año más tarde, la organización fundamentalista islámica Hamás se hace con el poder en Gaza, hasta el día de hoy. 

Esta breve reseña histórica obviamente no puede entrar en muchos detalles. Una de las cosas que llama la atención es, sin embargo, el desconocimiento histórico de muchos que defienden “la causa palestina”. 

Israel no es un estado perfecto y ningún israelí lo afirmaría. Pero es la única democracia que funciona en la zona, desde Rabat hasta el golfo pérsico y desde Siria e Irak hasta el sur de la península árabe. Tiene partidos políticos árabes y uno de los jueces de su Tribunal Supremo, Salim Joubran, es árabe. 

Tanto cristianos como musulmanes tienen libre acceso a sus santuarios. De hecho, el mismo monte del templo con el Domo de la Roca y la mezquita al-Aksa está bajo la custodia de la Waqf, una fundación jordana musulamana que ejerce de administrador de esta zona sagrada también para los judíos. 

Irrespectivamente de nuestra escatología y convicción teológica deberíamos conocer estos hechos. Como cristianos tenemos el deber histórico de respetar la existencia de un solo país sobre la faz de este tierra que un judío pueda llamar su hogar. Se lo debemos y si fuera solamente para dejarlos en paz, dado nuestro historial. Y nunca mejor dicho.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - En casa, pero no en paz