Mary Jones y el pueblo de la Biblia

Somos el pueblo de la Biblia, allí encontramos toda la verdad de Dios, es una preciosa carta de amor de Dios mismo hacia nosotros.

26 DE MAYO DE 2019 · 07:00

Ilustración de 1897 de Mary Jones, una joven galesa que recorrió veintiséis millas a pie para comprar una Biblia. / Wikimedia Commons,
Ilustración de 1897 de Mary Jones, una joven galesa que recorrió veintiséis millas a pie para comprar una Biblia. / Wikimedia Commons

“Para el que se ha aburrido de leer la Biblia: si una persona ciega no puede ver el sol, no es culpa del sol” — John Piper.

“La Biblia no es difícil de entender, simplemente es difícil de aceptar” — Steve Lawson.

“No te preocupes por lo que no entiendas de la Biblia. Preocúpate por aquello que entiendes y no aplicas en tu vida” — Corrie Ten Boom.

“Si algo de la Biblia no me gusta, el problema no está en ella. El problema está en mí” — R.C. Sproul.

“¿Deseas que Dios te hable mucho, mucho, mucho? Abre tu Biblia y léela mucho, mucho, mucho” — Justin Peters.

“Es más fácil y mucho menos doloroso criticar la Biblia que permitir que la Biblia nos critique a nosotros” — R.C. Sproul

“La Biblia es la única ventana en este mundo por la cual podemos ver la eternidad”— Anónimo.

“Las sagradas escrituras son cartas desde casa” — Agustín.

“No hay gozo que se compare con recibir la palabra de Dios en nuestras vidas” — Steven Lawson.

“Creo que la Biblia es el mejor regalo que Dios ha dado al hombre. Todo el bien que el Salvador del mundo nos proporcionó se nos comunica en este libro y si no fuera por él, no sabríamos la diferencia entre el bien y el mal. Toda cosa provechosa al hombre se contiene en la Biblia” — Abraham Lincoln.

“Cuanto más cavamos en las Escrituras, más nos parecen una mina inagotable de verdad” — Charles Spurgeon.

Era tan pequeña, que mi madre me la leía; mis ojos se empañaban de lágrimas escuchando aquella historia real, y cuando esta lectora empedernida desde su más profunda infancia pudo leer solita, leía y leía la historia de Mary Jones con todo lujo de detalles, y me la parecía preciosa, hasta me “bebía” sus fotos reales y todo lo que podía encontrar.

Recuerdo al pastor de mi iglesia cuando yo era un niña, aparecía por casa sin avisar, eran otros tiempos,; y lo recuerdo con su Biblia, todo él, y sus cortas pero certeras visitas, simplemente llamaba, era bien recibido, todos guardábamos un silencio respetuoso.. Íbamos a la sala, y él abría aquella preciosa Biblia, leía lo que fuese, tenía unas palabras de ánimo, y luego decía…. “Vamos a despedirnos en oración” .No puedo ni podré olvidar jamás aquel tipo de visitas de un hombre de Dios que bendijo mi vida hasta la saciedad… Su Biblia, sus oraciones, su sonrisa amable y bendita, y todo lo que supe con el tiempo de como siguió y sirvió fiel a su Señor en medio de profundas dificultades Estoy hablando con respeto profundo y cariño del mismo modo, de Francisco Martín Alonso, quien pastoreo la iglesia en donde muchos años después lo hacemos mi esposo y yo.

Cuando alguien escribe, al menos yo, no puede dejar de abrir su corazón, se descubre sin querer en muchas cosas, pero es fiel a la realidad y a los recuerdos hermosos que jamás se borrarán de aquellas neuronas frescas que lo querían recoger todo, y que aun al día de hoy no pueden olvidar tantas cosas.

Para los más jóvenes, puede parecer ridículo lo que estoy diciendo.; ¿Una Biblia grande? ¿visitar sin avisar?… ¡No queridos, no soy u dinosaurio!  

Hoy, es tan cómodo llevar el móvil al culto, creo que ni siquiera eso… Vamos a las reuniones muy ligeritos, todo está en la pantalla, powert points…. ¡Aissssss! Hasta que un día, sin saber porqué, nos falla el ordenador, los vídeos y demás…. Entonces quien está tomando la palabra, tendrá que demostrar muchas cosas…… ¡Muchas!

Claro que es maravillosa toda la tecnología, todos los apoyos y muchas cosas más; pero el pueblo de la Biblia, sea del modo que sea, ha perdido mucho por el camino… ¡Demasiado!

¿En cuántos hogares se celebra todavía el altar familiar? ¿cuantas Biblias de papel siguen subrayadas y más subrayadas de momentos en los que el Señor nos hablo al corazón con fechas y demás?

