Fin de las vacaciones

Para los lectores, ahora el otoño es el futuro. Hacia adelante hemos de marchar siempre. Puesta la mirada en Jesús

19 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 19:00

Jeremy Thomas, Unsplash,hojas de otoño
Jeremy Thomas, Unsplash

Aquí estamos de nuevo. Las vacaciones, que se caracterizan por la suspensión temporal del trabajo o de los estudios, son ya un recuerdo en la mente.

Las leyes españolas, al igual que en todos los países de occidente, establecen que los trabajadores tienen derecho a unas vacaciones anuales retribuidas que oscilan entre 23 días y un mes.

A las vacaciones llamamos también descanso, la más grande y bella conquista del ser humano.

El prestigioso comentarista Mateo Henry dice que las vacaciones fueron estipuladas por Cristo hace veinte siglos. Después de la alimentación a los cinco mil, cuando los discípulos no tenían tiempo ni para comer, les dice: “Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco” (Marcos 6:31).

Con las vacaciones se fue también el verano. Veraneando se va el tiempo volando. Según el novelista, político y académico madrileño Octavio Picón, quien vivió entre los siglos XIX y XX, el verano, con sus días largos para el amor y noches cortas para el sufrimiento, es la estación de la dicha. La tierra se viste de mil colores.

El verano se hunde hacia septiembre con sus grandes polvaredas, el intenso perfume de la hierba seca y los bosques calcinados.

El gran escritor italiano Giovani Papini, mi maestro en muchas asignaturas literarias, dijo que septiembre patalea a nuestra puerta anunciando los vientos de octubre. Y añade: “septiembre, que anuncia la muerte de otro verano, nos recuerda que el año pasa con angustia, con poco tiempo para respirar, pocas bocas que besar, pocos instantes para crear”. El tiempo no puede detenerse. No hay retornos, no hay renuncias, no hay salidas.

Cuando escribo este artículo está pasando septiembre y el calendario nos dirá pronto que empezamos a vivir el otoño.

Ovidio, poeta latino que fue contemporáneo de Cristo dijo que otoño es “la porción más hermosa del año, cuando se hace la vendimia y se recogen las frutas”. Es la estación dulce. Lo que se pierde en flores se gana con creces en frutas. Según el gran poeta chileno Pablo Neruda “el otoño es un sueño de cerezas hundidas en la tierra, es una cola de humo que llega sin descanso a cambiar el color del agua y de los besos.

Para los lectores, ahora el otoño es el futuro. Hacia adelante hemos de marchar siempre. Puesta la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe. Dios nos quiere de pie, vivos en todo momento, sin descansar jamás.

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