Vivir con sensatez en tiempos de incertidumbre

En medio de tanta manipulación de información y noticias falsas, vivir de forma honesta y decir la verdad es un acto subversivo.

  · Traducido por Patricia Bares

20 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 08:30

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Hace poco, un amigo mío me dijo mientras hablábamos del Brexit que estamos viviendo uno de los períodos más tumultuosos e inciertos de la historia británica. No creo que exagere. Como país, estamos enfrentándonos a lo desconocido y a un futuro incierto, donde la fecha señalada para abandonar la Unión Europea (el 31 de octubre) cada vez está más cerca. Ante nosotros tenemos la tentación de apretar el botón de “pánico”, lo cual solo añadiría más confusión al caos, o coger un avión y escapar mientras negamos la realidad que está viviendo nuestra sociedad. Para los cristianos, sin embargo, estas dos opciones son simplemente inaceptables. Tenemos la responsabilidad de responder con sensatez y firmeza, tanto mental como de corazón, que viene de nuestra esperanza en Cristo. 

Permitidme que mencione tres aspectos que destacan dentro del tema de vivir con sensatez en tiempos de incertidumbre. 

Ser amables

¿Qué tiene que ver la amabilidad con la realidad de lucha de poderes entre facciones opuestas? La política suele definirse como jugar sucio, ganar mediante juego sucio, ¿qué más da? No hay duda de que los políticos maquiavélicos y la amabilidad casi nunca van de la mano, pero los cristianos somos llamados a comportarnos de una forma más correcta. La amabilidad es una actitud del corazón hacia aquellos que nos rodean y es muy importante dentro de la política. La amabilidad no es una debilidad. La amabilidad intenta trascender la narrativa binaria de “ellos contra nosotros” y busca afirmar la humanidad compartida de todas las personas que se encuentran en divisiones distintas. Incluso en tiempo de crisis no debemos dejar de ser amables con nuestros adversarios. Hablando de forma práctica, esto significa no participar en diálogos que incluyan calumnias, malinterpretaciones o acusaciones falsas. Hay que desistir y dejar de despreciar a los demás. La Biblia dice que “la blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1). Los cristianos debemos buscar que la amabilidad sea la marca de identidad de cómo participamos en política. Imaginad la diferencia que marcaría eso en política. 

Ser honestos y decir siempre la verdad

La relación entre la verdad y la política es bastante complicada. Algunos filósofos han afirmado que ambas son mutualmente exclusivas. Personalmente, es algo con lo que no estoy de acuerdo. Cuando la política se separa de la verdad, nos alejamos de afirmar lo que está bien y lo que está mal a nivel fundacional, de decir a una persona o grupo poderoso lo que es aceptable y lo que no. Eso desemboca en una situación de “todo vale y todo se puede justificar”.

Jean Vanier escribió: “Si negamos nuestra debilidad y la realidad de la muerte, si queremos ser poderosos y fuertes en todo momento, estamos negando una parte de nuestro ser, vivimos una ilusión”. Los líderes políticos y figuras con poder normalmente terminan atrapadas en ilusiones creadas por una imagen exageradamente elevada de sí mismos. Desafortunadamente, utilizan sus riquezas y poder para ocultar su oscuridad interior, temerosos de ser descubiertos o delatados por alguna acción negativa que hayan cometido. El abuso de poder de los líderes con autoridad es la consecuencia directa del trecho cada vez más ancho entre el mundo exterior público y su oscuridad interior oculta. Los dos mundos no se pueden desconectar ni separarse el uno del otro. No podemos cambiar el estado de nuestra política sin antes preguntarnos cosas sobre la moralidad que gobierna las vidas privadas de nuestros líderes. Y más allá de eso, tenemos que afrontar nuestra propia oscuridad y falta de honestidad. 

La palabra clave a todo esto es “integridad”. Los cristianos somos llamados a ser personas íntegras, y esto es especialmente importante en tiempos de crisis. No es tomarse la verdad como un concepto abstracto, sino expresarlo con nuestro ser. En definitiva, ser personas honradas. En medio de tanta manipulación de información y noticias falsas, vivir de forma honesta y decir la verdad es un acto subversivo. Es costoso, pero tiene el potencial de transformar nuestra política. 

Liderazgo que sirve a los demás

Por último, existe algo profundamente significativo que tiene que ver con andar por el camino de la servidumbre en un mundo que cada vez se caracteriza más por una política de acoso y derribo. Hoy en día todo se justifica en la política, pues siempre hay alguien a quien echar la culpa por hacer algo malo. Ofenderse ha pasado a tener un estatus moral digno de ser reconocido, y en todas partes parece que todo el mundo está ofendido por algo que ha dicho alguien. Nuestra cultura se define más por una ética de afirmación de la víctima y de la queja que luego rectifica en vez de por una ética de responsabilidad de hacer lo correcto. ¿Cómo deberíamos responder los cristianos a esta cultura que define nuestra política?

Jesús dijo: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20: 25-28)

Esta actitud y forma de vida que Jesús nos llama a tener es de vital importancia para el tiempo en el que vivimos. En vez de buscar a quién culpar y algo por lo que quejarse, como cristianos debemos buscar salir a servir a otros de forma activa. Nos negamos a ser participantes pasivos en una cultura que exalta el hecho de culpar y avergonzar a otros, y en vez de eso intentamos ser agentes de servidumbre. Este compromiso de servir debe ir más allá de nuestras actividades en la iglesia, debe incluir cosas que normalmente definiríamos como “seculares”. 

En tiempos de crisis, la gente de nuestra sociedad se desanima y desilusiona. Es entonces cuando tenemos la oportunidad de marcar una diferencia en sus vidas. Si estamos dispuestos a caminar por la senda de la amabilidad, de ser personas que digan la verdad y que asuman una vida de servidumbre, entonces empezaremos a ejercer una profunda influencia positiva en nuestra cultura y política. Esta es mi esperanza y mi oración para mi propia vida durante estos tiempos de incertidumbre y crisis. 

 

Philip S. Powell gestiona la comunidad de aprendizaje del Jubilee Centre

Este artículo se publicó por primera vez en la web del Jubilee Centre y se ha reproducido con permiso.

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