La historia del antisemitismo en Europa: el lado oscuro del cristianismo

La historia de los judíos en Europa es una historia sangrienta de persecuciones completamente irracionales.

Derechos de autor de la imagen “Casa-Museo José Segrelles” (Albaida-Valencia). · 30 DE OCTUBRE DE 2019 · 18:22

Matanza de judíos en Barcelona, en el año 1391. / ©Casa-Museo José Segrelles (Albaida-Valencia),
Matanza de judíos en Barcelona, en el año 1391. / ©Casa-Museo José Segrelles (Albaida-Valencia)

Algunos lectores van a decir: pero los auténticos cristianos jamás van a arremeter contra los judíos o incluso fomentar su persecución. Personalmente no dispongo de un mecanismo para decidir quién fe un cristiano auténtico. La simple verdad es que había demasiados casos de personas que se aceptan por regla general como ejemplos de fe que sí se han rebajado a este nivel. Martín Lutero no es ni mucho menos el único ejemplo.

Después de habernos metido un poco en el fenómeno del antisemitismo y el papel de las iglesias cristianas vamos a recorrer un poco la historia para saber cómo este fenómeno lamentable formaba parte del paisaje en Europa. Sé que hurgar en la historia no gusta de mucha popularidad ni es un ejercicio que levanta pasiones. Hay temas que “venden” mejor. Pero lo veo absolutamente necesario y pido de antemano paciencia y aguante a mis lectores.

Los primeros judíos se asentaron en nuestro continente ya en los tiempos del Antiguo Testamento. Posiblemente llegaron con barcos fenicios que tenían como destino “Tarsis”, la famosa Tartessos, en el sur de la península en los tiempos del rey Salomón. El hebreo era muy similar al idioma que los fenicios hablaron. Aníbal, por ejemplo, que reinaba más tarde sobre Cartago, hablaba un idioma tan similar al hebreo que él y el apóstol Pablo podrían haber entablado una conversación, cada uno en su idioma, sin necesidad de un traductor si hubieran coincidido. Pero dos siglos les separaban.

A partir del siglo III aC había un gran número de judíos en Grecia, incluyendo las islas del mar Egeo y Creta. Escritores como Estrabón, Filo, Seneca, Cicero y Flavio Josefo mencionan la presencia de un número importante de judíos en las ciudades de la cuenca mediterránea.

Pero la historia de los judíos en Europa es una historia sangrienta de persecuciones completamente irracionales. Y para ser justo hay que decir que no eran los cristianos los que se inventaron el antisemitismo. Pero sin lugar a dudas contribuyeron bastante para elevarlo a niveles realmente escalofriantes.

En el año 139 aC, el pretor romano Hispanus sacó un decreto que ordenó la expulsión de todos los judíos que no eran ciudadanos romanos de la capital del Imperio Romano. En los tiempos de Cesar Augusto había más de 7.000 judíos en Roma. Josefo mismo nos confirma que en el año 90 había una diáspora judía en Europa de las tribus de Benjamín y Judá (Antigüedades XI, V, 2). Vestigios arqueológicos dan testimonio de la presencia de judíos en Croacia (siglo II), Suiza y Francia.

La persecución sistemática de judíos empieza en diferentes lugares como Roma –un siglo antes de “convertirse” al cristianismo– alrededor del año 224. Pero luego se intensificaron estas persecuciones. Destacan particularmente los incidentes antisemitas de Milán (379) y Menorca (418). En la medida que se impuso la fe cristiana en Europa, esas persecuciones no disminuyeron. Todo lo contrario: aumentaron porque los judíos se enfrentaron ahora con la acusación de pertenecer al pueblo que había matado a Jesucristo. Por esta razón se intentaba convertirlos forzadamente y en muchas ocasiones se quemaron sus sinagogas y se confiscaron sus bienes.

Aun así, en la Edad Media, la cultura judía vivía en Europa un momento de gloria aunque normalmente de forma muy puntual. Judíos y cristianos europeos se desarrollaban en direcciones opuestas: mientras que las comunidades judías eran descentralizadas, autónomas y centradas en su propia comunidad, la vida de los cristianos se caracterizaba por sus jerarquías bajo la autoridad suprema de los reyes, emperadores y papas.

