Suiza, el país con dos partidos evangélicos en el parlamento

Uno de centro, el otro de derechas, pero ambos comparten una cosmovisión bíblica. Las iglesias evangélicas crecen en la ciudades y mantienen su presencia tradicional en zonas rurales.

25 DE OCTUBRE DE 2019 · 08:00

Berna, capital de Suiza. / Ussplash (CC0),
Berna, capital de Suiza. / Ussplash (CC0)

Suiza, el país cuya bandera inspiró la Cruz Roja y en el que la Reforma Protestante arraigó profundamente (Calvino en Ginebra, Zuinglio en Zurich…), sigue siendo hoy día un caso interesante de presencia evangélica en la sociedad.

La caída generalizada en membresía de la Iglesia Protestante histórica (SEK, la Iglesia Evangélica Federada), teológicamente liberal y sociológicamente envejecida, sigue la tendencia de sus equivalentes en el resto de Europa. Pero la realidad de las iglesias evangélicas independientes (‘freikirchen’) es diferente.

Pese a que la prensa sensacionalista ha tratado de presentarlas como “sectas” por su forma de organización no jerárquica o ser demasiado explícitas (“fundamentalistas”) con el mensaje bíblico, la realidad es que las comunidades que basan su fe en la Biblia tienen una larga tradición de presencia y voz en el país centroeuropeo.

 

Bundeshaus, el parlamento federal suizo. / Floofy, Wikipedia CC

También en la política. En primavera de este año, celebraba 100 años el Partido Popular Evangélico (EVP-PEV, por sus siglas en alemán y francés). En el monte Gurten de la capital recordaban que desde que Hans Zoppeler consiguiera entrar en el parlamento nacional en 1919, han conseguido mantener su presencia parlamentaria hasta hoy.

En las elecciones celebradas el pasado domingo 20 de octubre, la EVP recogía 2.1% del voto en todo el país y sumaba a su grupo una nueva representante, llegando a tener 3 de los 200 parlamentarios, empatando así su mejor marca histórica.

 

Partido Popular Evangélico, EVP-PEV.

La EVP es un partido curioso que no encaja fácilmente en el eje izquierda-derecha. Sus políticas son progresistas en el ámbito del cuidado del medio ambiente, la justicia social, la libertad religiosa, otros derechos humanos, y la apertura a acoger refugiados (Suiza hace acogido a varias generaciones, especialmente a los llegados en los 90s con la guerra de Yugoslavia). En contraste, el partido es conservador cuando se trata de la defensa de la vida del no nato y de los mayores, o su visión de la familia y el matrimonio.

Muestra bien el perfil del votante medio de la EVP el actual secretario general de la Alianza Evangélica Suiza, que es uno de los candidatos con fuerte proyección de futuro. Padre de cuatro hijos, maestro de profesión y exministro de la Iglesia Protestante, es ahora miembro de a una iglesia evangélica independiente con mucha actividad social una ciudad media.

Con 4.500 miembros y 37 representantes elegidos en los Cantones regionales, el partido parece haber conectado con las nuevas generaciones urbanas al abordar no sólo temas como el cambio climático, sino también otros aspectos como la conversión digital o el papel que Suiza debería jugar en un mundo hiperglobalizado.

 

LA FORTALEZA RURAL

Las montañas de Berna y el norte de Basilea o Argovia son regiones en las que las iglesias evangélicas tienen una tradición larga que persiste aun hoy. En municipios rurales como Frutigen (7.000 habitantes) hay hasta cinco comunidades evangélicas, desde iglesias de hermanos hasta pentecostales, pasando por bautistas libres y alguna iglesia étnica.

 

Unión Democrática Federal, el segundo partido evangélico en Suiza.

Es aquí donde se desenvuelve especialmente bien el otro partido evangélico, la Unión Democrática Federal (EDU-UDF), que pese a no llevar la etiqueta cristiana en el nombre se enorgullece de “llevar la cosmovisión bíblica a la política suiza”.

El espectro político de la EDU está más escorado a la derecha. Claramente contra el aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual, el partido también se ha definido contra la trata de mujeres, una causa protestante clásica que comparte con la EVP. Sin embargo, sus posicionamientos están lejos del otro partido en cuestiones sociales: piden proteger mejor las fronteras, alertan contra la islamización del país, defienden el estado de Israel y son abiertamente euroescépticos.

Fundada en 1975 en el idílico entorno del lago alpino de Thun, la EDU llegó a tener 2 diputados en el Consejo Federal en 2003, pero se quedó fuera del parlamento nacional en las dos últimas legislaturas. Ahora, sin embargo, vuelven a estar representados, tras conseguir un 1% del voto y 1 parlamentario: un granjero que fue alcalde de su pueblecito de 800 personas.

Con alrededor de 3.000 afiliados y unas dos decenas de representantes en parlamentos regionales, la EDU exige a sus candidatos que “se rijan por un estilo de vida que refleje los estándares de la Bibila”. El 90% de sus miembros son de iglesias evangélicas independientes. Su reto, reconocen, es ampliar su representatividad más allá de una base más bien rural y tradicional.

 

Surfista en un lago suizo. / Unsplash (CC0)

¿UN MODELO EXPORTABLE A OTROS PAÍSES?

Viendo el caso de Suiza, uno puede preguntarse si el modelo de partidos confesionalmente evangélicos podría funcionar en otros países. Desde luego existen partidos liderados por cristianos evangélicos con representación parlamentaria en Holanda, Irlanda del Norte o Finlandia. Estos y otros países comparten una rica historia reformada y sucesivos avivamientos evangélicos, un bagaje que en el sur de Europa no se ha dado.

Aun así, en España no han faltado voces que han propuesto la creación de una formación explícitamente evangélica que concurra a unas elecciones. Algunas iniciativas han tratado de reunir a protestantes de diferentes sensibilidades para ver qué ideario podría ser común, partiendo de la premisa de que un proyecto así debería ofrecer un programa amplio para toda la sociedad.

Otros evangélicos apuestan por afiliarse a partidos ya existentes, tratando de “ser luz” en un contexto secular. Algunos han hablado de la necesidad de promover foros de conversación, estudio de la Biblia y oración, que les permitan influenciar positivamente desde el evangelio y evitar que su cosmovisión cristiana quede disuelta en la maquinaria ideológica del partido al que pertenecen.

Perdo también está la acción política que se da al margen de los partidos: desde entidades sociales. Es una forma de “hacer política” eficaz a nivel local, por ser enfocada en temas concretos, con objetivos asumibles y basada en la fuerza del voluntariado. Quizás por esto la mayoría de iglesias evangélicas españolas siguen viendo esta última como la mejor forma de involucración social.

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