Israel, guardián de la revelación divina

El Mesías nacería de este pueblo y además sería descendiente directo del rey David.

11 DE SEPTIEMBRE DE 2019 · 09:30

Imagen: Tanner Mardis, Unsplash.,
Imagen: Tanner Mardis, Unsplash.

Algunos han llamado a la carta de Pablo a los romanos la primera teología sistemática. Tal vez no lo sea en el sentido de las teologías sistemáticas tan abultadas de siglos posteriores, pero no cabe duda que es la única de sus epístolas donde Pablo expone un tema  - el evangelio que predica - de forma sistemática y sin ninguna necesidad imperante de combatir ninguna herejía como en las demás epístolas.

Llama la atención que de los 16 capítulos, 3 se dedican casi en exclusiva a la relación de Israel con la Iglesia. Pablo habla de aquellos judíos que creen en Jesús como el Mesías pero también de aquellos que no lo hacen.

Después de hacer un repaso sobre el tema de la salvación, surge al final del capítulo 8 la pregunta: y ¿qué pasa con los judíos? ¿Qué importancia tiene Israel en el programa de salvación? ¿Cayeron en saco roto las promesas dadas a los descendientes biológicos de Jacob?

Lo que Pablo expone es bastante claro aunque hay expresiones y conceptos que no gustan hoy en día, como por ejemplo el tema de la elección. Pero vamos a dejar este tema para concentrarnos en lo que Pablo expone en cuanto a Israel. Lo quiero resumir en cinco puntos:

  • Solo en Cristo hay salvación, tanto para judíos como para gentiles
  • Solo hay un pueblo de Dios
  • Las promesas para Israel tienen su cumplimiento en Cristo
  • Dios actuó a través de su pueblo -Israel- y los gentiles ahora son injertados en el tronco que es Israel
  • En el futuro esperamos un gran despertar entre el pueblo judío: van a encontrar a su Mesías

Como ya mencioné la semana pasada, poca gente en nuestras iglesias es consciente de sus raíces. Porque nuestras raíces como cristianos están en el Antiguo Testamento. Abraham es nuestro padre espiritual. El Antiguo Testamento es nuestra historia. En sus páginas nos damos cuenta: Israel no es solo una nación en el sentido étnico. Es el pueblo de Dios. Y a este pueblo de Dios se podían juntar personas de otros pueblos: Rahab, Rut y la mujer de José, por ejemplo. Nunca hay que olvidar que por las venas de dos de las tribus más importantes de Israel -Efraín y Manases- corría sangre egipcia ya que la esposa de José venía del pueblo de los faraones.

Y ahora, los creyentes de entre los gentiles –por haber sido injertados en aquel tronco- han heredado las promesas de salvación. El pacto de Moisés ha terminado judicialmente con la muerte de Jesús en la cruz y de hecho con la destrucción del templo en el año 70. Pero las promesas de salvación para los judíos siguen allí.

Lo que Pablo expone en los cinco primeros versículos de capítulo 9 le toca emocionalmente. Porque no hay que olvidar: Pablo era israelita, de la tribu de Benjamín. El gran apóstol abre su corazón y nos deja ver que lo que le envuelve es una profunda tristeza. Y no solo de vez en cuando. Pablo lleva una carga pesada sobre sus hombros: la de su propio pueblo. Tienen los privilegios que el menciona. Pero la gran mayoría no se da cuenta del cumplimiento de las promesas en la venida del Mesías.

Más aún: Pablo estaba dispuesto a sufrir el infierno por ellos, si hubiera sido posible. Habla de algo ficticio porque él no puedo impartir la vida, muriendo. Porque también es pecador. No puede dar su vida en rescate por otros. Y esto lleva a Pablo a recordar los privilegios de los judíos. Y nos conviene no olvidarlo.

 

LOS PRIVILEGIOS DE LOS JUDÍOS

1. Son israelitas

Es decir: Descendientes de Jacob cuyo nombre fue cambiado por Dios en Israel. Dios los miraba con benevolencia. En Egipto, un clan familiar se convierte en una nación. Es curioso que cuando en 1948, buscaron un nombre para el nuevo estado de los judíos, había varias propuestas entre otras “Judá” y “Sión.” Pero al final los judíos se decidieron por el nombre de  “Israel”. La palabra significa: “luchador de Dios” y se debe a la lucha de Jacob con Dios el Hijo.

