¿Por qué necesitamos una declaración evangélica sobre inteligencia artificial?

Es alentador ver a cristianos adoptar una postura firme, positiva y directa sobre el tema de la inteligencia artificial.

  · Traducido por Patricia Bares

24 DE MAYO DE 2019 · 11:00

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En abril, la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur (CBS, Southern Baptist Convention en inglés) publicó una declaración de principios sobre —sí, has acertado— inteligencia artificial. 

Si has leído cualquiera de nuestras publicaciones anteriores, habrás visto que hace poco publicamos un artículo nuevo: Inteligentes de forma artificial: abordando los mitos, realidades del presente y futuras trayectorias de la inteligencia artificial. Y bien, ¿por qué los cristianos proponen marcos de trabajo para nuevas tecnologías como la inteligencia artificial? ¿Hay acaso alguna que esté bien?

En las últimas décadas, la relación percibida entre la tecnología y el cristianismo ha sido antagonista, especialmente potenciada por el discurso de la división entre ciencia y fe, en la cual la tecnología se sitúa rotundamente en el lado de la ciencia. Ha llevado a pensadores como Yuval Harari a afirmar que las “religiones tradicionales” están perdiendo relevancia:

“…porque han sufrido una transformación y han pasado de tener una fuerza creativa a una fuerza reactiva. Mientras que en el pasado la política y la economía eran pioneras en los cambios económicos, ahora mayormente agonizan con ideas y tecnologías propagadas por otros movimientos. Los biólogos inventan la pastilla anticonceptiva y el Papa no sabe qué hacer al respecto. Los informáticos desarrollan Internet y los rabinos se preguntan si los judíos ortodoxos deberían tener permiso para utilizarlo”.

La caricatura de Harari sobre la autoridad religiosa cautelosa y que pone pequeñas objeciones puede ser una exageración, pero de alguna manera la imagen captura el espíritu de una respuesta cristiana reactiva hacia las nuevas tecnologías. Por eso es tan alentador ver a cristianos adoptar una postura firme, positiva y directa sobre el tema de la inteligencia artificial. 

La revista Slate Magazine ha reaccionado con cierta sorpresa ante el “inesperado tono optimista” de la declaración de principios de la Convención Bautista del Sur. Mientras tanto, el Papa Francisco anunció hace poco que el Vaticano está trabajando con Microsoft para otorgar un premio de 6.000€ a una tesis doctoral que trate de temas éticos en el ámbito de la inteligencia artificial, con el amplio objetivo de debatir sobre el papel de dicha tecnología en el servicio al bien común. 

Yo diría que enfoques como estos son mucho más efectivos hablando en la esfera pública que cualquier advertencia que dé un grupo cristiano sobre una aplicación específica de la inteligencia artificial. La declaración de la Convención Bautista del Sur toca muchas áreas de interés sobre las que ya se han hecho campañas, desde el uso de la inteligencia artificial en la guerra hasta el despliegue de inteligencia artificial para robots sexuales. Y aunque está bien mantenerse alerta y ser crítico, agrupar todo este “popurrí” dentro de ámbitos de interés de un solo tema coloca a los cristianos en una posición reactiva y no creativa. Este enfoque que trata los temas por separado desanima (simultáneamente) a los cristianos que trabajan con inteligencia artificial. 

Si cristianos comprometidos con la inteligencia artificial solo ven una iglesia que condena las aplicaciones de su ámbito de trabajo, daría a entender que la Biblia no ofrece una visión positiva de eso. Pero nada más lejos de la realidad. 

 

¿Por qué necesitamos una declaración evangélica sobre inteligencia artificial?

LA TECNOLOGÍA Y EL MANDATO DE LA CREACIÓN

El verdadero éxito de documentos como la Declaración Evangélica de Principios es que reencuadran el debate alrededor de la inteligencia artificial, no como un ídolo tecnológico al que adorar o condenar, sino como una herramienta para construir sociedades humanas. La tecnología es un don clave de Dios para desarrollar el mundo social y perfilar recursos naturales: es parte de nuestro propósito humano fundamental (ver Génesis 1:28, “El mandato de la creación”). Tal como dice Nancy Pearcey:

“En Génesis, Dios da lo que podríamos llamar la primera descripción laboral: “Creced y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla”. La primera frase, “creced y multiplicaos” significa desarrollar el mundo social: construir familias, iglesias, escuelas, ciudades, gobiernos, leyes. La segunda frase, “sojuzgad la tierra”, significa sacar partido del mundo natural: cultivar la tierra, construir puentes, diseñar ordenadores, componer música”. [1]

Grayson Pope señala las implicaciones tecnológicas de la declaración de Pearcey, y escribe: “Génesis 2 expande esa descripción laboral afirmando: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15)… Dios creó al hombre y a la mujer para que hicieran algo en la tierra… [y esto] implica utilizar herramientas (o tecnología)”.

