Cuando al avanzar, se retrocede

¡Cristianos del mundo: Seamos sal y luz en medio del sinsabor y de la oscuridad de un mundo injusto!

13 DE AGOSTO DE 2019 · 14:37

Foto: Mat Brown, Pexels (CC0),
Foto: Mat Brown, Pexels (CC0)

¡Cuidado! A veces, al avanzar, se retrocede. Normalmente, todos creen que la economía evoluciona grandemente, a pasos agigantados facilitando la vida de los hombres en la tierra. Podría ser verdad si perdemos la visión global del mundo, y pensamos que esa evolución o progreso afecta a todos por igual. Pero, ¿estamos retrocediendo en algún sentido? Quizás, hoy, desde la óptica del mundo rico, muy pocos dirían que en el mundo hoy hay un retroceso, una involución hacia parámetros económicos mundiales insolidarios que sumen a los pobres en situaciones de pobreza impropias del siglo XXI.

¿Es falso el crecimiento que observamos desde la óptica de los integrados en las sociedades de consumo que produce grandes grupos de ahítos? ¿Hay, en muchos aspectos, retroceso, involución? ¿Se puede hablar de crecimiento económico en un mundo en el que cada vez hay más ricos muy ricos y, deplorablemente, muchísimos más pobres muy pobres? ¿Con esa brecha entre los humanos es coherente hablar de crecimiento, de evolución económica hacia parámetros más favorables en nuestro mundo? ¿Hasta cuándo vamos a estar retrocediendo en la justicia económica en el mundo?

Si en nuestro espacio se pudiera visionar el mundo de los pobres cada vez más pobres, el de los hambrientos, si, además, pudiéramos ver reflejado de una forma fidedigna los desequilibrios económicos del planeta tierra, ¿se podría hablar con seriedad de crecimiento económico, de evolución positiva de la economía? ¿Nos frotaríamos los ojos ante el hecho de percibir una especie de decrecimiento, retraso, retroceso o involución que sume en el escándalo de la pobreza a más de media humanidad? ¿Veríamos una involución hacia los infiernos de la pobreza?

¡Hay que despertar desde los parámetros de la justicia y de la misericordia! Entonces, ¿tendríamos los cristianos, siguiendo los valores bíblicos, los valores del Reino que irrumpen en nuestra historia con la figura de Jesús, que reaccionar ante el escándalo del control de una falsa economía que involuciona, decrece en la mayor parte del planeta y que, además, escandaliza, dejando a más de medio mundo en una pobreza que crece y crece? ¿Quiénes están capacitados en el mundo para coger el timón de la nave de la economía y girar hacia una mayor solidaridad humana, un mejor y más justo reparto de los bienes del planeta tierra, una recuperación de la justicia y de la igualdad? ¿Nos sentimos los cristianos interpelados, concernidos, golpeados en nuestra sensibilidad cristiana por los derroteros económicos de un mundo injusto? ¿No tenemos voz, no tenemos fuerzas, no nos sentimos empoderados por el Espíritu de Dios?

¡Cristianos del mundo: Seamos sal y luz en medio del sinsabor y de la oscuridad de un mundo injusto! ¿Quién puede aportar al mundo un revulsivo, unos nuevos valores, unos retos, unos nuevos parámetros socioeconómicos nuevos que hagan que la economía del mundo gire hacia la solidaridad con los empobrecidos de nuestra historia? La relación del hombre con la naturaleza es un desastre, la relación del hombre con el hombre, una tragedia. ¿Quién tiene los objetivos y los valores para intentar equilibrar esos tipos de relación, tanto del hombre con el hombre, como del hombre con la naturaleza? ¿Quién pude parar los retrocesos e involuciones insolidarias que sumen al mundo en la injusticia?

Si los cristianos, que deberían asumir con radicalidad los valores bíblicos, no tenemos respuesta, es como para intentar tirar la toalla, sesgar nuestras  gargantas y quedar callados para siempre, no sean que nuestros gritos, incluso en alabanzas, desagraden a un Dios que tiene que cerrar sus oídos ante ellos.

Quizás sería bueno un parón en la economía, un estilo de vida más sencillo, si es que queremos que el hombre, en ese parón, es capaz de hacer una reflexión para reorientar de nuevo la economía mundial. Una reflexión que nos lleve a enfrentarnos a esto: criticar la explotación descontrolada de la tierra, frenar la injusta redistribución de los bienes de nuestro planeta, plantearse qué hacer con los acumuladores que, de forma desmedida e insolidaria, desequilibran el mundo, caminar hacia un estilo de vida más sencillo en el mundo rico, para que el crecimiento pueda llegar a todos los habitantes de la tierra, intentar un consumo sostenible y solidario entre todos los habitantes de la tierra.

La idea de un hombre que busca el beneficio egoísta sin pararse ante el dominio expoliador que se ha visto en el mundo, debe ser una contracultura, un contravalor, un concepto que reciba la condena de todos y que no nos lleve a posicionar al rico como un valor positivo al que imitar. ¡Nunca!

Quizás así se impediría una involución negativa, un retroceso para más de media humanidad de la economía que nos lleve a tener en el mundo pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos. Debemos caminar hacia un crecimiento económico solidario, aunque, en algunos aspectos pareciera que estábamos apoyando el decrecimiento económico en el mundo, para evitar su explotación y una economía no sostenible. Hay que buscar lo necesario para todos, y el vivir con dignidad. Erradicar de nuestra historia, de nuestro aquí y nuestro ahora, el pensamiento de esos seres que solo piensan en el beneficio personal, egoísta e irresponsable, montado en la pobreza y miseria de otros.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Cuando al avanzar, se retrocede