 

2. Son adoptados

Dios escogió a toda una nación para que sea su luz para las naciones. No hay que olvidar que en Éxodo 4:22.23 Dios llama a Israel su “hijo”. A veces uno se pregunta si detrás del anti-semitismo -del cual hablaremos en su momento- no hay en el fondo un malestar profundo con el hecho de que Dios ha preferido una nación ante todas las demás naciones del mundo como depositario de su revelación.

 

3. Tienen la gloria

Pero esto aún no es todo. Durante el antiguo Pacto Dios estaba presente incluso a veces de forma visible entre su pueblo. Primero en el tabernáculo y luego también en el templo (Éxodo 16:10). Durante la travesía del desierto, en cualquier momento se podía ver esta presencia divina, representada por la nube durante el día y la columna de fuego durante la noche. Dios estaba con ellos, los protegía, los cuidaba, también los castigaba, pero finalmente los llevó al país prometido. Y cuando finalmente Salomón terminó el templo, se llenó el edificio de la gloria del Señor (1 Reyes 8:10.11).

 

4. Tienen los pactos

En cuarto lugar, Pablo insiste que Israel tiene los pactos. Destacan los pactos de Moisés y aquel de los tiempos de David. El Mesías nacería de este pueblo y además sería descendiente directo del rey David. Y por supuesto el pacto de Abraham que tiene promesas para todos aquellos que forman parte de este pueblo por su fe en el Dios de Israel.

 

5. Tienen la Ley

Esta ley fue depositada en las manos del pueblo de Israel como tesoro visible para todos los tiempos. La ley refleja el carácter de Dios. Su corazón es Deuteronomio 6:4: El “Shema’ Yisrael” que habla de Dios que es el dador de la vida y de su voluntad expresada en la ley. Ese versículo es la base de los Diez Mandamientos que a su vez se pormenorizan en las 613 leyes contenidas en la Ley. Esa Ley apunta hacia el Mesías. Y con sumo cuidado y de una manera realmente asombrosa, los judíos guardaron y conservaron este tesoro dado a los hombres: su revelación escrita. Y lo hicieron en muchísimas ocasiones arriesgando sus propias vidas.

 

6. Tienen el culto

Uno de los privilegios más grandes de los judíos era poder adorar a Dios. Ser un pueblo apartado, santo para rendirle culto a Dios, era la razón de ser del pueblo judío. Esta adoración se llevó acabo primero en el tabernáculo y luego en el templo. Muchas veces no se ha entendido bien que este culto simplemente representa el culto que se lleva acabo de forma continua en el mundo invisible como nos explica el libro de Apocalipsis -este libro algo misterioso que realmente nos transmite su contenido en el marco de un culto en el cielo- reflejado en el culto terrenal en el tabernáculo y el templo.

 

7. Tienen las promesas

Además los judíos tienen las promesas. Particularmente las promesas de la venida del Mesías. El Mesías por su humanidad era judío. Hablaba el idioma de los judíos, vivía bajo la Ley de Moisés, se adaptaba a sus costumbres..

 

8. Tienen los patriarcas

Abraham, Isaac y Jacob son la triada del fundamento sobre el que fue construida nuestra fe. Estos tres nombres representan la identidad judía más que nada. Y como hemos visto, también representan la historia de nuestra fe. Son también nuestras patriarcas.

 

9. Son la raza del Mesías

Y finalmente, los judíos son de la misa raza, el mismo pueblo del Mesías que adoramos. Es una de las razones por las que para un cristiano no puede caber otra cosa que amar profundamente aquellos que según la carne son hermanos de nuestro Señor y Salvador.

También es cierta una cosa: uno puede tener todos estos privilegios y sin embargo no valorarlos. No es suficiente tener antepasados respetables. También tienen que formar parte de la realidad de nuestras vidas. Como cristianos tenemos que tener una profunda gratitud por aquellos que nos transmitieron fielmente las revelaciones divinas aunque muchos de ellos de momento andan con un velo delante de sus ojos espirituales.

Se cuenta que en un campo de concentración, un judío se quedó sorprendido por la presencia de un cristiano que estaba en el mismo lugar, precisamente por haber defendido a los judíos. Le dijo: “Es sorprendente que estés aquí, siendo cristiano, por defender a los judíos.” El hombre le respondió al judío: “No. Lo sorprendente es que no todos los cristianos estén aquí por defender a los judíos.”

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