Los gamos persas de Salomón

Para los judíos del Antiguo Testamento eran animales bellos que simbolizaban la velocidad, la agilidad y la virilidad.

26 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 16:00

 Los gamos persas (Dama mesopotámica) viven en bosques espesos y poseen un tamaño mayor que los gamos europeos ya que pueden alcanzar los 95 kg de peso. Imagen fue tomada en el zoo de Jerusalén. / Antonio Cruz,
Los gamos persas (Dama mesopotámica) viven en bosques espesos y poseen un tamaño mayor que los gamos europeos ya que pueden alcanzar los 95 kg de peso. Imagen fue tomada en el zoo de Jerusalén. / Antonio Cruz

La provisión diaria para Salomón era de seis mil seiscientos litros de flor de harina, trece mil doscientos litros de harina, diez toros de los más gordos, veinte toros criados con hierba, y cien ovejas, sin contar ciervos, gacelas, gamos y aves bien gordas, pues Salomón dominaba en toda la región al oeste del Éufrates, desde Tífsah hasta Gaza, y sobre todos los reyes de esta región, y había pacificado todo el territorio de alrededor.

(1 R. 4:22-24, DHH)

La palabra hebrea yachmûr fue traducida por algunos autores como “gamo” y así aparece en los libros de Deuteronomio (14:5), 1ª de Reyes (4:23) y el Cantar de los Cantares (2:9; 2:17; 8:14) de algunas versiones bíblicas (DHH, JBS, SRV-BRG, etc.). No obstante, otros autores y versiones la traducen por “corzo”. Lo cual indica, una vez más, la dificultad que existe a la hora de traducir ciertos términos hebreos del Antiguo Testamento.

A diferencia del corzo, el gamo persa (Dama mesopotamica) es actualmente un cérvido en peligro de extinción, ya que sólo se encuentra en la provincia de Juzestán (Irán). Sin embargo, en tiempos bíblicos era abundante en Israel pues su área de distribución se extendía desde Túnez hasta Irán, pasando por Turquía, Tierra Santa, Egipto y el Creciente Fértil.

 

Las motas blancas que presenta el gamo persa (Dama mesopotamica) a lo largo de la línea media del tronco terminan en unas franjas blancas, las cuales convergen entre sí formando la típica raya longitudinal oscura. / Antonio Cruz

Se sabe que en el siglo IX a. C. el ser humano lo introdujo también en la isla de Chipre pero, poco a poco, fue disminuyendo su población como consecuencia del avance de la agricultura, la desforestación, la caza y la desertización. El reverendo y naturalista del siglo XIX, Henry B. Tristram, aseguraba en 1883 haber visto personalmente al gamo persa no lejos del mar de Galilea y en el monte Tabor.[1] No obstante, en el año 1951, esta especie fue declarada oficialmente extinta. Sin embargo, cuatro años después se descubrió que aún quedaban ejemplares libres en Irán.

Se recolectaron algunos animales y se empezó a criarlos en cautividad. En 1997 se liberaron varios gamos en una reserva de Israel y hoy pueden verse sus descendientes en el zoológico de Jerusalén y en otros parques de fauna de todo el mundo. Actualmente se ignora el número de gamos persas que todavía sobreviven en libertad en la región oriental de Irán. Sin embargo, en Israel se continúan reintroduciendo ejemplares en la naturaleza, después de mantenerlos durante un período prudencial de aclimatación.

El período de gestación del gamo persa dura unas 32 semanas y las hembras suelen parir durante los meses de marzo o abril. Nacen una o dos crías que pasarán el primer año mamando de su madre. La madurez sexual se adquiere muy pronto, alrededor del año y medio de edad. Su longevidad oscila entre los 20 y 25 años.

Las cuernas de los machos del gamo persa (Dama mesopotamica) alcanzan mayor longitud que en los gamos europeos, pero están menos palmeadas. Las hembras carecen de ellas. En el cuello destaca una mancha más blanca que el resto, con aspecto de manzana, que se llama manzana de Adán y que está más marcada en los machos que en las hembras. / Antonio Cruz

Tanto si el término hebreo yachmûr se refiere a los corzos, como si a los gamos o cualquier otro venado, el sentido de los versículos que lo mencionan sigue siendo el mismo. Para los judíos del Antiguo Testamento eran animales bellos que simbolizaban la velocidad, la agilidad y la virilidad. Más aún, en el siglo XVII, el teólogo Samuel Lee comparó la figura majestuosa del gamo con el mismo Señor Jesús: "Orad, pues, pidiendo que el manto, el cinto, y la bendición de Elías, el amor de Juan y el celo evangelizador de Pablo  se combinen aunando sus esfuerzos para atraer a las almas al cielo, hasta que el Amado venga como un gamo sobre las montañas de los aromas, hasta que apunte el día y huyan las sombras;  hasta que amanezca, y el lucero la mañana se levante en vuestros corazones.”[2]

 

[1] Citado en Spurgeon, C. H., 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, p. 2272.

[2] Tristram, H. B. 1883, The Natural History of the Bible, London, p. 85.


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