No me  digáis que vivo en los años de “María Castaña”; porque no es así, uso la tecnología y la informática como la que más y en un segundo llegamos al mundo con lo que sea, es maravilloso…. Pero, lo siento, tal vez es que ya tengo cierta edad, para mis devocionales, mi escuchar al Señor, mis preparar  mensajes o casas similares, necesito mi Biblia, ultra gastada, ultra subrayada y llena de fechas, anotaciones, nombres, circunstancias de cualquier tipo…….

Se que esto es algo muy personal, me encanta desde que tengo uso de razón leer y escribir, y hay cosas, que no puedo hacer de otro modo; aun utilizando todo y más, no soy tonta.

“Hacia finales del año 1700, escondida entre las montañas de Gales, Gran Bretaña, había una pequeña cabaña en la que vivía la niña María Jones. Los padres de María eran gente trabajadora. Su papá tejía hermosas telas para vender en el mercado. Su mamá se ocupaba de los quehaceres del hogar. Los domingos María y sus padres iban a la iglesia.

A María le gustaba cantar los himnos; pero cuando el pastor predicaba era difícil para ella comprender los mensajes. Cuando escuchaba al pastor leer la Biblia, deseaba saber más de la palabra de Dios. Entonces nació en su corazón el deseo de tener una Biblia propia.

En aquel tiempo las Biblias eran muy escasas, y algunas iglesias tenían un solo ejemplar encadenado al púlpito. En el hogar de María no había Biblia, y aunque la hubieran tenido, ella no sabía leer.

Pero cuando se abrió una escuela cerca de su casa, su papá le dio permiso para que ella asistiera. El buen maestro John Ellis les enseñó a los niños a leer y a escribir. Cuando aprendió a leer, María caminaba todos los sábados más de tres kilómetros hasta la casa de la señora Evans, la esposa de un campesino rico que poseía una Biblia, para leerla. Pero más que nada, María quería tener una Biblia propia.

María comenzó a trabajar para juntar el dinero necesario para comprar su Biblia. Ayudaba a los vecinos con la limpieza y el cuidado de los niños, apacentaba vacas, vendía los huevos de dos gallinas que le había dado su mamá, cargaba agua del pozo, remendaba ropa. María hacía cualquier cosa para ganar unos céntimos.

Después de seis largos años de trabajar y ahorrar, María tuvo lo suficiente para comprar una Biblia, que en esa época era muy costosa.

¡Qué emoción debe haber sentido al saber que pronto tendría su propia Biblia!

Como no se vendían Biblias en el pueblo de María, debió ir a Bala, que quedaba a cuarenta kilómetros de su casa. Tuvo que caminar solita esa distancia, ¡y descalza! pues no quería gastar su único par de zapatos, pero lo hizo con alegría para conseguir su Biblia. Al llegar a casa del pastor Charles, que vendía Biblias, recibió la triste noticia: “¡Ya no quedan más!” María lloró desconsolada al oírlo.

¿Sería que se había esforzado en vano durante tantos años?

Al ver a María llorando amargamente, el pastor Charles se conmovió.

—Hijita –le dijo–, no te puedo negar una Biblia. Un amigo mío tiene una Biblia que ha dejado en mi estante. Voy a pedirle permiso para vendértela.

¡Imagina el gozo que sintió María al tener la Biblia en sus manos! Una Biblia propia y en su propio idioma. ¡Sin duda fue saltando de alegría todo el camino de regreso a casa!

El pastor Charles no pudo olvidar a la joven que había trabajado durante seis años y había caminado tanto para conseguir una Biblia en su idioma. Entonces le surgió el deseo de que todos los niños, jóvenes y adultos tuvieran también una Biblia. Con la ayuda de otras personas que tenían el mismo anhelo, fundó en Londres la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Gracias a ese esfuerzo, hoy en tu país hay una Sociedad Bíblica y puedes tener una Biblia.

Ahora María está en el cielo. Ya hace doscientos años desde que ella trabajó diligentemente para comprar su Biblia. María fue un instrumento de Dios para que muchas personas, en distintos países del mundo, puedan tener la Biblia en su propio idioma. Tú también puedes ser un instrumento en las manos de Dios. Pídele con corazón sincero: “Hazme un instrumento”.

 

Extracto de una publicación de Elizabeth Giuffré en 2018 

Hace unos días El Señor me concedió la oportunidad de entrevistar al actual Director de la Sociedad Bíblica de España, Luis Fajardo, y hablamos entre muchas otras cosas, de estos temas.

Somos el pueblo de la Biblia, allí encontramos toda la verdad de Dios, es una preciosa carta de amor de Dios mismo hacia nosotros, y allí se enseña el camino al cielo, Jesús. 

No puedo olvidar a Mary Jones, a mi pastor de niñez y su Biblia; pero vivo en la era de la informática y utilizo todo lo que está a mi alcance…. Sea como sea, hazte con una Biblia, en ella Dios te hablará personalmente, y es mi más ferviente deseo que así sea, sea cual sea tu circunstancia de vida.

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