¡Concienciad, sensibilizad!

Nuestras obras sociales, nuestras iglesias, el mundo en general, necesitan de personas que se tomen en serio el trabajo de concienciación y sensibilización social que solamente tendrá éxito, si se hace desde la coherencia del ejemplo.

28 DE MAYO DE 2019 · 14:00

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No cabe duda que la Misión Urbana de Madrid ha sido un fuerte aldabonazo de concienciación social en las iglesias evangélicas de España y, además, yo, como Presidente de la Misión, y por elección de las iglesias del Consejo Evangélico de Madrid, me tocó poner en marcha Diaconía Madrid, de la que fui su primer Presidente, y el que lanzó la oferta diacónica también a las iglesias de esta capital. Por tanto, añadiendo esta circunstancia a mi trabajo en la Misión, podemos decir que, Misión Urbana de Madrid, en su trabajo en la acción social evangélica, ha sido también un fermento de concienciación y sensibilización en torno a temas como la búsqueda de la justicia, el cambio de valores consumistas por la puesta en marcha de los valores bíblicos y, además, me lanzó por los púlpitos de las iglesias en el ámbito interdenominacional  de toda España, concienciando e intentando ampliar el tejido social evangélico. 

La conclusión sería que la Misión de Madrid no se dedicó solamente al trabajo social en sus centros, sino que anduvo pateando iglesias, centros de conferencias y organizaciones, con la misión de concienciar y sensibilizar al pueblo evangélico y a la sociedad en general sobre la necesidad de tener nuevos estilos de vida y nuevas prioridades que dieran lugar al crecimiento del compromiso social cristiano. Así, muchas obras sociales, tanto de ONGs cristianas como las obras sociales que se hacen en las propias iglesias, han surgido de nuestro trabajo de concienciación, promoción y sensibilización social.

Por tanto, creo que me encuentro un poco autorizado a hablar sobre la necesidad de hacer un trabajo social cristiano, dando una atención especial, en su caso, una prioridad, a este tema, asumiéndolo en nuestras obras sociales esta tarea como algo natural y esencial en el trabajo diacónico de los evangélicos. Lo digo todo desde la humildad y, los que me seguís en mis escritos, sabréis que, raramente, digo algunas cosas sobre mí mismo y sobre mi trabajo.

Nuestras obras sociales, nuestras iglesias, el mundo en general, necesitan de personas que se tomen en serio el trabajo de concienciación y sensibilización social que solamente tendrá éxito, si se hace este trabajo desde la coherencia del ejemplo, desde la involucración en el servicio y en la ayuda asistencial, así como en el trabajo de integración social. Se necesitan personas que lean, reflexionen y, en su caso, escriban, siendo capaces de concienciar a sus conciudadanos, a sus hermanos en la fe y a la sociedad en general,  en líneas solidarias de compromiso, acción social y búsqueda de la justicia, con vistas a crear una cultura de la solidaridad y una práctica de projimidad que pueda cambiar el curso de la historia y eliminar el sufrimiento y la pobreza en el mundo, comenzando por nuestros propios entornos.

Desde el cristianismo, es necesario trabajar, y no solamente desde sus propias obras sociales, aunque sí prioritariamente desde ahí, en las tareas de concienciación y sensibilización social, para poder conseguir una cultura más solidaria y con más compromiso y cooperación con los pobres de la tierra. Y yo creo que los cristianos, que son los que deberían saber lo que implican los valores bíblicos y, especialmente, los valores del Reino, deberían ser los más capacitados para esta concienciación y sensibilización social, y no dejarlo solamente en manos de movimientos más o menos humanistas. 

Se necesitan, desde nuestras obras sociales y desde todo nuestro tejido social cristiano, toda una involucración de agentes de concienciación solidarios que se sumerjan en un proceso que, realmente, es indefinido, no tiene fin. No es un trabajo de un momento, de un día que estemos inspirados, sino el fruto de un trabajo serio, continuo, constante y coherente en el que, sin duda alguna, deben involucrarse los creyentes, dando siempre ejemplo no sólo con sus palabras o acciones solidarias, sino desde sus estilos de vida, sus principios, sus prioridades y desde la vivencia, comprensión y puesta en práctica de los valores del Reino.

Es así como seremos agentes de transformación de las realidades y estructuras injustas del mundo, como seremos capaces de ir reduciendo la pobreza y el sufrimiento de los débiles y oprimidos del mundo, a la vez que hacemos contracultura ante las ideas y pensamientos egoístas y acumuladores del mundo, mientras vamos trazando sin cesar líneas orientativas para la solidaridad y el compromiso con el prójimo sufriente, siguiendo los pasos de Jesús. Es así como el mundo sabrá que hay discípulos de Jesús en el mundo, y que se identifican con la obra de su Maestro que anduvo haciendo bienes por nuestra tierra, y anunciando sin cesar ideas de liberación y de búsqueda de justicia. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - ¡Concienciad, sensibilizad!