Cuando el Reino de los Visigodos abandonó el arrianismo que frente a los judíos era más tolerante, se ordenó en el año 612 y luego en 642, la expulsión de todos los judíos de las tierras visigodas.

La dinastía católica de los Merovingios decretó la conversión forzada de todos los judíos entre 582 y 629. La archidiócesis de Toledo llevó a cabo múltiples persecuciones entre los años 633 y 693 y hubo los primeros casos de judíos que se quemaron en la hoguera.

Entre 800 y 1100 había millón y medio de judíos en Europa. No formaban parte del sistema feudal y por lo tanto por lo menos se libraron de la opresión correspondiente y también de la obligación de luchar en las guerras.

Lo que realmente marcaba el comienzo de una persecución generalizada en la Europa cristiana eran las cruzadas. Cuando el papa Urbano II llamó a la primera cruzada en 1096, las comunidades prósperas  en la zona del río Rin y el Danubio en Europa central fueron aniquiladas. En el año 1147, los judíos de Francia quedaron casi extinguidos.

140 años más tarde, el rey Eduardo I expulsó a todos los judíos de Inglaterra y en 1394 fueron expulsados de Francia los judíos que aún quedaban allí. Muchos de los refugiados judíos encontraron ahora un nuevo hogar: Polonia.

Con todo esto, se puede observar una ambigüedad muy peculiar. Muchas veces, los judíos estaban bajo la protección personal de algunos reyes, príncipes y obispos por sus servicios imprescindibles en el área de las finanzas, la administración y la medicina. Tampoco son tan raros los casos donde algún erudito cristiano se sentaba con un rabino para consultar ciertas cosas del Antiguo Testamento.

Pero esto cambió alrededor del año 1300 cuando sacerdotes y monjes locales usaron las representaciones de la pasión de Cristo en Semana Santa para enseñar al pueblo que eran los judíos los responsables directos de la muerte de Cristo y que era la obligación de cada cristiano odiarlos por esto.

De nuevo fue Polonia el país que hasta el año 1500 acogió a un gran número de judíos que huyeron de otras partes de Europa.

Pero la situación iba a empeorar aún por un factor adicional: en el siglo XIV, la peste asoló una buena parte de Europa, cobrando las vidas de una tercera parte de sus habitantes. Las poblaciones judías fueron menos afectadas, gracias a su cultura y a una mejor alimentación e higiene. Por esta razón corrían rumores de que eran los judíos los causantes de la plaga porque supuestamente envenenaban las fuentes de agua. A raíz de esto, centenares de comunidades judías fueron destruidas con violencia. Por si esto no fuese suficiente, se les acusaba de profanar hostias o sacrificar niños en orgías clandestinas. El mero hecho de que una gran parte de los judíos europeos sobreviviera a esta locura, está rozando casi lo milagroso.

Pero hablemos un poco de lo que pasó en España. Hubo una época dorada de la cultura judía en España durante una buena parte de la ocupación musulmana de la Península. Estamos hablando básicamente del siglo VIII al siglo XII. Al-Ándalus era el centro de la vida judía en este tiempo y de allí salió un buen número de sabios y eruditos de creencias judías, uno de los más famosos era sin lugar a dudas Maimonides.

Pero en el año 1478 se estableció la “Santa Inquisición” por los reyes católicos que, por cierto, siguió vigente hasta su abolición en el año 1834 durante el reinado de Isabel II. Como es bien sabido, la presencia de judíos en España oficialmente terminó el día 2 de agosto del año 1492. La expulsión de los judíos sefardíes (“Sefarad” es el nombre hebreo para España) coincidió con la salida de Cristóbal Colón del puerto de Palos. El hecho de que ambas cosas pudieran estar relacionadas, no puede ser investigado en este artículo. Tal vez tengamos la posibilidad de profundizar el tema en otro momento. Valdría la pena.

En nuestro país tenemos sin lugar a dudas muchas razones para no olvidar el legado que hemos recibido de parte de los judíos. Y al mismo tiempo debemos ser conscientes de las tremendas injusticias que han sufrido aquí igual que en otros lugares a lo largo de la historia.

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