Observando las campañas de evangelización

La evangelización también comporta la promoción social de las personas, el cambio de los valores sociales marginantes, los estilos de vida, las prioridades, la evangelización de las culturas consumistas y el compromiso real, en acciones sociales concretas con el prójimo sufriente.

25 DE JUNIO DE 2019 · 14:30

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Sí. En España ha habido y hay campañas de evangelización. Ahora, una grande: FestiMadrid en la capital de España. Yo recuerdo, siendo adolescente, en un pueblo de La Mancha donde había una iglesia bastante bien establecida y comprometida, aquellas sencillas campañas que ya hacía Decisión usando películas. Unas veces se proyectaban en el local de cultos, otras veces se aprovechaban algunas casas de miembros de la iglesia que tenían un patio grande, y allí se proyectaba y se comunicaban palabras que se consideraban propias para la evangelización. Yo no minusvaloro estos esfuerzos, aunque, si seguís leyendo, echaba de menos algunas líneas bíblicas de compromiso. 

Tanto los miembros de la iglesia en general, como la ubicación de esas casas, se podían relacionar con contextos de cierta pobreza, multitud de problemáticas de aquellos vecinos que eran invitados a ver una película… y la gente escuchaba. Es un esfuerzo que hay que agradecer a todos aquellos que, en los calurosos veranos de España, lanzaban estos mensajes intentando que la gente se convirtiera. Luego, descubrí que había muchas carencias y faltas de compromiso.

Aquí, siendo de corta edad, se me abrieron los ojos con un texto bíblico. Recuerdo que en aquellas épocas, cuando, como he dicho, yo era un niño de estos pueblos de La Mancha, pero enviado por la propia iglesia al Colegio El Porvenir en Madrid, de donde regresaba todos los veranos al pueblo, alguien me regaló un libro. Nada más volver la portada, había una imagen clásica que representaba a Jesús con el texto de su Programa evangelizador del mundo. Decía así: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. 

Yo, niño manchego en ambientes de gran sencillez, y desde entonces, comencé a pensar que, quizás, la evangelización era algo más que hablar, que transmitir el mensaje con una película o sermón. Es verdad que valoro tanto aquellos esfuerzos, como los que hoy se siguen haciendo, quizás con más medios, pero girando todo bajo el mismo eje: el uso de la palabra. Echaba de menos el compromiso social que tuvo Jesús con los más desfavorecidos y que, para mí en aquel momento de adolescencia, era elemento esencial de la evangelización.

La verdad es que, en muchas de esta campañas, no se mostraba una preocupación que pudiera ser liberadora, buena samaritana, en el sentido de, al menos, intentar comprender las problemáticas sociales de los pueblos, de sus vecinos. No se daba una realización concreta de lo predicado, con ejemplos de servicio práctico, que ayudaran a las comunidades. Quizás, a pesar del valioso esfuerzo, aún se estaba un poco lejos de las líneas evangelizadoras de Jesús, quien, además de predicar, anduvo por la tierra haciendo bienes y uniendo a la palabra la acción liberadora y el compromiso con los que más sufren.

Jesús lanzaba sus mensajes universales que eran para todos, desde su compromiso de liberación de los pobres y su preocupación por las problemáticas humanas. Con Jesús irrumpe en nuestra historia el Reino de Dios con sus valores. Valores todos ellos, que se nos van dejando a través de las parábolas y frases de Jesús, unos valores en compromiso con los sencillos, desclasados, los humildes, los desempleados, los proscritos y marginados. Dio de comer, sanó, dignificó, quiso que muchos últimos fueran primeros. Desde estos compromiso con los pobres y proscritos, lanzaba sus mensajes evangelizadores a un mundo injusto.

Así, En base a aquel texto que leí en ese libro que me regalaron, texto que no era nada menos que el programa de Jesús, entendí que la evangelización no comporta sólo palabras, sino compromisos reales, acciones, diaconía, conocimientos de la realidad social para no lanzar mensajes desarraigados de los entornos socioeconómicos en medio de los cuales muchos hombres sufren. 

Jesús, según los Evangelios, enseñaba, predicaba el Evangelio del Reino, pero, a su vez, se preocupaba del sufrimiento humano: enfermedad, dolencias, los pobres, los oprimidos, los injustamente encarcelados, los marginados, incluyendo a la mujer y a los niños, los endemoniados... Jesús, en su ministerio, hablaba y predicaba, pero seguía siendo el experto en sufrimiento, siguiendo la línea de Isaías 53, donde aparece el Siervo Sufriente, experto en sufrimiento, en carne propia y con relación a los demás.  

Yo creo que las campañas de evangelización que se hacen hoy, independientemente de quien las organice, deberían recoger todos estos métodos y líneas de compromiso con el prójimo que sufre. La evangelización también comporta la promoción social de las personas, el cambio de los valores sociales marginantes, los estilos de vida, las prioridades, la evangelización de las culturas consumistas y el compromiso real, en acciones sociales concretas con el prójimo sufriente. El Evangelio, los valores del Reino, se tienen que concretar en hechos y acciones liberadoras que no sólo deben acompañar a la exposición de la Palabra, sino que deben ser también los que le dan credibilidad.

Además, no cabe duda que, según la Palabra, fundamentalmente la palabra profética y la de Jesús, la evangelización implica estar abiertos a la denuncia, a la búsqueda de la justicia, a la misericordia con aquellos que han quedado tirados al lado del camino. Implica también el mancharnos las manos como si fuéramos buenos samaritanos, involucrándonos en hechos concretos liberadores de aquellos que son presa de las injusticias humanas. Por eso creo que se puede hablar de la acción social evangelizadora.

Concluyendo, toda campaña evangelizadora debería llevar un proyecto evangelizador integral, sin alicortar ni mutilar el Evangelio. No existen unos cristianos de fe que vayan lanzando mensajes verbales, y otros, quizás, en una segunda posición, sean los que vayan poniendo el amor en práctica. Eso no existe. La evangelización debe ser integral porque como dice el apóstol San Pablo, la fe actúa siempre por el amor, amor práctico y samaritano que nunca debe faltar en ningún planteamiento evangelizador.

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