¡Ganso!

Cuando trabajamos en equipo, todos los que tenemos una dirección común podemos llegar al destino con mayor rapidez y facilidad que si lo hacemos por nuestra cuenta.

28 DE OCTUBRE DE 2019 · 08:30

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Desde comienzos de los años cincuenta los primeros pioneros del rock and roll comenzaron a cantar canciones de corte espiritual. Una de las mayores “sorpresas” de esos primeros años fue el llamado Million Dollar Quartet formado por Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Carl Perkins y Johnny Cash. Quizás únicamente los Beatles podrían igualar el genio musical y el rock & roll que corría por las venas de los cuatro. Grabaron un solo trabajo en 1956, con Sun Records, pero la gran sorpresa fue que todas las canciones eran himnos que se cantan aún hoy en las iglesias evangélicas: Just a little talk with Jesus, Peace in the ValleyDown by the Riverside y 20 canciones más…  

¿Alguna vez has visto como vuelan los gansos? No, no creas que estoy escribiendo una historia nueva y que lo que digo no tiene nada que ver con lo que escribí más arriba ¡todo lo contrario! La manera en la que esas aves emprenden el vuelo nos enseña mucho sobre la amistad y el trabajo en equipo: los gansos surcan el cielo formando una “uve”. Dios tuvo buenos motivos para infundirles esa conducta innata. Al batir sus alas, cada ave genera una corriente ascendente para la que la sigue. En una formación así, toda la bandada aumenta en más de un setenta por ciento su autonomía de vuelo, en lugar de lo que sucedería si volaran en solitario. 

Cuando un ganso se sale de la formación, de golpe siente el cansancio y la resistencia producidas por el vuelo en solitario, así que rápidamente vuelve a volar con sus compañeros. Cuando trabajamos en equipo, todos los que tenemos una dirección común podemos llegar al destino con mayor rapidez y facilidad que si lo hacemos por nuestra cuenta; parece como si el cansancio fuera menor. 

Cuando llevan bastante tiempo volando y el ganso que encabeza la formación siente el cansancio, gira y toma un lugar al final de la misma, dejando la posición más avanzada a otra ave. Si la gente tuviera tanto sentido común como los gansos, se daría cuenta de que en última instancia el éxito depende de que aprendamos a trabajar ayudando a los demás, turnándonos para realizar las tareas más pesadas, compartiendo las obligaciones del liderazgo… y ¡aprendiendo a descansar también!

Mientras tanto, los gansos de la retaguardia de la formación graznan para que los que van adelante mantengan la velocidad. Es importante que nuestras palabras animen a los demás impartiendo fuerzas cuando lo necesitan; por otra parte, cuando alguno uno de los gansos enferma o está herido, otras dos aves salen de la formación y lo guían para llegar a tierra y que pueda estar protegida quedándose con el ave enferma hasta que esté en condiciones de volver a volar, o hasta que muere. Así deberíamos ayudar a los demás en los momentos difíciles. Siempre recordando a Aquel que nos guía y nos protege: “Cuando me encuentro en peligro, Tú me mantienes con vida: despliegas tu poder y me salvas” (Salmo 138:7). Déjame decirte que deberíamos ser un poco “gansos” con nuestros amigos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - ¡Ganso!