Reubicar la tecnología en este contexto, desde una perspectiva bíblica, permite a los cristianos abogar por su desarrollo e implantación. Juega un papel crucial para que los humanos cumplamos con el propósito de Dios, lo cual lleva a comunidades humanas a emprender un viaje desde un jardín (el Edén) hasta una ciudad (la nueva Jerusalén). Sugiere que todos los cristianos que trabajan con inteligencia artificial pueden servir para acoger una sociedad humana fructífera. 

Asimismo, la Biblia ofrece advertencias realistas y ejemplos sobre los peligros al aplicar la tecnología de forma incorrecta. Habla de forma honesta sobre los peligros de perseguir la tecnología sin Dios (Babel) y de las formas con la que la tecnología será utilizada para consolidar poder (1ª de Samuel 13:19, donde los filisteos evitan que los israelitas usen acero por las desventajas que supone en la guerra). La Biblia ofrece tanto un buen propósito como una advertencia realista para todos los que se dedican a la tecnología. 

 

INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA AMAR AL PRÓJIMO

Este enfoque más holístico y bíblico informa sobre algunas de las excelentes declaraciones sobre inteligencia artificial que se están presentando actualmente. No obstante, si la inteligencia artificial puede contribuir a que se construya una sociedad humana, la pregunta que se genera de forma natural es: ¿qué hace que una sociedad sea buena? Tal como Samuelson escribe:

“Si los sistemas de inteligencia artificial son básicamente herramientas que extienden o amplifican el alcance de los humanos, debería reflexionarse de forma cuidadosa sobre lo que realmente significa ser humano, e incluso sobre cómo debería ser una sociedad en conjunto… A pesar de que investigadores de inteligencia artificial reconozcan la importancia de tales dinámicas humanas detrás de la inteligencia artificial, a día de hoy hay muy poco consenso sobre cosas concretas que constituyen el florecimiento humano, y mucho menos sobre cómo debería facilitarse la inteligencia artificial vis-à-vis. [2]

Ahí es donde entran los detalles más precisos del documento de la Convención Bautista del Sur, con sugerencias de principios para trabajo, medicina, datos y privacidad, y guerra, lo cual podemos extraer, examinar y debatir. El objetivo es trabajar el florecimiento humano desde una visión bíblica. Y eso es lo que podemos ofrecer como cristianos. Quizás, entonces, el mejor punto de partida para cualquier cuestión sobre el uso de la tecnología, es remodelarlo como algo que debería utilizarse (idealmente) para amar al prójimo. Tal como dice el artículo 2: “Creemos en la innovación para la gloria de Dios, para el florecimiento humano y para amar al prójimo”.

En última instancia, la inteligencia artificial exacerbará nuestros temas actuales mientras sigue desarrollándose en la línea de algunas filosofías o cosmovisiones. Tiene el potencial de servir a un capitalismo desenfrenado o de invadir la privacidad para sacar beneficio o para que el estado tenga el control. Servirá a los valores y fines que determinemos, en definitiva. Los cristianos deberíamos ser tajantes y diligentes al vigilar estas aplicaciones y desarrollos, teniendo unas expectativas realistas sobre el pecado humano. Sin embargo, también tiene un lado positivo. ¿Cómo podemos utilizar la tecnología para crear e innovar, dirigiéndonos hacia la meta de formar una sociedad benévola (e incluso relacional)?

 

Charlee New, responsable de comunicación y márketing en el Jubilee Centre.

Este artículo se publicó por primera vez en la página web del Jubilee Centre y se ha concedido permiso para volverse a publicar. El artículo más reciente del Jubilee Centre está disponible y se puede leer en línea. 

 

Notas

1] Nancy Pearcey, Total Truth (Wheaton, IL: Crossway, 2004), p.47. 

[2] Calum Samuelson, Artificially Intelligent: Grappling with the myths, present realities and future trajectories of AI (Jubilee Centre, 2019), p.17.   

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